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. | Foto: University Musical Society.

ANIVERSARIO

Una década después Celia Cruz sigue brillando

Homenajes y tributos inmortalizan los más de 50 años de vida artística de ‘La reina de la salsa’, una de las cubanas más queridas.

Antonio Paz
16 de julio de 2013

Soñaba con ser madre, ama de casa y profesora. Sin embargo, estos sueños dieron un giro de 180 grados cuando en 1950 asumió la dirección de La Sonora Matancera para años más tarde inmortalizar una palabra entonada de tal forma que casi cualquier latinoamericano puede asociarla con una sola persona, se trata del inconfundible ¡Azúcar!, casi tan identitario como el nombre Celia Cruz.

Como suele ocurrir con las personalidades de la nobleza, Celia tenía un nombre mucho más largo, casi tan largo como su éxito. La ‘guarachera de Cuba’ fue registrada como Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz.

De la universidad a la fama

La ‘reina de la salsa’ nació en el barrio Santo Suárez de La Habana el 21 de octubre de un año indeterminado que pudo estar entre 1920 y 1925, aunque muchos se inclinan por este último. La razón de la inexactitud: Celia no divulgó ante los medios su verdadera edad y prefirió dejarla en el misterio como suelen hacer muchas mujeres aún hoy.

Celia fue la segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y de la ama de casa Catalina Alfonso Ramos y compartió su infancia con sus tres hermanos: Dolores, Gladys y Bárbaro.

Entre sus obligaciones cuando era niña estaba el arrullar con canciones de cuna a los miembros más pequeños de su familia, fue ahí cuando empezó a cantar. Esta afición fue avalada por su madre, pero su padre se empeñó en que fuera maestra. Sin embargo, su pasión pudo más y Celia abandonó los estudios cuando estaba a punto de terminar su carrera e ingresó al Conservatorio Nacional de Música, para años más tarde alcanzar una fama que la mantuvo vigente durante 50 años.



El éxito fuera de casa


Después de participar en múltiples presentaciones y de cantar en algunos programas de radio, la inolvidable Celia ingresó a la que sería la catapulta de su fama, hizo parte de la Sonora Matancera en 1950 y así el mundo tuvo el privilegio de conocerla. Diez años después, el grupo completo abandonó Cuba, tras el ascenso al poder de Fidel Castro, y en 1962 Cruz se casó con Pedro Knight, uno de los trompetistas de la banda, dando inicio así a un matrimonio que duró 41 años, hasta la muerte de la célebre cantante el 16 de julio de 2003.

En 1965, Celia culmina una exitosa etapa de 15 años con la Sonora Matancera y al asumir su papel de solista, su esposo Pedro Knight también deja su puesto para convertirse en su manager y arreglista. Para 1966, la ‘guarachera de Cuba’ asumió la nacionalidad estadounidense (lo que fue visto como un insulto por algunos de sus compatriotas). A pesar de esto, el inglés no fue el mejor aliado de Celia, dando origen a una de sus célebres frases: “My english is not very good looking” (mi inglés no es “muy guapo”).

En 1973 Celia entró al mundo de la salsa, se alió con el pianista y artista exclusivo del sello disquero Fania, Larry Harlow y encabezó un concierto de música afrocubana en el Carnegie Hall de Nueva York. De ahí en adelante todo fue éxito en la vida de Celia Cruz.

La artista cubana no solo ha sido partícipe de la inmortalización de la salsa sino que el mundo entero no olvida sus emblemáticas pelucas o cómo impuso la moda con sus famosos zapatos de tacón invertido. Celia contaba con casi un centenar, los cuales estaban diseñados exclusivamente para ella. Cíclicamente los zapatos se vuelven a popularizar en el mundo de la moda.

En el cine Celia también se dio un lujo que pocos artistas pueden darse. Sus canciones han sido incluidas en más de 30 películas de temática musical, hispanoamericana o sobre mafias latinas.

En 1990 viajó a Guantánamo (Cuba), para dar un concierto. Cuando salió de la presentación, luego de muchos años sin poder visitar su país natal, se llevó en una bolsa un puñado de tierra de Cuba, la misma que pidió que fuera colocada en su ataúd cuando muriera.

El talento de la ‘reina de la salsa’ era conocido en todo el mundo, dándose el lujo de ser invitada en 1999 a participar en Módena (Italia) en el concierto 'Pavarotti and Friends' del tenor Luciano Pavarotti.

Un año más tarde es invitada al Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar en Chile donde se presenta con gran éxito y gracias a su simpatía y excelente calidad vocal es escogida por los periodistas que cubren el evento como la Reina del Festival. El mismo año gana el Grammy por su álbum Celia and Friends, repitiendo galardón en el 2001 por su disco "Siempre Viviré".

¡Celia sigue viva!

Hoy que se cumplen 10 años del deceso de la cubana, los homenajes y gestos de recuerdo se multiplicaron, en especial en Estados Unidos, que renombró una calle de Miami en su honor y levantó una placa con su nombre entre las banderas estadounidense y cubana del Ayuntamiento de Union City, en Nueva Jersey.

En su trayectoria obtuvo siete premios Grammy y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, en 1987. En su larga trayectoria artística también popularizó canciones propias como ‘La negra tiene tumbao’, ‘Quimbara’ o ‘La vida es un carnaval’.

Por su parte Cali, la capital colombiana de la salsa, también rendirá un homenaje a la cantante en lo que han denominado “Tributo a Celia Cruz”, un concierto el 11 de agosto en el marco del VIII Festival Mundial de Salsa que se celebrará en la capital de Valle del Cauca.

La energía de Celia, su pasión y su empatía hacían que quienes asistieran a alguno de sus conciertos se olvidaran de todo y sintieran literalmente que la ‘Vida es un carnaval’ cuando se está cerca de una negra que sí que tenía “tumbao”.

Ni el cáncer le quitó la alegría y aún 10 años después de que falleciera una tarde en su casa en Nueva Jersey, cada vez que se menciona su nombre, llegan recuerdos de una Celia feliz, con esa sonrisa que aparece en casi todas sus fotografías. Ni un gramo de amargura se vio en los últimos meses de vida de la cubana, quizás por su eterna sobredosis de ¡Azúcar!