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El ataque de un C-130 Gunship al hospital de Médicos sin Fronteras se prolongó durante más de una hora y dejó 22 muertos. Se teme que esa cifra aumente, pues hay 24 desaparecidos. | Foto: A.F.P. / A.P.

AFGANISTÁN

¿Por qué Estados Unidos bombardeó el hospital en Afganistán?

Mientras Washington le da lecciones a Rusia sobre cómo comportarse en Siria, su Ejército lanza una lluvia de bombas contra una clínica de Médicos sin Fronteras.

10 de octubre de 2015

Ha pasado una semana desde el bombardeo estadounidense contra un hospital de Médicos sin Fronteras (MSF) en Afganistán, y ni siquiera las disculpas ofrecidas por el presidente Barack Obama a la presidenta de esa organización humanitaria, Joanne Liu, han mitigado el rechazo internacional por la muerte de 22 personas, entre ellas tres niños. Se trata de un caso que viola de manera flagrante el derecho internacional humanitario y que hace pensar si la comunidad de países es muy blanda con Washington cuando se lleva por delante vidas inocentes.

El hospital había sido fundado por Médicos sin Fronteras en Kunduz, una ciudad en el norte de Afganistán donde los talibanes reaparecieron hace dos semanas y se enfrentaron con las tropas afganas. La organización informó previamente a las partes las coordenadas del centro médico, justamente para que se respetara la vida de los pacientes, de los doctores, de las enfermeras y de los otros empleados.

Pero el sábado 3, poco después de las dos de la mañana, durante más de 80 minutos una lluvia de bombas cayó sobre el lugar. El martes, ante el repudio general, los estadounidenses expidieron un comunicado en el que admitieron que un Hércules AC-130 Gunship había causado ese “daño colateral”. La respuesta, de por sí insuficiente, agudizó la indignación mundial, pues existen serias sospechas de que el Ejército norteamericano buscaba eliminar a toda costa a los talibanes que estaban siendo atendidos en el hospital, incluso a sabiendas de que estaban heridos, desarmados y en un área protegida por el derecho internacional. De hecho, el ataque se prolongó media hora después de que los directivos del centro médico exigieron a las autoridades detener el bombardeo.

Y es que el hecho de que el ataque se produjera contra un hospital de MSF producía más inquietud. Esa organización se ha ganado a pulso el respeto de medio mundo desde su fundación en París en 1971 por un grupo de médicos y periodistas. El organismo, que desde entonces se ha dedicado a apoyar a personas que requieren atención médica en zonas de conflicto y que ahora cuenta con unos 5 millones de socios, ha recibido el Premio Príncipe de Asturias en España y también, en 1999, el Nobel de la Paz.

 Así las cosas, Obama no tuvo más remedio que levantar el teléfono en la Casa Blanca y llamar a Liu para ofrecerle disculpas, quien reaccionó como tenía que ser: con indignación. Para empezar, denunció que el bombardeo viola las Convenciones de Ginebra, la primera expedida en 1864 y la cuarta y última en 1949, que constituyen la piedra angular del derecho internacional humanitario. Y pidió una investigación a cargo de la Comisión Internacional Humanitaria, creada en 1991. Liu fue clarísima. “Las Convenciones de Ginebra son la diferencia entre la vida y la muerte para los equipos médicos que están en la primera línea de la guerra” y “la investigación debe llevarse a cabo para que esto no se repita”.

En efecto, la idea de que el ataque fue un crimen de guerra gana terreno a medida que se conocen los detalles del bombardeo. Pero ¿tendría futuro una investigación sobre ese caso? Por desgracia, no. Si bien Estados Unidos es uno de los 196 países que han suscrito estas convenciones, ni Washington ni Kabul reconocen la autoridad de la Comisión Internacional Humanitaria.

Si otra nación hubiera sido la responsable, le habrían llovido rayos y centellas. Como le dijo a SEMANA Juan Carlos Hidalgo, investigador del Cato Institute, un conocido think tank en Washington, “esto demuestra otra torpeza de la política de Estados Unidos en el Medio Oriente pues, poco después de que Washington advirtiera a Rusia de que no debía causar víctimas inocentes al atacar Siria, su fuerza aérea vuela un hospital de MSF”. Y concluyó: “Lo más trágico de todo, aparte por supuesto de las víctimas, es que esta puede ser la primera vez en la que un premio nobel bombardea a otro”.