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ALERTA ROJA

Alarma general en Managua ante nuevos riesgos de invasión USA

10 de diciembre de 1984

Corta fue, en realidad, la celebración de los nicaraguenses de la exitosa experiencia de sus primeras elecciones generales desde la caída de Anastasio Somoza, hace cinco años. Dos días después de que Mariano Fiallos, el presidente del Consejo Supremo Electoral --organismo encargado de organizar los comicios del 4 de noviembre y supervisar el conteo de los votos-- declarara que el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) había obtenido el 66% de los sufragios, según los primeros escrutinios (ver recuadro), al menos dos fragatas norteamericanas y dos aviones de guerra de la misma nacionalidad iniciaron operaciones en aguas y espacio aéreo nicaraguense, creando uno de los momentos más tensos de los últimos años entre los dos países.

Todo parecía haber comenzado en la mañana del 7 de noviembre. Un caza, que momentos antes había decolado de un barco de guerra norteamericano, realizó una maniobra de acercamiento hacia el puerto de Corinto, en la costa Pacífica de Nicaragua. Tal movida puso de inmediato en actividad las baterías antiaéreas que custodian el lugar, considerado como el principal centro de abastecimiento militar y comercial de Nicaragua. El avión tuvo que replegarse, en efecto, pero dos fragatas emprendieron enseguida una especie de acción envolvente contra un buque carguero de bandera soviética que navegaba a cinco millas de Corinto. Sin ser del todo bloqueado en su curso, el barco pudo finalmente llegar a puerto ese mismo día e iniciar un rápido descargue de sus containers. ¿Qué había pasado? Según admitió posteriormente una fuente en el departamento de Defensa norteamericano, el buque ruso, apellidado Bakuriani, era sospechoso de contener en sus bodegas cierto material bélico considerado por Washington como "estratégico": aviones caza-bombarderos Mig-21, uno de los más eficientes aviones de combate del mundo. A la altura de esa fecha, ya habían sido varios los cables de algunas agencias norteamericanas de noticias que, citando enigmáticos "diplomáticos occidentales", aseguraban que nicaragua iba a recibir pronto un lote de tales aviones. Por ello, interceptar dicho carguero o detectar su contenido se había convertido en la prioridad número uno de la Marina de guerra norteamericana en esas aguas.

Sin embargo, un ingrediente adicional aún faltaba por entrar a escena: el evasivo y legendario avión de reconocimiento SR-71 norteamericano, del cual se cuenta que recorre impunemente el bien protegido espacio aéreo cubano en poco menos de 10 minutos, para fotografiar cuanta instalación militar puede haber en la isla. El tal avión, que algunos llaman Blackbird (Pájaro negro), estaba destinado a convertirse en el personaje de la semana: en escasos seis días hizo cuatro apariciones sobre Nicaragua causando pánico entre la población y poniendo al rojo vivo las maltrechas relaciones entre los gobiernos de Managua y Washington.
La misión del SR-71 consistía aparentemente en fotografiar el descargue del Bakuriani y descubrir los lugares a donde irían los contenedores que supuestamente albergaban los Mig-21 desarmados. Empero, el Black-bird no se limitaría a esa misión. Conocedor de la incapacidad nicaraguense para interceptarlo, se dedicó a pasar sobre las mayores ciudades nicas y sobre cuanto camino, fábrica y complejo eléctrico se le atravesó en su veloz carrera. En Washington, ante las elocuentes como inútiles reclamaciones diplomáticas del canciller Miguel D'Escoto por tales irrupciones del SR-71, sobraban las justificaciones. Una de ellas, digna del novelista Ian Fleming, decía que los satélites espías norteamericanos habían detectado desde el cosmos la desaparición de ciertas cajas en puertos soviéticos del Mar Negro; que esas cajas usualmente contenían partes desarmadas de los temibles Mig-21; que esos containers extraviados probablemente estaban en camino hacia Managua, etc. Ante esas acusaciones y el reiterado ir y venir del Blackbird, las autoridades de la URSS, de Checoslovaquia y de Nicaragua respondieron de inmediato. Negaron que el país centroamericano estuviera recibiendo Migs,y subrayaron que de lo que realmente se trataba era de que Estados Unidos estaba buscando un pretexto para invadir a Nicaragua. "No hay que preocuparse por ese bote", dijo casi en forma sardónica Anatoly Dobrynin, el veterano embajador soviético en Washington, mientras el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, recibía seguridades de Moscú de que no había despachado Migs a Corinto. De todas formas, Nicaragua pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para analizar "las amenazas y las escaladas de agresión y provocación de Estados Unidos."

El momento más crítico se presentó en la noche del jueves 8 cuando todo el mundo en Managua esperaba que de un momento a otro la aviación estadounidense abriera fuego contra el Bakuriani y las bodegas de Corinto. Ese día el temible Pájaro negro había sobrevolado cinco ciudades del país rompiendo vidrios aquí y allá con su estampido, anunciando algo muy feo. También la fragata USS Paul dotada de misiles último modelo había sido vista en el Golfo de Fonseca. Fue tal la alarma que en improvisada aunque nutrida manifestación en la Plaza de la Revolución, donde el pasado 31 de octubre el FSLN había cerrado su campaña electoral ante más de 200 mil espectadores, Jaime Wheelock, uno de los nueve comandantes sandinistas, ordenó a los 20.000 estudiantes del país sumarse a las fuerzas de defensa. "Preferimos ver perderse el café que ver caer nuestra soberanía nacional", dijo Wheelock. Tal estado de nervios había comenzado a crecer, en realidad, desde el 30 de octubre, cuando un SR-71 hizo su primer vuelo espia de estos meses sobre el país. A la misma hora, otros dos aparatos artillados --un helicóptero y una avioneta-- provenientes de Honduras, atacaban el poblado de Santa Clara, sin poder causar mayores daños a la población. Los vuelos habían sido acompañados de "revelaciones" de las fuerzas antisandinistas en el sentido de que en el ataque a Santa Clara habían muerto "varios asesores militares cubanos y libios", cosa que fue desmentida por Daniel Ortega el 2 de noviembre ante 200 periodistas extranjeros reunidos en Managua para cubrir las elecciones.

Por fortuna la tensión se redujo un poco dos días después de la orden de Wheelock a los estudiantes, cuando se supo que funcionarios de Washington habían admitido, por primera vez, que en realidad ningún Mig había sido descargado en Nicaragua y que no había evidencias de que el Bakuriani llevara avión alguno en sus entrañas .

Fue un alivio precario pues pronto Estados Unidos volvió a la carga. Sus agentes establecieron que el buque ruso había descargado cuatro helicópteros de combate checos (lo que fue confirmado parcialmente por el primer ministro Strougal de ese último país) así como misiles, lanchas rápidas, equipos de radar y nuevas piezas de artillería antiaérea. A pesar de que una fuente del Pentágono mismo indicó que todo eso era material de guerra defensivo, Washington hizo saber que impediría ese traspaso de armas a Nicaragua, incluso mediante el uso de la fuerza, ya que esos descargues están "provocando un desequilibrio" en la región. Asomaron pues en la prensa norteamericana indicios de un nuevo curso de acción del gobierno de Reagan para detener los suministros de armas: se trataba de un conjunto de medidas que incluyen desde la riesgosa intercepción en alta mar de cargueros soviéticos, hasta el aumento de la presencia militar norteamericana en el itsmo, la reanudación de amplias maniobras militares con Honduras y El Salvador y el incremento de la ayuda a los "contras", prohibida por cierto en semanas pasadas por el Congreso.

Como en tales planes no aparecía la palabra invasión a Nicaragua mediante marines, sino esa variante "menos dura", algunos especulan que de alguna manera el Departamento de Estado se ha impuesto momentáneamente sobre el Pentágono, siempre más agresivo que el primero, tras un intenso debate interno sobre opciones en Nicaragua. De todas formas, la Unión Soviética, sus aliados, y Managua misma, no parecen estar dispuestos a "bajar la guardia". Se dice que otros dos barcos rusos viajan a Corinto y que un segundo carguero soviético, el Emliptika, llegó en la tarde del sábado 10 a Corinto con nuevo material de guerra. Lo más interesante, no obstante, fue la advertencia soviética a Estados Unidos, sin antecedentes en estos años, que de suceder una agresión norteamericana a Nicaragua, Moscú tomará represalias contra Estados Unidos "no sólo en América Central sino más allá de la región". Cuba fue no menos clara al ordenar a sus agentes en Nicaragua participar en la defensa del país en caso de intervenir Estados Unidos contra Nicaragua. Esto, más la declaración de Libia en apoyo del régimen de Managua, le ha dado al diferendo USA-Nicaragua una dimensión extra-continental explosiva.

Aunque algunos creen que los temores de Nicaragua y Cuba (quien también se prepara intensamente para repeler un eventual "castigo" norteamericano) son "pura paranoia", pues USA no querrá involucrarse en una guerra tipo Vietnam en Centroamérica por los inmensos costos militares y políticos que ello implicaría para la administración republicana, otros menos optimistas señalan que aun nadie a ciencia cierta conoce los designios que se ocultan tras las enormes maniobras militares Quick Thrust (Penetración Rápida) que se efectuarán en Georgia a partir del próximo 30 de noviembre, con 15.000 soldados norteamericanos adscritos a divisiones de infantería mecanizada, asalto aéreo y aerotransporte. A esos ejercicios se sumarán otros --aducen estos analistas-- como el previsto para los próximos días entre tropas norteamericanas, salvadoreñas y hondureñas y que llevarán el nombre del Pino Alto III. Según el Washington Post, en tales maniobras, se harán ejercicios de bloqueo naval y aéreo a la costa occidental de un hipotético país que bien podría ser Nicaragua. Y algo más. Según el New York Times, en estos días se hallan 25 navíos de guerra USA en pleno Mar Caribe, incluida la fragata Iowa destinada a maniobras "no anunciadas" y de "fácil alcance de Nicaragua".

Ante la superioridad de esas fuerzas, el directorio sandinista no descarta la posibilidad de que ciertas partes del país puedan ser tomadas por los invasores, en la primera fase de la lucha. Ante esa eventualidad, la junta de gobierno se estaría preparando para resistir a largo plazo. Se rumora que los nueve comandantes sandinistas, en caso de que una plaza como Managua llegue a caer, serían adscritos, uno por uno, a las nueve regiones en que ha sido redefinido el país. "Así el imperialismo tendrá que encarar nueve guerras de liberación, en lugar de una sola", dijo en Managua a SEMANA un activista de esa corriente, al explicar ese punto. Según la fuente, cada Comandante tendrá plena autonomía para organizar la economía de la región y dirigir a la población en la resistencia, fraccionando obligatoriamente a las fuerzas de ocupación las cuales "no tendrán día ni lugar sin que se les hostigue y ataque".

Otros miran hacia la reunión en Brasilia de la OEA, como la única tabla de salvación, ya que allí los representantes de Contadora podrán presionar para que las partes en conflicto en Centroamérica suscriban un arreglo político. Pero esta iniciativa podría verse descartada una vez mas ante las nuevas objeciones que Honduras, El Salvador y Costa Rica bajo la batuta de la Casa Blanca, según documento revelado por la prensa norteamericana, erigieron hace unas semanas para obstruir a Contadora en toda su línea.-
Eduardo Mackenzie, enviado especial

Hablan los observadores colombianos
Entre los 400 observadores de los cinco continentes invitados por el gobierno sandinista como testigos de las elecciones nicaraguenses se encontraban cinco colombianos, miembros de una comisión multipartidista de diputados de la Asamblea de Cundinamarca. Adolfo León Bejarano, presidente de la Asamblea y conservador pastranista; José Ricardo Tafur, liberal oficialista; Mauricio Trujillo, del Frente Democrático y Rafael Ballen y Pedro Julio Sánchez del Nuevo Liberalismo integraron la comisión que a fines de la semana pasada, de regreso al país, rindió un informe sobre el proceso electoral observado.

La mayoría de los miembros de la comisión confiesa haber viajado a Nicaragua "muy prevenidos, pensando que las elecciones iban a ser una farsa". El liberal oficialista, José R. Tafur, asegura que "estábamos convencidos de que se trataba de un ejemplo más de democracia dirigida y manipulada". Bejarano por su parte asegura que en los testimonios grabados que recogieron en Managua y otras ciudades visitadas el día de las elecciones "consta no sólo que existe una gran libertad para expresarse frente al gobierno sino que la gente se sentía satisfecha por la posibilidad de volar y no se sentía manejada". Ballen se declaró impresionado "por el mecanismo de votación que asegura totalmente que el voto sea secreto pues al depositarlo el elector lo hace oculto tras una cortina donde marca en la papeleta de voto el partido por el cual desea sufragar". Trujillo y los demás miembros de la comisión recalcaron que el gobierno entregó 9 millones de córdobas (unos 35 millones de pesos) a cada uno de los partidos inscritos para financiar sus campañas. "Además --anotó Tafur-- todos los partidos participantes, con cuyos directorios conversamos, aceptaron no sólo haber recibido y utilizado el dinero, sino haber aprovechado la media hora semanal de televisión puesta a su disposición por el gobierno sandinista".

"Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con la forma como los sandinistas están gobernando a Nicaragua, pero lo que no puede es desconocer la legitimidad de las elecciones de ese país", agregó Trujillo. Realmente, los cinco diputados regresaron "descrestados" y así lo anotan al final del informe: "concluimos que el proceso electoral de Nicaragua fue libre, limpio, democrático y que de él no tienen sino que aprender los partidos políticos colombianos".

Las cifras claves
Contra lo que se creyó en algún momento, la segunda fuerza electoral en Nicaragua, después de los sandinistas, es el Partido Liberal Independiente (PLI) quien obtuvo 14.767 votos en el recuento de 617 de las 3.892 juntas receptoras de votos que el Consejo Supremo Electoral (CSE) instaló en todo el país. Tal escrutinio -el 15.8% del total de los centros de votación- dado a conocer por el CSE en lam añana del 5 de noviembre, otorgó al Frente Sandinista 87.952 votos, lo que equivale al 66% de los votos emitidos. El tercer lugar lo ocupó el Partido Conservador Demócrata (PCD) - a quien las encuestas le auguraban el segundo lugar- con 14.368 votos. Después, en su orden siguieron: el Partido Popular Social Cristiano (PPSC) con 7.757 votos; el Partido Socialista Nicaraguense (PSN) con 7.749 votos; el Partido Comunista de Nicaragua (PCN) con 1.866 y el último lugar fue para el Movimiento Acción Popular (MAP) con 1.207 votos.

Del total mencionado de centros de votación, sólo 11 (en zonas aledañas a Honduras) no pudieron funcionar por el hostigamiento de los grupos "contras". La abstención fue de un 18%. Según el CSE esto se explica porque muchos ciudadanos no pudieron trasladarse al lugar donde se habían inscrito previamente. Tal fue el caso de los militares movilizados en las zonas de guerra. Pero el 82% de los ciudadanos que se inscribieron concurrieron a las urnas. No en todas partes ganó el Frente Sandinista. En el pueblito de Muy-Muy, en Matagalpa, ganó las elecciones el PCD.

Las cifras mencionadas le permitirán a los sandinistas gobernar a Nicaragua durante los próximos 6 años, a partir del 10 de enero próximo, fecha en la cual la junta de gobierno cesará en sus funciones. E.M.