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Vladdo: SEMANA, sin Mireyita

Para quienes trabajamos en la revista SEMANA hoy es un día triste, doloroso, negro. Uno de esos días que temíamos que iba a llegar, pero para el cual nunca íbamos a estar preparados.

Vladdo
12 de diciembre de 2012

Este miércoles, al filo del mediodía, falleció en Bogotá Mireya Durán, quien fue durante 27 años la secretaria de Felipe López y de la presidencia de Publicaciones Semana. Mireyita –como le dijimos siempre– era el alma no sólo del quinto piso, sino de todo el edificio ubicado a media cuadra del Parque de la 93, donde funciona esta casa editorial.

Como buena santandereana, Mireyita era sincera, muy directa y no se ponía con rodeos a la hora de los amores ni de los disgustos. Llamaba al pan, pan, y al vino, vino, y desde que uno la saludaba era fácil adivinar en qué actitud se encontraba: si estaba molesta, contenta, fatigada, aburrida…

Y era igual con todo el mundo: con los que trabajábamos con ella, con los periodistas de otros medios, con los políticos o los empresarios a quienes tenía que poner en contacto con Felipe López, con los familiares y amigos de su jefe; con todos. No tenía dobleces.

Su temperamento no le restaba simpatía y casi siempre estaba dispuesta a entablar conversación con todo el que atravesara la puerta de vidrio de su despacho. Eso sí, siempre y cuando Felipe no la requiriera para alguna tarea.
 
Aunque vivía y trabajaba muy cerca de influyentes personajes, jamás abusó de su poder, ni de su proximidad con uno de los periodistas más importantes del país. Tampoco se aprovechó de su cargo para ningunear a los demás, ni para darse ínfulas de dueña. Por el contrario, su modestia y su sencillez sólo eran comparables con su discreción.

Mireyita se desvivía por su familia y cada vez que podía viajaba a Santander a visitarla. Antes de llegar a Semana, estuvo fugazmente casada en Londres con un paisa y no tuvo hijos pero se derretía con los niños de sus hermanos, de sus compañeros, y por supuesto con la hija y los nietos de su jefe.

Mireyita vio nacer y crecer a Sofía, mi hija, y con frecuencia me pedía que la llevara a visitarla, cosa que hice en innumerables oportunidades. La última vez que ellas se vieron fue hace pocos meses, a mediados de este año, sin sospechar, desde luego, que no habría una próxima vez.

En las últimas semanas, de manera fulminante, un cáncer óseo la doblegó y finalmente nos la arrebató. Y aunque esperábamos este trágico desenlace, la confirmación de la noticia nos deja totalmente desolados.

Sin duda, la ausencia definitiva de Mireyita ensombrece este final de año en Semana, pero su recuerdo y su sonrisa nos iluminarán siempre. Descanse en paz.