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Adiós a las armas

La organización terrorista vasca ETA anunció que cesará su actividad armada. <br><br> Si cumple su anuncio, sería el final de 51 años de terror en la península ibérica.

22 de octubre de 2011

Acosada por la persecución policial, el rechazo social y su creciente pérdida de poder militar y político, la banda terrorista ETA sorprendió al mundo al comunicar el "cese definitivo de su actividad armada", pero algunos analistas advierten que este grupo no se ha disuelto completamente, ni entrega sus armas, y que continúa como "amenaza latente" para negociar la salida de prisión de sus 700 presos.

En sus 51 años de historia, ETA ha asesinado a 858 personas, más de la mitad civiles. Su primera víctima fue una niña, Begoña Urroz, muerta en una explosión en San Sebastián en 1960, y la última, un gendarme francés, Jean-Serge Nerin, fallecido en un tiroteo en marzo de 2010. Su golpe más sonado, y con el que ganó muchas simpatías en toda España, fue el asesinato, en 1973, del entonces presidente del Gobierno y mano derecha del dictador Francisco Franco, el almirante Luis Carrero Blanco.

"Pero no hay que olvidar que la mayor parte de la actividad terrorista de ETA ha ocurrido durante la democracia; son 35 años de asesinatos e intimidación en tiempos democráticos que no se olvidan con una simple declaración de una banda de carácter abiertamente terrorista y antidemocrática", enfatizó a SEMANA el analista político vasco Josu Usabiaga.

Lo cierto es que el fin de ETA es el resultado de muchas presiones sobre la banda. Por una parte, según fuentes policiales de la lucha antiterrorista consultadas por SEMANA, a ETA solo le quedan hoy entre cincuenta y sesenta miembros en activo y en libertad. Los golpes policiales de los últimos años han menoscabado las fuerzas de la banda, tras la captura, una tras otra, de sus líderes y sus cúpulas.

Pero la mayor presión, además del rechazo social generalizado, ha sido el cambio de postura de las organizaciones políticas que eran afines a la banda, sobre todo los partidos nacionalistas y soberanistas, la llamada izquierda abertzale, que venía pidiendo el fin de ETA. El alejamiento de la izquierda abertzale surgió tras el atentado terrorista de la terminal de pasajeros del aeropuerto de Barajas, el 30 de diciembre de 2006, con el que ETA rompió su anterior tregua, y este repudio a la acción armada se fue fortaleciendo en los últimos años, hasta poner contra las cuerdas a la banda y forzarla a declarar el cese de la violencia.

El golpe político más contundente se lo asestó la coalición de la izquierda abertzale, Bildu, que en las pasadas elecciones regionales de mayo en el País Vasco obtuvo la más alta votación de su historia, se convirtió en la principal fuerza política y logró 74 alcaldías con mayoría absoluta y 22 con mayorías relativas. En ese momento, uno de los líderes de la izquierda abertzale, Rufino Etxeberria, dijo: "La decisión de ETA ya está tomada".

Luego, la izquierda abertzale recurrió al Grupo Internacional de Contacto, para que organizara una Conferencia Internacional en San Sebastián el pasado 17 de octubre, y consiguió que seis personalidades internacionales, entre ellos el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, los exprimeros ministros de Irlanda y Noruega, el exministro francés de Interior Pierre Joxe, el ex jefe de gabinete de Tony Blair Jonathan Powell y el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, reclamaran a ETA el fin definitivo de la violencia. Tras esta conferencia, la banda declaró el cese de su actividad armada.

"Ahora se abre una larga etapa de negociación sobre los presos de la banda, porque ETA hoy es fundamentalmente sus más de 700 presos; en su comunicado, ETA llamó a los gobiernos de España y Francia a abrir un 'diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto', lo que parece significar que ahora solo piensa en sus presos, y al no declarar su disolución ni la entrega de sus armas, ETA queda como una amenaza latente solo para negociar la salida de sus reclusos", aseguró a SEMANA el analista político Fernando Rivero, de la Universidad Complutense de Madrid.

Además de los cincuenta o sesenta miembros libres de la organización, ETA tiene un grupo de deportados o escapados, especialmente en Cuba y Venezuela, y el grueso de la banda son los 703 reclusos: 559 en España, 140 en Francia, uno en Portugal, uno en Reino Unido, uno en Irlanda y uno en México. En los últimos años, muchos de estos presos han repudiado los crímenes de ETA y han pedido a la banda el fin de la lucha armada, entre ellos, el líder del ilegalizado partido Batasuna, Arnaldo Otegui, quien recientemente fue condenado a diez años de cárcel por colaborar con ETA.

Sobre los presos de ETA, las asociaciones de víctimas piden que la política penitenciaria no se convierta "en una política de gracia" con excarcelaciones anticipadas. El hecho es que, para analistas y políticos, el proceso por seguir con los presos de ETA "durará años", hasta que la sociedad consienta que los autores de atentados terroristas puedan salir en libertad en poco tiempo. Pero todos en España esperan que, dentro de muy poco, ETA al fin anuncie su disolución y entregue sus armas. Solo así se dará por cerrada esta herida.n