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François Mitterrand, presidente de Francia entre 1981 y 1995.

FRANCIA

El verdadero amor

Poco se sabe de Anne Pingeot, la amante oculta de François Mitterrand con quien tuvo una hija. Un nuevo libro revela los secretos de la mujer que conquistó al presidente francés.

22 de marzo de 2014

El funeral de François Mitterrand, el 11 de enero de 1996, fue un acto de especial solemnidad, pues los franceses apreciaban de corazón a ese político socialista que había marcado la historia de los últimos 40 años en su país. Y en medio del dolor, lo que más llamó la atención de sus conciudadanos fue la escena que tuvo lugar en el aeropuerto de Charente, al oeste de Francia, la tierra natal del mandatario fallecido. Allí esperaban el cadáver no solamente su viuda oficial, la muy popular Danielle Mitterand, sino, a su lado, una desconocida que en realidad había sido su gran amor: Anne Pingeot, su amante por más de 30 años, madre de su hija Mazarine Marie.

David Le Bailly, periodista de Paris Match, acaba de publicar el libro La cautiva de Mitterrand, en el que revela la historia de Anne y, con esta, un capítulo oculto de la vida del político. No fue tarea fácil, pues esta mujer que hoy se pasea tranquila en bicicleta por París sin ser reconocida, ha instaurado un silencio monacal alrededor de su vida privada.

Discreta, elegante y culta, Anne fue la sombra de un hombre lleno de secretos. Considerado un gran gobernante, incluso por sus adversarios, la posteridad no le perdona a Mitterrand haber callado dos hechos de su intimidad: el cáncer de próstata que padeció durante 15 años y que lo llevó a la tumba, y la larga relación extraconyugal que tuvo con Anne Pingeot.

Anne nació en 1943 en una familia burguesa, católica  y conservadora. A los 17 años dejó su natal Clermont-Ferrand para estudiar en la Escuela de Artes de París  y luego en la Escuela del Louvre, una educación sofisticada que la llevó a trabajar como curadora en dos de los museos más importantes del mundo: el Louvre y el Museo de Orsay.

Pero antes de convertirse en uno de los referentes del mundo del arte en Europa, el destino se cruzó en su camino. Una tarde de 1961, el padre de Anne, Pierre, un industrial rico, vecino y amigo de los Mitterrand en Hossegor, pueblo al sudoeste de Francia, invitó a su amigo François a cenar en su casa luego de una partida de golf. En la velada, la joven Anne de 18 años presentó con sus primos una obra de teatro. Mitterrand, casado y con dos hijos, quedó encantado con la viveza de esa niña 27 años menor que él. Luego de varios encuentros en París, en 1963 comenzaron una relación apasionada.

Lo más fácil hubiera sido divorciarse de su esposa Danielle, y en 1965 Mitterrand contempló esa posibilidad. En esa época los medios no metían las narices en la vida privada de los políticos y a pocos les hubiera importado. Danielle, al tanto de todo, respondió con un no rotundo. La relación con Anne tomó otro matiz cuando en diciembre de 1974, en Avignon, nació su hija Mazarine Marie Pingeot. Mitterrand sabía que ocultar una mujer era más fácil que ocultar una familia. Para no levantar sospechas solo visitó a Mazarine un mes y medio después de su nacimiento.

En 1976 Danielle exigió separarse inmediatamente. Tras su cambio de opinión estaba Jean, un profesor de deportes con el que tenía un romance. Pero Mitterrand no aceptó el divorcio. Los tiempos estaban cambiando y los medios comenzaban a fijarse más en los asuntos íntimos de los políticos. Finalmente, llegó a un acuerdo con su mujer: Jean podía mudarse al apartamento de la pareja en el centro de París si ella renunciaba a su idea.

Para Mitterrand, la presencia del amante de su esposa en su hogar era motivo de bromas. Solía contar la historia con gracia a sus amigos: “¿Qué harían ustedes si entran a su casa y encuentran a su mujer en la cama con otro hombre? Yo me quito el abrigo, me siento al frente de ellos y abro el periódico”.

A él no le importaba, pues su verdadera mujer era Anne. Según Le Bailly, ella le aportaba un universo intelectual que Danielle era incapaz de darle. Además, Anne representaba una oportunidad para reconciliarse con su espíritu conservador. “Ellos compartían valores tradicionales. No hay que olvidar que al comienzo Mitterrand fue admirador de Pétain, funcionario en Vichy y hombre favorable a la Argelia francesa. Él llegó a la izquierda mucho después. Su verdadera identidad es la de un gran burgués conservador de provincia. Eso explica que haya decidido vivir con ella poco después de ganar la Presidencia”, explicó a SEMANA el autor del libro.

El 10 de mayo de 1981 François Mitterrand se convirtió en el primer mandatario socialista de la Quinta República: un día histórico para la nación europea, pero el peor para Anne Pingeot, quien se convirtió de un día a otro en la amante de un presidente. Dos años después Mitterrand le propuso vivir con él, en un apartamento no lejos de la torre Eiffel que se volvió una especie de cárcel para ella.

El secreto solo salió a la luz en 1994 cuando Paris Match reveló la existencia de Mazarine. Dos años después Mitterrand murió y sus exequias fueron el único momento en el que las dos familias se encontraron públicamente. Pocos saben que del amor de Mitterrand y Anne quedó uno de los símbolos más bellos y admirados en todo el mundo: la Pirámide del Louvre, en la entrada principal del museo. Fue Anne quien escogió al arquitecto Ieoh Ming Pei para realizar la obra. Como afirma Le Bailly, Mitterrand, al complacerla y ofrecerle esa joya en el corazón de París, le dio un regalo al que solo hubieran podido aspirar las reinas de Francia.