CHILE

Inmigrantes sin techo sobreviven bajo carpas en Chile

Aunque en Santiago la destrucción de viviendas fue menor a la de otras localidades, en algunos sectores antiguos de esta capital se observaban grupos durmiendo en precarias carpas, después de haber perdido su vivienda o tenerla medio derruida.

28 de febrero de 2010

Fidelia Apaza, una peruana que llegó a visitar a un sobrino, se reunió en un parque aledaño con una veintena de compatriotas, muchos de ellos originarios de Cusco como ella.

Una carpa que consiguieron albergará a algunos de ellos, mientras otros se acomodarán en las piezas de vetustas casas que arriendan. La habitación del sobrino de Fidelia sufrió trizaduras importantes que la convierten en un peligro inminente y que podría desmoronarse por unas de las frecuentes réplicas del destructor terremoto.

Eleazar Tupa, de 28 años, vivía en otra de las piezas de la casa desde que llegó desde Perú hace casi un año.

"Después de lo que hemos vivido me dan ganar de volver", dijo mientras caía la noche en Santiago y sostenía en sus brazos a su hijo Reiner, de 4 meses.

La vida de emigrante no le fue fácil a Tupa, pero se encuentra satisfecho porque actualmente tiene trabajo como encargado de los mandados de una empresa.

Resignado a la adversidad, Tupa y otros emigrantes peruanos se quejaron, sin embargo, de no haber recibido ningún tipo de ayuda ni la visita del cónsul de su país.

Distinta es la suerte de otro grupo de peruanos que vivían en otra antigua vivienda, de aspecto sólido y reciente pintura, a unas 15 cuadras de allí. Tres pequeñas carpas albergan a los más atemorizados, mientras otros temerarios residentes de la casa continuaban ocupando las deterioradas piezas que arriendan y que presentan profundas trizaduras.

En total son ocho familias las que ocupaban las piezas en cuatro niveles de la casona.

José Luis Jacinto, de 28 años, trabajador de un restaurante de comida peruana, contaba que desde que salió arrancando no ha vuelto a su habitación. Para atenuar el frío nocturno tiene la compañía de su joven novia, Samantha Fernández. Ambos son originarios de Chimbote, en el norte del Perú.

El grupo de residentes peruanos tampoco ha recibido ayuda de su cónsul ni de la municipalidad capitalina, que sólo ofreció trasladarlos el lunes a un albergue. Pero no se quejan.

"Hemos recibido la ayuda de los vecinos, de taxistas que pasan, de mucha gente, que nos aportan con algo de comida o de abrigo", dijo Samantha.

También la solidaridad de los vecinos ha recibido otro grupo de residentes capitalinos de la Villa Portales, en el sector poniente de Santiago que levantaron seis carpas para que duerman sobre todo los niños. Los adultos lo hacen en un camión cubierto.

"Los vecinos se han portado de maravillas. Uno por ejemplo nos trajo anoche un caldito caliente para soportar el frío, pero de las autoridades municipales no hemos recibido nada", comentó Nancy Solís, una joven madre de cuatro niños que tiene temor de volver a su deteriorado apartamento en un tercer piso de unos de los 18 bloques de la Villa Portales.

Su padre, Patricio Solís, un vendedor de pan y empanadas, tampoco quiere retornar a su apartamento, que presenta trizaduras y daños, hasta que un funcionario determine si está habitable.

"Imagínese si ocurre otro temblor tan fuerte yo en mi silla de ruedas no puedo salir arrancando", dije.

Además de la carpas, los vecinos se han organizado para comer mediante ollas comunes.
Chile - AP.