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Yo acuso

El jurista Gustavo de Greiff se le mide a estrenar el cargo con el cual se busca dar un vuelco a la justicia colombiana: la Fiscalía General de la Nación.

6 de abril de 1992

LA SEMANA PASADA EL PAIS CONOCIO EL nombre de la persona que ocupará uno de los cargos más importantes creados por la nueva Constitucion y que tendrá mayores repercusiones en la operación de la justicia en el país. Se trata de Gustavo de Greiff, nuevo Fiscal General de la Nación. El apellido ya había rondado los predios de la justicia cuando su hija, Mónica de Greiff, ejerció esa cartera en épocas duras del narcoterrorismo. Ahora el padre tendrá que atender en general todos los delitos que se cometan contra la sociedad, y en particular los procesos que están en marcha contra los narcotraficantes, desde la posición más alta y valiéndose de un novedoso recurso: el sistema acusatorio.
La figura del Fiscal General de la Nación y los recursos que tendrá al alcance de su mano -además de nueve mil funcionarios a su cargo tendrá a su servicio la Policía Judicial, instrucción criminal y medicina legal- se levanta en este momento como la más prometedora salida que le queda al país para enderezar el funcionamiento de la justicia. Encontrar una persona que combinara conocimientos en el ramo y decisión para soportar la gran presión que representa el cargo, no era fácil.
Fue tanto por su trayectoria profesional como por sus calidades personales que la Corte pescó el nombre de De Greiff de la terna presentada por el Gobierno. Como abogado, el nuevo Fiscal de la Nación ha transitado las avenidas de Derecho desde su despacho privado y también desde altos cargos públicos. Empezó como juez municipal de Engativá hasta llegar al Consejo de Estado en dondé ejerció, hasta que le ofrecieron la rectoría de su alma mater, la Universidad del Rosario.
Sus colegas se refieren a él como una persona rigurosa en el momento de estudiar un caso y dueña de una gran decisión para llevar a término una empresa. Prudencia y tenacidad son otras dos facetas que se le adjudican a su personalidad, cualidades que sin duda tendrá que exhibir en esta nuevo cargo que por sus características y proyecciones, demandará una gran sabiduría. Pues si bien el cargo en sí mismo pretende elevarse en símbolo de un sistema capaz de ejercer justicia de una manera expedita y eficiente, del resultado de esa gestión que por primera vez se intenta en el país, depende que la nación entre en una nueva era en la que se venza a la impunidad tal y como lo buscó la Constituyente.
El primero de julio entra en vigencia el nuevo sistema acusatorio que en teoría debe revolucionar la justicia colombiana. Y la responsabilidad de aplicarlo recayó en cabeza de este bogotano de 63 años, que piensa que "alguien tenía que dar ese primer paso y si me tocó en suerte a mí, no tenía ninguna posibilidad de rechazarlo". -