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SALUD

El largo y sinuoso camino contra la publicidad de comida chatarra

Diversas organizaciones sociales intensifican su presión para que se regulen los anuncios publicitarios de productos comestibles ultraprocesados, sobre todo los dirigidos contra niños y adolescentes.

29 de noviembre de 2017

La alarma volvió a encenderse hace apenas unos días. El pasado 20 de noviembre el Gobierno divulgó la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia, ENSIN 2015, la referencia nacional en torno a la situación nutricional de la población colombiana (y sus determinantes socioeconómicos), cuyos resultados –medidos entre los años 2010 a 2015– muestran cifras alarmantes.

Varias de ellas causaron desasosiego incluso en el Ministerio de Salud.

El hecho de que el exceso de peso en la primera infancia (0 a 4 años) –que incluye tanto sobrepeso como obesidad– subiera de 4,9 por ciento en 2010 a 6,3 por ciento en 2015, que uno de cada cuatro niños y niñas de 5 a 12 años tenga exceso de peso, que el sobrepeso en los menores en edad escolar se haya incrementado pasando de 18,8 por ciento en 2010 a 24,4 por ciento en 2015, que los menores de cinco años están recibiendo mayores aportes calóricos generando exceso de peso con un promedio nacional de 6,3 por ciento, y que ocho de cada diez adolescentes permanezcan en promedio más de dos horas frente a una pantalla, en especial entre quienes viven en áreas urbanas y aquellos con ingresos medios y altos, fue calificado como “una tendencia preocupante” por el propio ministro de Salud. Alejandro Gaviria, reconoció que “los resultados llaman la atención sobre la necesidad de reforzar las políticas públicas para combatir la obesidad y el sobrepeso: impuestos, etiquetado, promoción de normas sociales, ciudades saludables, etc. El debate no da espera”. Ver su blog personal (http://agaviria.blogspot.com.co/2017/11/resultados-de-la-encuesta-ensin-sobre.html)

Es una situación que incluso ya había sido advertida por organismos internacionales. A comienzos de octubre, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CDESC) de la ONU, máxima instancia del sistema universal de derechos humanos que se dedica a la supervisión de la aplicación del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales - del que Colombia es Estado Parte - manifestó su preocupación sobre la situación del hambre, la desnutrición y el incremento del índice de sobrepeso y obesidad en el país (ver: http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=E/C.12/COL/CO/6&Lang=Sp). En ese sentido, instó a nuestro Estado a adoptar políticas públicas tendientes a combatir esas problemáticas y cumplir así con sus obligaciones relacionadas con el derecho humano a la alimentación.

Al respecto, Juan Carlos Morales González, director Ejecutivo de FIAN Colombia, organización que lideró con otras organizaciones de derechos humanos la elaboración de un informe alterno ante el CDESC sobre la situación de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales en Colombia, expresa que “en el informe se presentó ante el Comité las graves violaciones del derecho a la alimentación, entre ellas la falta de control estatal a la publicidad de productos comestibles ultra-procesados, cuyo consumo está asociado con la obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles especialmente en niñas, niños y adolescentes”.

Según Morales, estas denuncias se ven ratificadas por los resultados de la ENSIN 2015. “La encuesta no solo confirma nuestra investigación, sino que pone el dedo en la llaga de una verdad alarmante que, reiteramos, es una forma de violar los derechos humanos”, señala.

La alarma por los resultados de la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia que indican el incremento de la obesidad en infantes y de la exposición de niños y adolescentes frente a las pantallas coincide, de otra parte, con la campaña que la organización Red Papaz lanzó el pasado 27 de octubre: “¡Basta! No comas más mentiras, ni se las des a tus hijos”, que se dirige a los padres de familia para que eviten la exposición de niñas, niños y adolescentes a la publicidad de productos comestibles ultra-procesados.

“Es una campaña que ha ayudado a que este problema quede en la agenda pública. Y para que la sociedad y el Estado comprenda que hay que empezar a tomar decisiones de política pública para que la población practique hábitos diferentes”, explica Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red Papaz. “Como los resultados de la encuesta ENSIN salen cada cinco años, hoy nos rasgamos las vestiduras porque así nos pasó con la anterior. No queremos que en el año 2020 tengamos que decir: ‘no hicimos nada’”, añade.

Las expectativas de estas organizaciones sociales, además, han comenzado a materializarse en iniciativas legislativas presentadas a consideración del Congreso de la República. El pasado 25 de julio se radicó un proyecto de ley que busca regular efectivamente la publicidad de los productos comestibles ultra-procesados (PCU) y de alimentos que causan daño a la salud dirigida contra niñas, niños y adolescentes (NNA) colombianos. El proyecto parte de la base de que no es lo mismo un alimento que un comestible. Un alimento es un elemento que brinda la naturaleza y que es rico en nutrientes esenciales para una vida saludable. Por su parte, un comestible ultra-procesado es un elemento fruto de un proceso industrial que tiene sustancias orgánicas como base, pero al que se han agregado otros productos químicos, y modificado otros que estaban en la composición natural. Generalmente son altos en calorías y tienen poco o nulo valor nutricional.

El proyecto cuenta con el apoyo del representante a la Cámara Víctor Correa, del Partido Polo Democrático Alternativo, quien por ser médico entiende la magnitud del problema y los daños que a las futuras generaciones del país puede causar la mala nutrición de los NNA y la falta de control a la publicidad de productos comestibles ultra-procesados dirigidos contra niñas, niños y adolescentes.

Sin embargo, esta propuesta tiene por delante un largo y sinuoso camino. “El proyecto se encuentra en primer debate en la Comisión Sexta –señala el representante–. Pero parece existir una estrategia dilatoria de varios de mis colegas, como la de citar a una audiencia pública en esta época en que el Congreso está en época de ‘fast track’ y de cierre legislativo, además de que se excusan con que no hay suficiente información sobre el tema”.

El proyecto plantea varios tipos de regulaciones a la publicidad dirigida a inducir o que tiene el efecto probable de inducir, por cualquier medio u soporte, el consumo de aquellos productos. Busca evitar el uso de muñecos animados, juguetes y demás elementos que distan del contenido real del producto. También se prohíbe la emisión de este tipo de comerciales en medios de comunicación en el horario entre 6 a.m. y 11 p.m. Hay sanciones tanto para las empresas que recurran a estas prácticas como para medios de comunicación que emitan dicha publicidad. De igual manera, busca prohibir investigaciones de mercadeo cuyo objetivo sea conocer los hábitos de consumo de los NNA y manipularlos a favor de la comercialización de dichos productos.

La normatividad vigente en Colombia que regula la publicidad y mercadeo de productos comestibles ultraprocesados comprende la Ley 1480 de 2011, Estatuto del Consumidor; Decreto 975 de 2014 del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo; y Ley 1355 de 2009, Ley de Obesidad, entre otros.

“Esta normatividad no es suficiente desde una perspectiva de garantía de los derechos de NNA pues no garantiza la protección suficiente de NNA frente al mercadeo y la publicidad de productos comestibles ultraprocesados que atentan contra sus derechos a la salud, alimentación, educación e información”, agregó Juan Carlos Morales, vocero de FIAN Colombia.

Además, existe el Código Colombiano de Autorregulación Publicitaria (CCAP), un mecanismo de autorregulación publicitaria de la industria basado en unos acuerdos voluntarios internos entre el mismo sector. https://www.ucepcol.com/codigoautorregulacion

“Al ser partes interesadas en el negocio de la producción, publicidad y mercadeo de productos comestibles ultraprocesados, se requiere un mecanismo obligatorio imparcial que evite la interferencia de la industria, los conflictos de interés, la captura corporativa de las instancias de control y decisión en la materia, y que recuerde que el deber de regular la publicidad y el mercadeo de comida chatarra es indeclinable por parte del Estado de acuerdo a sus obligaciones de derechos humanos. Ese es un vacío que precisamente hay que llenar”,  resalta Morales.

De acuerdo con ‘Sin Reglas ni Controles: Regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a menores de edad’, un estudio publicado este año por DeJusticia, este tipo de medidas autoregulatorias se han mostrado ineficientes en la mayoría de países donde ha sido implementadas. En México, por ejemplo, a pesar de los acuerdos autorregulatorios de la industria de no dirigir publicidad a menores de edad, el 23,9% de la publicidad de alimentos y bebidas no saludables estuvo dirigida a menores, el 7,1% a adolescentes, y el 12,5% a padres de familia. (https://www.dejusticia.org/wp-content/uploads/2017/05/Sin-reglas-ni-controles-DOC-33-versi%C3%B3n-final-WEB.pdf)

“Si se tiene en cuenta que el sistema colombiano de autorregulación publicitaria es de naturaleza ética, ¿cuál es su alcance cuando, por ejemplo, el engaño en la publicidad tiene que ver con el ocultamiento de información o la mala información sobre un producto que afecta la salud de niñas, niños y adolescentes?, ¿cómo se puede sancionar a quienes no sólo continúan produciendo y publicitando productos que afectan la salud de estas poblaciones sino, también, culpabilizando a las propias víctimas o sus familias por el consumo de la comida basura? No basta con una sanción moral de la cual pueda hacerse cargo la instancia ética, máxime si los impactos generados se traducen en grandes daños contra la salud y el bienestar presente y futuro de esta población”, concluye.  

Según Mercedes Mora, nutricionista y dietista de la Universidad Javeriana, los niños entre los 5 y los 12 años son muy vulnerables e influenciables por los mensajes del marketing de la industria de alimentos, que les asegura que cierto tipo de alimentos contiene nutrientes adecuados. La alimentación saludable se da cuando la gente come alimentos completos y no cuando cree que es mejor un paquete de papas que las papas de verdad.

“El problema es que seguramente esos niños se van a volver adultos en las mismas condiciones de sobrepeso u obesidad, con todos los riesgos de enfermedades asociadas como hipertensión, colesterol alto, etc., y ello le va a demandar enormes gastos al país tanto en lo económico como en lo social”, concluye Mora.