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VEINTE AÑOS DESPUES

Connie Francis, reina de la canción a principios de los sesenta, protagoniza escándalos y está en manos de un siquiatra

1 de septiembre de 1986

La escena presenciada por numerosos pasajeros de un vuelo entre Nassau y Los Angeles hace varias semanas, es un reflejo pálido del infierno que esta mujer está viviendo angustiosamente. Cuando el avión aterrizó en Atlanta para reaprovisionarse de combustible, la tripulación llamó a la Policía para que hiciera algo con ella: no sólo había ocupado una silla que no le correspondía y se negaba a entregarla, sino que a pesar de los avisos había seguido fumando antes y durante el aterrizaje. Discutieron, forcejearon y los dos policías la sacaron a la fuerza del avión. Era un escándalo más ante un público, especialmente los que tienen más de cuarenta años, que la sigue adorando en silencio.
Connie Francis tiene ahora 47 años, vive con sus padres y los médicos la califican como maníacadepresiva. Se siente perseguida por todos y llora a gritos a la menor provocación. Todavía en muchas emisoras se escucha en su voz la canción que le dio la vuelta al mundo, Where the Boys Are. Veinticinco años atrás llegó a ser tan importante como Carole King, Madonna o Linda Ronstandt. Entre 1958 y 1964 reinó absolutamente en la canción popular norteamericana, todos compraban sus discos, memorizaban sus temas, se peinaban como ella, coleccionaban las muñecas Connie Francis, los jeans como los que ella usaba así como sus diarios. Connie Francis llegó a calar tan hondamente en la conciencia popular que sólo Aretha Franklin ha podido igualar su marca de haber colocado 16 de sus temas en el primer lugar de las listas populares.
Lo que muchos se preguntan todavía es cómo esta mujer que sigue siendo hermosa a pesar de las cicatrices de la vida, que tuvo millones de dólares y de admiradores, que grabó con las mejores orquestas, que viajó por todo el mundo y fue el símbolo de una generación, llegó a convertirse en esta mujer despeinada que es arrastrada por dos policías porque no cede el asiento que no es suyo en un avión.
Pocos personajes de la farándula norteamericana han soportado un infierno como este: algunos amigos sostienen que todo comenzó en su misma casa, cuando el padre, un inmigrante italiano (ella se llama realmente Concetta Maria Franconero), intentó violarla en dos ocasiones. De ahí en adelante sus relaciones con los hombres fueron fatales, pero el cordón umbilical con el padre nunca se perdió.
La carrera que comenzó tímidamente (ella buscaba siempre la aprobación del padre para todo, desde los muchachos con quienes salía, hasta la ropa que usaba y los temas que cantaba), fue catapultada un primero de enero de 1958 cuando Dick Clark interpretó Who's Sorry Now?, una de las canciones que la muchacha no había logrado imponer. Ese primer año de celebridad se ganó un millón de dólares, apareció en los programas de televisión más populares y recorrió el mundo. El padre dejó lo que hacía y se convirtió en su empresario dominante.
La llegada de los Beatles y la de una nueva época de canciones agresivas y salvajes, marcó el descenso de su carrera. En 1964 se casó con un agente de prensa, Dock Kanellis y se divorciaron a los 4 meses. En 1971, con el dueño de una peluquería, Izzy Marriot: duraron diez meses. Este marido, según amigos, la violó muchas veces. En 1974 se casó por tercera vez con Joe Garzilli, un restaurador. En la madrugada del 8 de noviembre de ese año, un muchacho negro entró al hotel en Long Island, le puso un cuchillo en la garganta, la golpeó, la violó y sodomizó, la arrastró por la alfombra, la amarró, la sometió a otras depravaciones y se fue. Como pudo, llamó a la Policía que la encontró sangrando. Durante siete años se escondió en su casa de Nueva Jersey. Ya se había divorciado otra vez. Perdió la voz, se operó varias veces y empeoró. Intentó suicidarse. En junio de 1985 se casó, por cuarta vez, con un productor que quería hacer una película sobre su vida. Se separaron tres meses después. Entonces le contó a la prensa que había sido violada de nuevo, en un pequeño hotel de Nueva York.
Un siquiatra que la ha tratado dice que la actriz sufre de una insuficiencia orgánica y química en su cerebro, lo que la convierte en una maníacodepresiva. La declararon incompetente para manejar sus propios asuntos. El incidente del avión empeoró todo. Tiene que someterse a terapias todos los días. Se la pasa en casa de sus padres, jugando sola, oyendo sus discos, mirando sus fotos.
A un amigo que la visitó recientemente le soltó una frase que resume su tragedia: "¿Por qué todos quieren abusar de mí, siempre?".--