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ACUSADO

Tres años después aparece el supuesto asesino de Palme.

3 de julio de 1989

En la noche del 28 de febrero de 1986, el Primer Ministro sueco Olof Palme y su esposa se encontraron de manos a boca con la tragedia. Un hombre no identificado los esperó a la vuelta de la esquina del cine donde acababan de ver una película y les hizo varios disparos que mataron al estadista y dejaron mal herida a la mujer. Uno de los paises más civilizados de Europa, donde precisamente un Primer Ministro podía salir de noche como cualquier hijo de vecino, era testigo de un magnicidio que sorprendió al mundo entero.

Hoy, tres años más tarde, el crimen de Olof Palme recobra actualidad, con la acusación formal que presentaron las autoridades contra un hombre de 52 años de edad, con un pasado cargado de antecedentes criminales y de abuso de drogas.
Karl Gustav Christer Pettersson, un obrero desempleado, es el sospechoso sobre quien se centran todas las miradas de un país que, como Suecia, no ha podido hacerse a la idea del asesinato de su Primer Ministro.

La tardía acusación, sin embargo, no parece convencer por completo a nadie. Los investigadores no tienen evidencia forense, no han encontrado el arma mortal y ni siquiera pueden esgrimir un motivo que hubiera podido llevar a Pettersson a cometer el crimen. Los antecedentes del sujeto, que asesinó a un joven en 1970 y estuvo preso varios años en un pabellón siquiátrico, parecen haber pesado más que cualquier otra evidencia.

Lo único que los investigadores tienen contra el acusado es el testimonio de la esposa de Palme, quien estuvo cara a cara con el asesino durante varios segundos, a una distancia de unos 7 metros. Pero se espera que la defensa cuestione seriamente la capacidad de la señora para recordar con tanto detalle un suceso confuso que, además, tuvo lugar hace ya tres años.

Por otra parte, a los racionales suecos les queda difícil aceptar que su Primer Ministro haya sido asesinado por el acto impulsivo de un criminal solitario. Durante mucho tiempo se barajó una tesis según la cual el crimen habría sido cometido por izquierdistas curdos, contratados por Irán para castigar a Palme por haber suspendido la venta de armas a ese país. Esa tesis, por lo visto, ha sido abandonada por completo.

Las audiencias contra Pettersson, quien ha estado detenido desde diciembre, dilucidarán, a partir del 5 de junio, la verdad de las acusaciones, pero muchos no esperan que aclaren uno de los magnicidios más misteriosos del presente siglo.-