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En sus discursos ante las decenas de visitantes extranjeros, Raúl Castro ha dejado en claro que quiere dialogar con Estados Unidos. Arriba, Fidel recibió en su lecho de enfermo a Hugo Chávez. Nadie sabe qué tanta es su gravedad, pero nadie espera que vuelva a gobernar

Cuba

Adiós a Fidel

El año termina con cambio de guardia. Castro no regresará al poder, y la transición ya comenzó.

16 de diciembre de 2006

Durante muchos años, la mayoría de los exiliados cubanos de Miami y muchos políticos de Washington esperaron el día en que cayera Fidel Castro. Se imaginaban que las turbas en La Habana, en una orgía de violencia al estilo de la Rumania de Nicolae Ceausescu, pedirían a gritos recuperar los casi 50 años perdidos bajo la "férula comunista".

Por eso, cuando al fin llegó el día en que Castro enfermó y debió ceder sus funciones, miles de cubano-norteamericanos salieron en la capital del sol a celebrar la caída del tirano. Pero en contraste, en la capital cubana nada pasó. Luego de que el gobierno anunció que Castro había sufrido una "crisis intestinal con sangrado", se conoció que el líder entregaba el poder "transitoriamente" a su sucesor, su hermano Raúl, con un grupo de seis colaboradores del más alto nivel. La gravedad del enfermo se convirtió, muy al estilo del régimen, en un secreto de Estado. Sin embargo, los cubanos acogieron la versión oficial de que la recuperación del líder era sorprendente. Y aceptaron sin mayor cuestionamiento que las celebraciones por su cumpleaños 80 se pospusieron para el 2 de diciembre, para coincidir con los 50 años de su desembarco en Cuba.

El periódico oficial, Granma, publicó el 12 de agosto unas fotos de Fidel que no hicieron otra cosa que aumentar las especulaciones. Dos días más tarde, y para contrarrestar ese efecto, la televisión emitió imágenes en las que aparecía conversando con el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías. Y el 6 de octubre, la revista Time afirmó que el Presidente cubano sufría cáncer terminal.

Llegó el 2 de diciembre y a pesar de la constelación de luminarias internacionales que llegó a celebrar, y del inocultable fervor popular, Castro tampoco apareció. Si había alguna duda de que la presidencia de Raúl era irreversible, se disipó. Hoy no se sabe qué pasa, y los rumores sobre su muerte son cada vez más fuertes, pero sólo una cosa parece confirmada: nunca regresará al poder.

Pero Cuba sigue su marcha. Raúl, más apreciado por su capacidad organizacional que por su carisma, ha asumido en pleno. Los expertos dicen que mientras viva Fidel, no habrá grandes reformas. Pero, como dijo a SEMANA Brian Latell, ex analista de la CIA, "Raúl es pragmático, quiere hacer cosas y tener una mejor relación con Washington".

Y de hecho, en los discursos Raúl dejó claro que quiere dialogar. La reacción del departamento de Estado ha sido mantenerse en la poco creíble línea de hablar sólo con un gobierno escogido en elecciones multipartidistas. Pero nada indica que esa política, que lleva décadas sin dar resultados, los consiga ahora. La transición se da en un ambiente internacional favorable: Cuba tiene relaciones con 160 países, hay estudiantes de medio mundo en sus establecimientos educativos, sus médicos prestan servicios en más de 50 países, y sus índices sociales siguen siendo mejores que los de muchos países. La nueva fuerza de la izquierda en América Latina le favorece, y la Venezuela de Hugo Chávez le entrega 2.000 millones de dólares en petróleo al año a cambio de sus servicios profesionales. Cuba sigue siendo un símbolo de independencia y nacionalismo frente a Estados Unidos.

Por eso, aunque vuelva a salir a celebrar, pocos creen que las reivindicaciones de la comunidad cubana en el exilio cuando muera Fidel tendrán posibilidades de realizarse. La dirigencia que Castro dejó al mando está consolidando un nuevo gobierno, y adelantará reformas muy significativas cuando el líder muera. Ya no estará de por medio la revolución mundial, como soñó su jefe. Pero sí la supervivencia de la idea de que un país como Cuba, y una región como Latinoamérica, tiene derecho a decidir su destino. n