Home

Mundo

Artículo

V E N E Z U E L A    <NOBR></NOBR>

Al caído caerle

Una rebelión de oficiales activos en Venezuela acentuó la polarización social y la crisis de gobernabilidad.

26 de febrero de 2002

No habia terminado el escándalo por la celebración del aniversario de la intentona de golpe del presidente Hugo Chávez cuando él mismo fue víctima de una rebelión militar que puede comprometer su mandato.

Todo comenzó con una intervención imprevista en un foro sobre democracia y libertad de expresión. Pedro Luis Soto, un coronel de la Fuerza Aérea venezolana, llegó al evento acompañado de un pequeño grupo de militares. Tras unas cuantas intervenciones planilladas Soto tomó la palabra sin haber sido anunciado. El coronel pidió públicamente la dimisión de Chávez y la convocatoria de elecciones para formar un nuevo gobierno. “Nosotros no queremos dar un golpe de Estado, lo que queremos es que la sociedad civil saque a Chávez y haga un gobierno civil”, aclaró. Según Soto, su posición es apoyada por la mayoría de oficiales y suboficiales de Venezuela.

Aunque el comandante general de la aviación explicó que la rebelión de Soto era producto de su descontento personal porque no había sido ascendido, al día siguiente ésta fue respaldada por un grupo de oficiales que también pidieron la renuncia de Chávez. Entre ellos se encontraban el capitán activo de la Guardia Nacional Pedro José Flores, los coroneles retirados Hidalgo Valero y Silvino Bustillos y el capitán Luis García Morales, quien fue dado de baja hace un año por grabar un video en el que criticaba al mandatario y alentaba un levantamiento militar contra el gobierno. García Morales sostiene que hay 1.500 oficiales y suboficiales de las cuatro fuerzas armadas venezolanas dispuestos a “defender la democracia”.

El ministro de Defensa, José Vicente Rangel, y el inspector de las fuerzas armadas, general en jefe Lucas Rincón, han tratado por todos los medios de poner en cintura a los oficiales rebeldes a fin de abrirles expedientes disciplinarios. Sin embargo ellos no están dispuestos a entregarse voluntariamente sin antes impulsar un movimiento civil a favor de la democracia y la defensa de la libertad, como en efecto han convocado en las plazas y calles de Caracas.

Ante la insubordinación militar los diputados oficialistas Nicolás Maduro y Cilia Flores acusaron al ex presidente Carlos Andrés Pérez de tramar la conspiración desde Nueva York para desestabilizar el país. Pérez negó que esta acusación sea cierta. Como dijo a SEMANA: “No es cierto que esté conspirando. Como ciudadano estoy luchando para restituirle la democracia al país”.

Pero dejando de lado la posibilidad de esta conspiración, lo cierto es que la rebelión militar llegó en un momento en que la mayoría opositora está convencida de la necesidad de unirse y arrinconar a Chávez. El mandatario los provocó cuando decretó fiesta nacional el 4 de febrero para celebrar la intentona golpista que encabezó hace 10 años para derrocar al ex presidente Carlos Andrés Pérez. Las movilizaciones en la calle y el retumbar de las cacerolas no se hicieron esperar. La celebración del 4 de febrero para el oficialismo, fue conmemorada por la oposición como un día de luto por los caídos en la asonada militar.

Las encuestas también reflejan lo que ocurre en la calle. El último sondeo de Consultores 21 sostiene que la popularidad del mandatario ha caído de 85 por ciento hace tres años a 21 por ciento en diciembre pasado. En las preferencias electorales Chávez ha bajado al quinto lugar por debajo del diputado Julio Borges y el gobernador Enrique Mendoza. La empresa Alfredo Keller afirma que su caída de popularidad es de 30 por ciento.

En este escenario de polarización de la sociedad y descenso en la popularidad de Chávez, la rebelión militar y las protestas civiles son, para muchos, síntomas de la peligrosa debilidad en la que ha caído el mandatario venezolano.