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Acusan en México a un joven estadounidense de 14 años por cuatro homicidios

Como delincuente juvenil el adolescente puede ser condenado a tres años de prisión como máximo.

10 de febrero de 2011

Los fiscales formularon cargos de homicidio a un joven estadounidense de 14 años que presuntamente cometió asesinatos a sueldo para un cartel del narcotráfico.
 
El menor de edad confesó el asesinato de cuatro personas cuyos cuerpos decapitados aparecieron colgados de un puente en Cuernavaca, una ciudad colonial 80 kilómetros al sur de la capital mexicana y destino turístico popular entre mexicanos y extranjeros por su clima primaveral.
 
El adolescente, identificado solamente como Édgar, fue acusado además de posesión de armas y transporte de cocaína, dijeron procuradores del estado de Morelos el miércoles por la noche.
 
Como delincuente juvenil el adolescente puede ser condenado a tres años de prisión como máximo.
 
Édgar nació en San Diego, California, pero fue criado en México por su abuela. Su hermana y él fueron arrestados en diciembre cuando intentaban tomar un avión a Tijuana, donde pensaban cruzar la frontera y reunirse con su madre en San Diego.

Se acusa a los dos hermanos de trabajar para Julio, el ‘Negro’ Padilla, un notorio narcotraficante que, según las autoridades, está luchando por el control del tráfico en Morelos. La zona era controlada por la pandilla Beltrán Leyva, que se disolvió tras la muerte de su presunto cabecilla, Arturo Beltrán Leyva, en un tiroteo con infantes de marina hace un año.

La batalla entre los que quedan de la pandilla ha provocado un aumento sin precedentes de la violencia en Morelos y el vecino Guerrero, donde se encuentra el balneario de Acapulco.

Las historias sobre un niño sicario, tal vez de 12 años, se empezaron a difundir tras la aparición en YouTube de un video en el que varios adolescentes posaban para la cámara al lado de cadáveres y armas. Un joven decía en el video que el ‘Ponchis’ era su cómplice.

Un pariente dijo que Édgar era conocido en la familia como ‘Ponchi’ porque era regordete.
 
Entregado a los procuradores federales, el niño dijo serenamente frente a las cámaras que participó en cuatro asesinatos estando drogado y bajo coacción.
 
Sus familiares dicen que no creen en la confesión. Un familiar cercano que pidió no ser identificado por miedo a las represalias, dijo a The Associated Press que en su opinión el joven era un mandadero de los criminales, pero no un sicario. Y añadió que el joven tal vez confesó los asesinatos como forma de jactancia.

AP