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Hay quienes afirman que Ricky Martin aceptó que es gay como una estrategia para que su autobigrafía sea un éxito en ventas.

CONTROVERSIA

Una salida difícil

El caso de Ricky Martin pone sobre el tapete la dificultad que siempre han tenido las celebridades homosexuales para aceptar su orientación.

10 de abril de 2010

Ricky Martin lo confesó a través de su página de Internet: "Hoy acepto mi homosexualidad como un regalo que me da la vida". Un secreto que sorprendió a muy pocos, pues desde sus inicios en el grupo infantil Menudo se especulaba sobre su atracción por los hombres. Los rumores se incrementaron hace 10 años, cuando la afamada periodista estadounidense Barbara Walters lo encaró: "Puedes decir 'Sí, soy gay. O no, no lo soy'". A lo que el cantante puertorriqueño contestó nervioso: "Gracias por darme la oportunidad de expresarme sobre los rumores que hay, pero por alguna razón simplemente no quiero responder". Esa razón, admitió la semana pasada tras salirse del que muchos describieron como un "clóset transparente", era que temía que su carrera se fuera a pique.

El caso de Martin es más común de lo que parece. Son muchos los artistas homosexuales que han ocultado su orientación por miedo a perder fanáticos, sin contar los que la han escondido tan bien que han muerto sin ser desenmascarados. Pero ¿qué hace que hoy, cuando los gays declarados son cada día parte más activa de la sociedad, las celebridades sigan simulando una vida heterosexual?

"El problema es que para un cantante, por ejemplo, salirse puede afectar la venta de discos o de boletas para sus conciertos", dijo a SEMANA Patrick Wanis, experto en comportamiento humano que trabaja como asesor de artistas en Estados Unidos. "Ricky Martin era un símbolo sexual para muchas mujeres. Si él lo hubiera anunciado hace 15 años se habría autodestruido". Lo mismo que artistas célebres en el pasado.

Rock Hudson fue la sensación del cine a principios de los años 50. Era un joven alto, apuesto, sofisticado y deseado por el sexo opuesto. En 1955, un año antes de ser nominado al Óscar a mejor actor por su papel en la película Giant, se casó con su secretaria, Phyllis Gate, para desmentir los rumores sobre su homosexualidad. El gestor del enlace, que duró tres años, fue su agente, quien no quería que perdiera la popularidad entre las mujeres. Ella siempre negó haberse casado por una razón diferente al amor, aunque se rumoraba que era lesbiana. El glamoroso Hudson, quien en los años 80 interpretó a Daniel Reece en la serie de televisión Dinastía, murió de sida en 1985.

Anthony Perkins también se casó por no perder fanáticas, estuvo nominado a un premio de la Academia y también ocultó sus evidentes preferencias sexuales. Famoso por su papel de Norman Bates en la película Psicosis, de Alfred Hitchcock, tuvo dos hijos con la fotógrafa y actriz Berry Berenson. Algunos de sus colegas afirman que se sentía nervioso rodeado de mujeres hermosas como Jane Fonda y Brigitte Bardot, quienes trataron de seducirlo cuando empezaba su carrera. También dicen que vivía con miedo de que alguna revista sensacionalista lo pusiera en evidencia y que tuvo amoríos con Hudson, el actor Tab Hunter y el coreógrafo y bailarín Grover Dale, con quien tuvo una relación de seis años antes de su matrimonio. Pero nunca hizo pública su condición. Perkins falleció en 1992. En una nota póstuma que les dictó a sus hijos aceptó que estaba infectado de VIH.

Richard Chamberlain, en cambio, no pudo mantener su secreto. Las tendencias sexuales del actor estadounidense fueron un misterio hasta que la revista francesa Nous Deux publicó en 1989 que era gay. Pero Chamberlain, superestrella joven con su personaje del doctor Kildare y luego protagonista de la exitosa miniserie Shogun, sólo lo aceptó en su autobiografía, publicada en 2003, cuando se había consolidado como rey de las series de televisión y ya no era el galán de antes. Hasta ese momento, todavía era incluido en listas de los solteros más deseados. Hoy tiene 76 años y vive en Hawái con su pareja.

El mundo de la música también está repleto de celebridades que han intentado mantenerse dentro del clóset pero no lo han conseguido; unos por decisión personal y otros porque les han abierto la puerta a la fuerza. Hasta Elton John, todo un ícono de la cultura gay, lo negó en algún momento. En 1984 se casó con la ingeniera de sonido Renate Blauel, en una boda fachada. Tras cuatro años de matrimonio, el ganador de cinco premios Grammy gritó que se sentía "cómodo" siendo homosexual. Después ha hecho declaraciones tan polémicas como que Jesús era un "superinteligente hombre gay". Sir Elton John formalizó su relación con David Furnish el 21 de diciembre de 2005, en el primer día en que legalizaron las uniones entre personas del mismo sexo en Inglaterra.

Otro caso reconocido es el del cantante londinense George Michael, símbolo sexual entre las adolescentes de los 80, cuando formaba parte del dúo Wham! De Michael se especulaba que no le gustaban las mujeres, hasta cuando un policía lo arrestó en 1998 por "actos lascivos" en un baño público de Beverly Hills. En una entrevista en 2007, aceptó que lo había mantenido escondido por miedo a lo que dirían su madre y su público.

"Mánagers, publicistas, agentes y discográficas presionan a sus artistas para que mientan sobre su orientación sexual. Algunas veces hasta los obligan a pretender que tienen una novia o esposa", afirma Wanis, quien admite que tiene una cliente lesbiana ("una de las cantantes afroamericanas más famosas del momento") que se niega a decirlo abiertamente por temor al rechazo.

El experto en cultura del entretenimiento Ashley dos Santos dice que aunque está seguro de que "la homosexualidad está mucho más aceptada que hace 50 años", salir del clóset sigue siendo un problema y una decisión comercial. A tal punto que se especula que Ricky Martin hizo su confesión para que su autobiografía, que está próxima a salir, se convierta en un best seller.

"Ahora una celebridad puede ganar y perder cuando decide salirse -dice Dos Santos-. El caso más claro es el de Ellen DeGeneres: poco después de que admitió ser lesbiana en su propia serie, la sacaron del aire. Hoy, más de 10 años después, tiene uno de los 'talk shows' más exitosos en la historia de la televisión", agrega. Para muchos, que una lesbiana sea reina del entretenimiento en Estados Unidos es la prueba de que las cosas están cambiando. La decisión de la humorista estadounidense causó en su momento tantas críticas como aplausos: algunos religiosos la apodaron Ellen Degenerate (Ellen Degenerada), mientras las asociaciones Lgbt le expresaron su admiración. "Cuando tomé la decisión traté de incorporarle a la serie elementos educativos sobre lo que la gente siente realmente cuando sale -dijo al diario The New York Times-. Pero no fue chistoso... Porque no es chistoso".

Y no lo es porque las carreras de quienes exponen al público la atracción por personas de su mismo sexo se ven en algunos casos tan afectadas que sólo lo admiten cuando ya son artistas consolidados o cuando alguien los destapa. Uno de los 'sacadores' más famosos es el bloguero Pérez Hilton, quien se encargó, por ejemplo, de que Lance Bass, ex integrante de 'N Sync, se sintiera lo suficientemente presionado como para admitirlo. Pero otros nunca lo hacen. Y las revistas y tabloides sensacionalistas se deleitan cuando una persona más afirma que Jodie Foster es lesbiana, o cuando aparecen rumores no confirmados de que artistas como Tom Cruise o Tom Selleck viven también en un clóset de vidrio.