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UN PROFESOR AL DAS

Ramiro Bejarano, un catedrático del derecho, espera convertir al DAS en toda una central de inteligencia.

26 de septiembre de 1994

EN UN PAIS TAN VIOLENTO COMO COLOMbia casi nadie está dispuesto a cambiar la apacible compañía de la familia por la azarosa presencia de unos guardaespaldas. O la tranquilidad de las tertulias con los amigos por la tensión de los consejos de seguridad. Uno de esos pocos es Ramiro Bejarano Guzmán, quien el martes de la semana pasada asumió la dirección del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).

Al aceptar sin rodeos -como procede en todas sus cosas- el ofrecimiento que le hizo Ernesto Samper, con quien se conoce desde 1986, este abogado bugueño de 40 años, graduado en el Externado de Colombia y especializado en La Sorbona, estrena su primer cargo público en casi 20 años de ejercicio profesional.

Su vida, y la de su esposa Margarita Ricaurte, tomó otro rumbo. Ahora no sólo le es imposible salir con sus hijas a dar el acostumbrado paseo vespertino por las calles del barrio, sino que siente como si lo hubieran cambiado de ciudad, ya que, por medidas de seguridad, recorre calles desconocidas que escasamente alcanza a apreciar a través de los vidrios blindados de su vehículo.

Lejos de querer convertirse en un superdetective, este insomne confeso -duerme menos de cinco horas diarias- espera poner a funcionar una central de inteligencia que coordine todas las labores de recolección y procesamiento de información para combatir la delincuencia en sus diferentes modalidades. Además, piensa hacer del DAS un cuerpo civil de inteligencia al servicio de la comunidad.

En los primeros días de su gestión al frente del DAS, Bejarano se ha dedicado a recorrer de arriba abajo la sede de la institución. Ha estado recogiendo datos de primera mano sobre el funcionamiento de todas las dependencias a su cargo, tarea que se le ha facilitado si se tiene en cuenta que no se puede estar quieto. Siempre anda de un lado para otro buscando cualquier documento. Su hiperactividad lo ha llevado incluso a situaciones en las cuales sus escoltas no saben si es que va de salida, a saludar a alguien o a buscar un tinto.

Aunque Bejarano es consciente de todos los peligros a los que está expuesto, le preocupa más pensar que el engranaje administrativo de la institución interfiera en el desarrollo de sus funciones. Por eso espera poner en práctica en el DAS la experiencia docente acumulada en su paso por universidades como el Externado, el Colegio del Rosario o Los Andes, para evitar que ese organismo incurra en los errores que, seguramente, como profesor ha tenido que analizar.