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Pedro Valenzuela. | Foto: Archivo Particular

ENTREVISTA

¿Para qué sirve la Comisión de la Verdad?

SEMANA habló con el politólogo Pedro Valenzuela, experto en conflictos y paz, sobre la Comisión para el fin de la guerra con las Farc. Revela cómo han funcionado en varios países del mundo.

24 de septiembre de 2016

SEMANA: ¿Para qué sirve la Comisión de la Verdad?

PEDRO VALENZUELA: La tarea del posconflicto es la reconciliación, y el rol de la verdad es absolutamente central. La comisión es el mecanismo más favorecido pero no el único. Otro sería la verdad judicial, mucho más limitada por el estándar de prueba. El propósito es generar una verdad consensuada que puede tomar muchas generaciones. Lo importante es, sencillamente, impedir que se niegue lo que ocurrió.

SEMANA: Se ha hablado hasta de medio centenar en el mundo...

P.V.: Ha habido decenas. Con las transiciones de las dictaduras militares en el Cono Sur se convirtieron en la contribución latinoamericana para los procesos de paz.

SEMANA: ¿Cuáles serían las particularidades de la colombiana?

P.V.: Tiene un mandato amplio, como en Sudáfrica y Guatemala, donde se puede investigar todo lo ocurrido durante el conflicto y de todos los actores. Hay comisiones cuyo mandato ha sido muy estrecho, por ejemplo la chilena; el Informe Rettig solamente podía investigar los casos de desapariciones y muerte, y dejaba de lado el crimen más extendido durante la dictadura, que fue la tortura. Aquí está la posibilidad de tener sedes regionales, lo cual es importante porque si se exige que las víctimas, principalmente rurales, vayan a Bogotá a testificar nos quedamos sin buena parte de lo que tienen que contar.

SEMANA: ¿Cómo debe ser la coyuntura para su desarrollo?

P.V.: Es fundamental el contexto del posconflicto. Por ejemplo en Haití había mucho temor de las víctimas a testificar, porque no era segura la transición del régimen de Duvalier a la democracia. Eso se puede contrarrestar con una serie de garantías para las víctimas como el anonimato. En Colombia el problema es que la guerra con las Farc se acabó, pero hay otros agentes de violencia.

SEMANA: Generalmente son coordinadas por humanistas, literatos, arzobispos...

P.V.: (Risas) Es interesante la composición. En El Salvador estuvo Belisario Betancur y por la transición fue importante la presencia internacional. En Colombia debe estar compuesta por alguien que tenga una reputación bien labrada en términos de integridad. Que no se vaya a ‘arrugar’ frente a lo que tienen que decir, y que no tenga sesgo.

SEMANA: La gente teme que se despierte la sed de justicia por mano propia o se naturalice la violencia...

P.V.: No hay que esperar demasiado de una comisión de la verdad, ni que construya un país que nunca ha existido. En Sudáfrica, además de tener tres cámaras como la de la amnistía, como tenía un enfoque en el perdón cristiano, muchas víctimas fueron incapaces de perdonar y se sintieron revictimizadas. En Mozambique fue difícil descubrir la verdad porque por razones culturales no se habla de los muertos. Ese no va a ser el problema en Colombia, no se va a descubrir mayor cosa que no se sepa ya. No será de conocimiento sino de reconocimiento, entonces no creo que genere ciclos de venganza.

SEMANA: ¿La polarización del país va a ser un obstáculo para la confianza en la comisión?

P.V.: Es probable. Todo lo que ocurra va a ser usado con propósitos políticos. En esa tónica se ha venido dando el debate frente a la paz: tremendamente polarizante, a veces irrespetuosa, con base en mala información o desinformación abierta. No dudo que seguirán explotando las dificultades del posconflicto. La comisión sería apenas un elemento disociador. Por eso es clave la escogencia de los comisionados y la presencia internacional. Hemos llegado a un punto donde se descalifica hasta al papa. Suponen que todo el mundo ha sido timado, que tenemos unas Farc increíblemente inteligentes, capaces de engañar a la comunidad internacional, a la Unión Europea, el Vaticano, la ONU.

SEMANA: ¿Se espera que subsane las lagunas de Justicia y Paz o creará una cacería de brujas?

P.V.: Yo no creo en la cacería de brujas. La clave está en corroborar los testimonios. Porque podrá haber acusaciones frente a la comisión, pero esta no tiene la capacidad de juzgar. En Chile, todo fue pasado al presidente y de ahí era decisión de la justicia perseguir, judicializar o no. La comisión es el espacio para que se teja no solo la verdad fáctica de los hechos, sino también la verdad narrativa de las víctimas.

SEMANA: ¿Podemos ser optimistas?

P.V.: Optimistas, pero no ingenuos. Va a tener una capacidad de investigación grande, va a facilitar las condiciones para que las víctimas rindan testimonio. Hay que ver también cómo va a ser la participación de los perpetradores. En Sudáfrica iba un perpetrador, incluso a veces frente a la víctima, contaba lo que había hecho, pedía perdón y se le concedía la amnistía. Pero muchos se niegan a dar testimonio y exigen que les demuestren la culpabilidad, en el terreno judicial. Por eso: no descarguemos toda la responsabilidad de lograr la reconciliación en la Comisión de la Verdad.