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Leyva se metió por la puerta de atrás a la negociación. Pero su papel durante el último año de conversaciones fue imprescindible. | Foto: León Darío Peláez

HOMENAJE

Álvaro Leyva, una pieza clave en las negociaciones

Después de 35 años de luchar por la paz, el exconstituyente se metió por la puerta de atrás de las negociaciones y terminó siendo imprescindible.

24 de septiembre de 2016

Pocas personas se pueden sentir tan satisfechas con este acuerdo para la terminación del conflicto como Álvaro Leyva. Este hombre de origen conservador ha empeñado los últimos 35 años a un solo objetivo: lograr la paz. Exministro, exsenador y exconstituyente, conoció a las Farc cuando hizo parte de la comisión de verificación del proceso de paz y la tregua decretada durante el gobierno de Belisario Betancur. Su química con esa guerrilla, especialmente con Manuel Marulanda y Alfonso Cano, fue inmediata. Leyva se dio cuenta de que no estaba solo frente a un grupo rebelde, sino a un pedazo de Colombia que buscaba un lugar en la política, en la representación, en la nación. Leyva dedicó desde ese momento gran parte de sus esfuerzos a entender a las Farc, su lógica campesina y territorial, sus formas organizativas y su sociología. También a encontrar caminos para terminar la guerra. Se convirtió en un experto en el derecho internacional humanitario y en todas las formas existentes de buscar acuerdos.

Participó en las negociaciones para la liberación de Álvaro Gómez secuestrado por el M-19, acto que desembocaría en el proceso de paz con esa guerrilla. Luego intentó acercarse al ELN. Nunca dejó de comunicarse con las Farc y lanzar ideas creativas para que el gobierno se sentara a la mesa con ellos. Posiblemente uno de sus mayores empeños fue lograr un acuerdo humanitario para la liberación de los secuestrados durante el gobierno de Álvaro Uribe. Viajaba a Lago Agrio, Ecuador, donde estaba Reyes, y luego al Valle, donde estaba Cano. Nunca lo logró, pero estuvo en labores humanitarias como el rescate de los cuerpos de los diputados del Valle asesinados. Eso le valió ser uno de los pocos invitados al encuentro entre los familiares de los políticos sacrificados y los jefes de las Farc en La Habana.

Viejas rencillas con el presidente Juan Manuel Santos hicieron que al comenzar las conversaciones secretas y públicas de La Habana, Leyva estuviera al margen. Luego de la instalación de los diálogos en Oslo, Noruega, las Farc lo contactaron y él viajó a Cuba en calidad de consejero informal primero, y luego como asesor jurídico. Pero el gobierno lo trataba con desdén e incluso con desconfianza. Sin embargo, cuando la negociación se estancó en el punto de víctimas, pues la fórmula de justicia se había convertido en un nudo gordiano, al presidente le llegaron mensajes por distintos caminos que decían lo mismo: Leyva tiene la clave para resolver ese acertijo. Entonces Santos le dio juego y en adelante Leyva se convirtió, abiertamente, en uno de los estrategas de la negociación.

Su aporte al acuerdo de paz, es enorme. Primero, gran parte de la Jurisdicción Especial para la Paz descansa en los conceptos que él defiende, basados en el derecho internacional humanitario, su experticia. En segundo lugar, su gran bandera era el blindaje de los acuerdos a través de su declaratoria como acuerdo especial del derecho internacional humanitario. Y en tercer lugar, diseñó una propuesta, que finalmente no quedó pactada, de reincorporación colectiva con asiento territorial. Leyva cree que de todos modos se implementará en la práctica a la manera de unas ciudadelas de paz donde se desarrolle una economía mixta entre empresarios, víctimas y exguerrilleros.

A la larga, fue un plenipotenciario más, a veces incómodo para la delegación del gobierno, pero central para unas Farc que necesitaban una conexión con el mundo político y jurídico más allá de sus redes bolivarianas. Leyva ha sido confiable para ellas porque le entregó los mejores años de su vida a la causa del reconocimiento de la beligerancia guerrillera como principio básico del fin de la guerra. Después de todo, resultó ser un hombre imprescindible en La Habana.