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Donald Trump en su intervención en el discurso del Estado de la Unión de 2018. | Foto: Pablo Martinez Monsivais // AP

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¿Usará Trump el discurso del Estado de la Unión para incendiar aún más la casa?

El presidente de Estados Unidos ofrecerá su alocución anual con una popularidad por los suelos y muchas tareas pendientes. Si decide declarar el Estado de Emergencia para conseguir recursos para su muro, creará una tormenta política en Washington. ¿Se atreverá a hacerlo?

5 de febrero de 2019

El discurso anual sobre el Estado de la Unión es, desde mediados de los años sesenta, cuando se televisó por primera vez en horario triple A, la oportunidad perfecta para que los presidentes estadounidenses se dirijan a sus ciudadanos en un espacio privilegiado y den a conocer los logros del año que pasó y las tareas para el que viene. Algunos, como el presidente Bill Clinton, lo aprovecharon en su momento para mejorar sus decaídos índices de popularidad.

Esta noche, Donald Trump entrará a la Cámara Baja con una imagen muy deteriorada por cuenta de varios factores, como el reciente cierre parcial del gobierno que afectó a unos 800.000 empleados federales; la investigación en su contra por su posible involucramiento en la llamada trama rusa, la detención de varios miembros de su círculo cercano y una economía que por primera vez en sus dos años de mandato da señales de estancamiento.

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Sus índices de aprobación nunca han superado el 56 por ciento (según datos del portal Politico) y en los últimos meses se han desplomado al rededor del 40 por ciento. Según la encuesta Gallup, es el presidente más impopular de la historia, desde que se tienen registros en 1937.

Desde que fue elegido, el mandatario se ha caracterizado por ser una figura divisiva para quien es muy difícil ganar nuevos adeptos.

Después de que la semana pasada Nancy Pelosi, la líder Demócrata en la Cámara de Representantes, le retirara la invitación para dar su discurso por cuenta del cierre de gobierno, esta noche por fin el presidente se presentará ante el parlamento, a las nueve de la noche, hora de Washington.

Se espera que más que un llamado a la unidad nacional, Trump se dirija a su base. Desde que fue elegido, el mandatario se ha caracterizado por ser una figura divisiva para quien es muy difícil ganar nuevos adeptos. En otras palabras, lo más probable es que no invierta demasiado tiempo en convencer a quienes sabe que nunca se pondrán de su lado.

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Por eso, a pesar de que intentará hablar en tono optimista y haciendo llamados a la unidad bipartidista, es seguro que se enfocará en temas que le interesan sobre todo a sus seguidores y que le ayuden a recuperar ese 15 por ciento que hoy lo aleja de sus mejores puntuaciones en las encuestas. Para lograr ese fin, sacará a relucir el que es quizá su único éxito contundente: la reforma tributaria que le ha permitido la creación de unos 300.000 nuevos empleos, según los últimos reportes.

Los análisis previos sugieren que Trump pedirá la cooperación bipartidista en temas como proyectos de infraestructura y la reducción en el precio de las medicinas por prescripción. Dedicará algunos minutos a analizar su política exterior, lo que incluirá la anunciada retirada de tropas en Oriente Medio y su nueva cruzada en Venezuela (uno de los invitados por parte de los republicanos el el encargado de negocios proclamado por Juan Guaidó, Carlos Vecchio). Sin embargo, temas más álgidos, como la política migratoria, se llevarán el protagonismo.

Insistirá en el muro

Se anticipa que el presidente hablará de inmigración y repetirá los argumentos con los que ha defendido la necesidad de construir un muro en la frontera con México. El tema es uno de los caballos de batalla más efectivos entre sus seguidores y una promesa incumplida que lo atormenta.

El muro, que los demócratas se niegan a financiar, produjo el reciente cierre de gobierno de 35 días (el más largo de la historia), y amenaza con uno nuevo dentro de 10 días si los partidos, como se prevé, no logran ponerse de acuerdo

El muro, que los demócratas se niegan a financiar, produjo el reciente cierre de gobierno de 35 días (el más largo de la historia), y amenaza con uno nuevo dentro de 10 días si los partidos, como se prevé, no logran ponerse de acuerdo en el tema. Se da por descontado que la mayoría demócrata en la cámara seguirá negándole los 5.700 millones de dólares que pide para la barrera que han calificado de “inmoral”.

Contexto: Pelosi se niega a financiar el muro con México

De ahí que se especule con la posibilidad de que el mandatario utilice la ocasión para anunciar de forma unilateral el Estado de Emergencia, que le permitiría desviar fondos de otros programas para el muro y evitar el trámite por el congreso. Sin embargo, es poco probable que eso ocurra.

Aunque la personalidad explosiva e impredecible del mandatario abra esa posibilidad, en sus propias filas le han recomendado no hacerlo. Hacer un anuncio de ese calibre en un acto que por tradición es políticamente correcto provocaría una reacción mediática incluso más fuerte de la contraparte. Además, muchos dudan de la legalidad de la medida y pronostican que tiene altas posibilidades de ser bloqueada en las cortes.

Mensajes desde las tribunas

Como es tradición, el recinto contará con la presencia del parlamento en pleno (cámara y senado), el alto mando militar, los jueces del tribunal supremo, el gabinete e invitados especiales.

Los medios no han pasado por alto la gran diferencia que se verá en las bancadas demócratas y republicanas, pues Trump hablará ante el grupo de senadores y representantes demócratas más heterogéneo de la historia en términos raciales y de género. En contraste, el grueso de los miembros de su partido serán los mismo hombres blancos de siempre.

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A su espalda se verá la constatación más clara de esa realidad: su vicepresidente, Mike Pence, se sentará junto a Nancy Pelosi, la férrea líder de la mayoría demócrata que se ha convertido en la piedra en el zapato del gobernante con su negativa a llevar a cabo el muro.

Los demócratas aprovecharán para enviar varios mensajes desde las tribunas. Habrá muchas mujeres vestidas de blanco para enviar un mensaje de solidaridad de género ante el presidente más machista de la historia. El año pasado, usaron el color negro para protestar por su posición contra los inmigrantes y su largo prontuario con las mujeres.

Entre la lista de invitados estarán soldados transgénero, familias separadas por la política fronteriza, empleados despedidos durante el cierre administrativo. La joven representante y creciente fenómeno político, Alexandria Ocasio-Cortez, invitó a Ana María Archila, la mujer que el año pasado protagonizó una recordada escena en la que confrontó al senador republicano Jeff Blake en un ascensor por su apoyo a la nominación del juez Brett Kavanaugh, quien tenía varias acusaciones de violencia sexual en su contra.

Por el lado del presidente, su invitado especial será un niño de 11 años llamado Joshua Trump, un estudiante de colegio que no hace parte de su familia, pero que se convirtió en celebridad cuando sus padres denunciaron que era víctima de matoneo en el colegio por cuenta de su apellido. Esa invitación ilustra a la perfección uno de los rasgos de Trump que probablemente saldrán a relucir esta noche: la autovictimización.