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En febrero, EI ejecutó a 21 cristianos en una playa de Libia. El 13 de noviembre, un comando dejó 130 muertos en varios sitios de París. | Foto: Reuters

RESUMEN

ISIS: el enemigo del mundo

Las acciones de Estado Islámico, que se multiplicaron en 2015 y llegaron a un clímax con las masacres de París y California, confirmaron que la suya es una amenaza global.

19 de diciembre de 2015

El 29 de junio, Estado Islámico (EI o Isis) celebró el aniversario del califato que su líder declaró en el corazón de Oriente Medio. La fecha no podía pasar desapercibida, pues el mundo seguía de cerca sus acciones desde que sus hombres se tomaron la segunda ciudad de Irak, plantaron su bandera en decenas de ciudades de ese país y de Siria, e ilustraron su crueldad con ejecuciones públicas filmadas en alta definición. Tampoco era la primera vez que EI, también conocido como Isis, realizaba en 2015 ataques con repercusiones globales.

A comienzos de enero, un comando ejecutó en París los ataques coordinados contra el semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado judío. Tres semanas después, en Siria, sus hombres quemaron vivo a un piloto jordano, filmaron su inmolación y subieron el video a internet. Lo mismo hicieron cuando decapitaron a 21 cristianos coptos en Libia, con lo que confirmaron, además, los rumores de su llegada a ese país. Y a mediados de marzo, un comando mató a 23 turistas en el principal museo de Túnez, entre ellos dos colombianos. En paralelo, el grupo intensificó sus ataques contra los chiitas en la península arábiga, y comenzaron a destruir las obras, los museos y sitios arqueológicos de los territorios bajo su dominio.

Pero el cumpleaños del autoproclamado califato acaparó los titulares por la serie de ataques coordinados que sus seguidores realizaron simultáneamente en dos ciudades de Siria, una fábrica al este de Francia, una playa turística de Túnez y una mezquita en Kuwait. El mensaje era claro y resonó en tres continentes: las más de 400 víctimas que dejaron esos ataques demostraron que EI puede atacar cuándo, cómo, dónde y a quien sea. Este año será en efecto recordado como el que marcó la internacionalización de ese grupo terrorista.

Comenzando por Francia, donde el 13 de noviembre varios yihadistas mataron a 130 personas y dejaron más de 400 heridos en seis puntos de París y revelaron de paso la eficaz estrategia de reclutamiento a distancia de EI. En efecto, no se trataba de guerreros curtidos por el conflicto, sino de jóvenes nacidos en Europa, que se radicalizaron con rapidez, y que pudieron ir y regresar con facilidad al cuartel general de EI, en Siria.

Algo similar sucedió en Estados Unidos, cuando a principios de diciembre un estadounidense y su esposa pakistaní mataron a 14 personas. Aunque una disputa religiosa con un colega precedió el ataque, la planeación, la velocidad y el armamento empleados mostraron que se trataba del mayor atentado terrorista cometido en suelo estadounidense desde 2001. EI no participó directamente en la organización de la matanza, pero la pareja publicó un mensaje en las redes sociales en el que dedicó su acción al ‘califa’, Abu Bakr al Baghdadi. Eso confirmó las peores sospechas de las autoridades: el grupo no necesitaba ni entrenar, ni armar, ni comunicarse y ni siquiera conocer a sus sicarios. Tan solo inspirarles su mensaje de odio, suministrarles por internet las instrucciones para ejecutar matanzas aprovechando las ‘ventajas’ locales, como la facilidad para adquirir armas en Estados Unidos.

En África, donde varios países o regiones son presa del caos, EI recibió a su vez la lealtad de varias organizaciones yihadistas. El caso más notable fue el de Boko Haram, un grupo que opera entre Nigeria, Níger y Camerún y conocido por su costumbre de secuestrar niñas y asesinar civiles, que en marzo adhirió al proyecto de Al Baghdadi. Pero no fue el único. En octubre, una facción de Al Shabab, un grupo somalí antiguamente aliado de Al Qaeda, también se alineó con EI. Lo mismo hizo Valiato de Sinaí, que opera en la península egipcia del mismo nombre. Pese a ser relativamente desconocida, esta milicia fue clave en la estrategia internacional de EI al hacer estallar a finales de octubre una bomba en un avión comercial ruso, que mató a sus 224 pasajeros, la mayoría turistas de esa nacionalidad que pasaban vacaciones a orillas del mar Rojo.

Según el comunicado en el que se atribuyeron el atentado, este respondía a las acciones de los “cruzados rusos”, pues desde septiembre el Kremlin se implicó en la guerra de Siria del lado del dictador Bashar al Asad. Un vínculo que ilustra el patrón de retaliaciones que aplicó EI en 2015, para cobrar a punta de civiles muertos las bajas sufridas en sus filas en Irak y Siria.

Pues lo cierto es que pese a la llegada de cientos de yihadistas a su territorio, a su retórica triunfalista y a las divisiones entre sus enemigos, este ha sido un año difícil sobre el terreno para EI. Como le dijo a SEMANA Rodger Shanahan, investigador del Lowy Institute for International Policy, “EI ha sufrido y sigue sufriendo importantes pérdidas en el campo de batalla, tanto de hombres como de material militar. También ha tenido que ceder parte de su territorio. Es claro que la pérdida de libertad de movimiento y de control territorial ha marcado a EI en 2015”. Y esa tendencia se ha agudizado sobre todo en el último trimestre.

Pocos días antes de las masacres de noviembre en París, EI tuvo que retirarse de la ciudad de Sinjar y dejó de controlar la autopista que une Mosul y Al Raqa, lo que afectó sus comunicaciones terrestres. Durante el mismo periodo, un dron mató a John el Yihadista –el británico acusado de degollar a varios rehenes occidentales–, el Ejército sirio rompió el cerco a una importante base militar y el iraquí retomó la iniciativa en los alrededores de la ciudad de Ramadi. En noviembre y diciembre, además, el grupo perdió importantes yacimientos petrolíferos y los bombardeos destruyeron centenares de sus tanques de almacenamiento de combustible, lo que también ha afectado sus finanzas. Del mismo modo, los ataques cibernéticos occidentales les han impedido continuar con su ritmo de reclutamiento y mantener la cantidad y la calidad de sus producciones.

Esos reveses militares son sobre todo una pésima propaganda para su plan, que solo a punta de victorias militares puede cumplir con la promesa de expandirse constantemente, un elemento clave de su proyecto fanático de crear un califato invencible. Sin embargo, algunos analistas sostienen que para compensar sus pérdidas territoriales es esperable que EI siga recurriendo a atentados con un gran impacto mediático, como las matanzas de civiles en Europa o Estados Unidos, o la destrucción de los tesoros arqueológicos de Oriente Medio.