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Viaje a la Tierra Media

La primera película de la trilogía ‘El señor de los anillos’ llega al cine bajo la mirada inquisidora de los seguidores de J.R.R. Tolkien.

24 de septiembre de 2001

Peter Jackson sólo necesitará un día para convertirse en uno de los hombres más queridos o más odiados de la industria del espectáculo. El próximo 19 de diciembre los fieles seguidores del escritor inglés J.R.R. Tolkien se tomarán los teatros de 30 países para desmenuzar minuto a minuto, diálogo por diálogo y escena por escena a La comunidad del anillo, la primera película de la serie de El señor de los anillos, obra cumbre de Tolkien, y que Jackson, un osado director neozelandés, se atrevió a llevar a la pantalla.

La película, que se estrenará en Colombia el 25 de diciembre, ha despertado tal expectativa entre los fanáticos que desde hace dos años, cuando se inició la filmación de la trilogía en escenarios naturales de Nueva Zelanda, el director ha recibido cerca de 16.000 cartas de los ringers (término tomado del título del libro en inglés The lord of the rings, y que los seguidores de Tolkien utilizan para autodenominarse) en las que le recomiendan, advierten y hasta lo amenazan si no sigue al pie de la letra la historia original.

Así como en su momento varios grupos religiosos condenaron la exhibición de La última tentación de Cristo por considerar que la cinta era una blasfemia que atentaba contra los pilares de la Iglesia Católica, de la misma forma los ringers están dispuestos a boicotear el debut cinematográfico de El señor de los anillos si no se ajusta a la perfección al mundo creado por Tolkien.

Porque así como Dios creó la luz, la oscuridad, la tierra, los animales y los hombres, Tolkien creó un nuevo universo habitado por hobbits, elfos, orcos, enanos, magos y hombres. Razas diferentes que conviven en un microcosmos conocido como la Tierra Media, en donde las fuerzas del bien y del mal se enfrentan por el poder.

Si en la literatura más allá de la verdad o la mentira lo que se busca es que la historia sea creíble, J.R.R. Tolkien logró lo que pocos autores de ficción han conseguido: construir un universo imaginario tan real y convincente que el lector piense que un lugar como la Tierra Media existe. Y no hay razón para dudarlo. Tolkien, el hacedor, diseñó un mundo con una rigurosa geografía, con una mitología tan compleja como la griega o la escandinava, con una prehistoria que narra la evolución de cada una de las especies que habitan la Tierra Media e incluso utilizó su experiencia como filólogo para inventar idiomas para sus seres ficticios que son tan perfectos que es posible escribirlos y hablarlos. Prueba de ello es que en la banda sonora de La comunidad del anillo la cantante Enya interpreta una canción compuesta de principio a fin en sindarin, una de las lenguas que Tolkien se inventó para los elfos.

Crear un universo tan complejo le demandó al catedrático de Oxford varios años de trabajo ininterrumpido. Los primeros esbozos de la Tierra Media se remontan a la Primera Guerra Mundial cuando a Tolkien se le ocurrió la idea de un mundo imaginario. El origen de este universo a partir del caos y el nacimiento de las diferentes razas quedó consignado en el Silmarillion, libro que, a pesar de haber sido publicado hasta 1977, es considerado por los ringers como el Génesis del universo tolkiano.

Una vez creada la Tierra Media el siguiente paso fue contar lo que ocurría en ella, y qué mejor que remontarse en su pasado para rescatar una de sus historias. Eso fue lo que hizo Tolkien en 1937 cuando publicó El Hobbit, un cuento para niños en el que se narra cómo el hobbit Bilbo Bolson se adueña del anillo único, pieza que de caer en manos de Sauron, el señor de Mordor, esclavizaría a los habitantes de la Tierra Media bajo el dominio de la oscuridad.

El cuento tuvo tanto éxito que Tolkien decidió seguir con la aventura y durante 12 años desarrolló la saga de El señor de los anillos, compuesta por La comunidad del anillo, Las dos torres y El regreso del rey, en los que se cuenta la odisea de Frodo Bolson, sobrino de Bilbo, y su comunidad de hobbits, elfos, magos, enanos y hombres cuya misión es llevar el anillo único hasta el monte del destino y destruirlo arrojándolo al fuego en el que fue forjado.

La trilogía, publicada en 1954, no tardó en convertirse en un éxito editorial sin precedentes en la historia de la narración fantástica, fue traducida a 25 idiomas y se calcula que 150 millones de personas en el mundo la han leído.

Pero todo no podía ser un jardín de rosas. Los ringers convirtieron la obra en un libro de culto y Tolkien se volvió, sin quererlo, en el gurú de una generación. La casa del escritor se transformó en lugar obligado de peregrinación de los fanáticos, quienes llamaban las 24 horas del día para hacer preguntas sobre la Tierra Media. Las inquietudes iban desde aquellos que deseaban saber por qué los elfos tenían las orejas puntiagudas hasta los que no podían dormir porque no sabían cómo conjugar el pasado de los verbos inventados por Tolkien. El acoso llegó a tal extremo que el catedrático tuvo que mudarse a otra ciudad y por razones de seguridad decidió borrar su nombre del directorio telefónico.

Peter Jackson prefirió curarse en salud y por eso invirtió siete años preparando el proyecto. Contrató a figuras como Ian Mc Kellen, Cate Blanchett, Christopher Lee, Liv Tyler y Elijah Wood para los personajes principales y consiguió a los mejores ilustradores, músicos y expertos en efectos especiales para recrear la Tierra Media y a sus habitantes. La megaproducción —se filmaron tres películas al mismo tiempo— tuvo un costo de 270 millones de dólares y en ella participaron 2.400 actores, incluido el ejército de Nueva Zelanda, que sirvió de extra para representar a las fuerzas del mal.

Por eso no es de extrañar que en las oficinas de New Line Cinema todos estén cruzando los dedos para que los fundamentalistas fanáticos de Tolkien den el visto bueno y la película se convierta en el éxito taquillero de fin de año.