Ibargüen y Figueroa, los dorados de Colombia. Fotor: EFE y AFP-Montaje Semana | Foto: Ibargüen y Figueroa, los dorados de Colombia. AFP y EFE-Montaje Semana

RÍO-2016

Lágrimas y sonrisas, el sello de los oros de Colombia en Río

Las celebraciones de los ganadores por el país dejaron en la mente de los colombianos imágenes que entre el contraste transmiten imborrables emociones.

15 de agosto de 2016

Colombia celebra su mejor actuación en unos Juegos Olímpicos con las medallas de oro de Caterine Ibargüen en salto triple femenino y la de Óscar Figueroa en el levantamiento de pesas en 62 kilogramos masculino, que sirvieron para superar la actuación de cualquier participación anterior en unas justas. Obvio, estas sumadas a las dos preseas de plata de Yuberjen Martínez en categoría 46-49 kilogramos en boxeo y de Yuri Alvear en los 70 kilogramos de judo femenino.

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Por eso resulta llamativo que la celebración de los dos ganadores de oro haya mostrado un contraste tan evidente como cualquiera que se vive en el país. Grandes emociones vividas entre expresiones diferentes, pero que en ambos casos resultarán inolvidables para el país: entre lágrimas y sonrisas reviviremos estas dos gestas doradas en Río de Janeiro, en el momento en el que el mundo reconoció a Colombia por ser el mejor en una disciplina deportiva.

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La fiesta que armó Caterine Ibargüen en el estadio Olímpico ha sido un sello que la atleta colombiana ha sabido consolidar en sus participaciones en la Liga de Diamante, la misma en la que fue imbatible durante 1.399 días. La colombiana llevó como principal invitada a esa sonrisa que es una de sus grandes características. La antioqueña confirmó su superioridad, pero no dudó en demostrar que también tiene un nivel muy alto de carisma: pequeños bailes y buena onda que reflejan esa espontaneidad y energía que marcan tanto a los colombianos. Sonrisa de pura alegría. 

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Seis días atrás, el pesista Óscar Figueroa levantó los sueños de un país y con una carga total de 318 kilogramos fue el mejor en los 62 kilogramos. Una muestra de concentración y determinación que se mantuvo hasta cuando por última vez soltó las pesas, en un intento fallido por imponer los 179 kilogramos como nuevo récord olímpico en envión. Allí, casi que de inmediato cayó arrodillado en un agradecimiento al cielo que estuvo acompañado de lágrimas cargadas de emociones contenidas durante más de 22 años de carrera, la misma que había sido una muestra de superación luego de momentos duros en pasadas olimpiadas y que ahora se veía premiada. Un reflejo del colombiano luchador. Un llanto de pasión.

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La historia marcara estas imágenes como un reflejo de un país en las intensas emociones de dos deportistas, dos postales que brillan tanto como el oro de las gestas construidas con mucho trabajo durante el tiempo, pero con mucho optimismo. No en vano el mensaje de la campeona al decir que nada que valga la pena es fácil, pero siempre que piensen en cosas positivas. El país guarda estas palabras y momentos como tesoros invaluables en medio de lágrimas y sonrisas, el sello de los oros de Colombia en Río.

ÓSKAR ANTONIO ORTIZ ECHEVERRÍA
Colaborador de SEMANA.COM