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| Foto: Oslo Freedom Forum

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Ante el terrorismo no se cede: Belisario Betancur

Así lo aseguró el exmandatario colombiano en el Oslo Freedom Forum, mientras manifestantes rechazaban su presencia.

11 de mayo de 2011

El expresidente Belisario Betancur dijo este miércoles en el Oslo Freedom Forum que se celebra en la capital noruega, que siempre se ha considerado como un luchador por la paz y, que en ese sentido, entendió la necesidad de negociar con los opositores que eligieron el camino de las armas, aunque, aclaró, dependiendo de las circunstancias especiales que se presenten.
 
En una exposición que leyó ante el auditorio presente, integrado en su mayoría por asistentes que viven diferentes formas de violación de los derechos humanos en los países que habitan, Betancur dijo que en 1982, cuando ascendió a la Presidencia de la República, se sentó a dialogar con la guerrilla de entonces a la que “no se le consideraba como terrorista”.
 
Dijo que con esos diálogos, sostenidos con las Farc y con el M-19, pretendía eliminar la posibilidad de que esos grupos alzados en armas recurrieran a la violencia en procura de forzar cambios sociales en Colombia, y recurrieran más bien a las vías democráticas.
 
Hizo un repaso de los sucesos que sumieron al país en un espiral de violencia, a partir de la persecución a la Unión patriótica y el asesinato del ministro Rodrigo Lara Bonilla.
 
Como ha sido su costumbre en escenarios abiertos, Betancur no se detuvo mayormente en el tema del holocausto del Palacio de Justicia. Dijo que el M-19 había decidido tomarlo y que tenía claro que “no se cede ante el terrorismo”.
 
Enseguida recordó que ese grupo se había incorporado a la actividad política y dijo que el propio Carlos Pizarro Leongómez, máximo comandante en el momento de la reinserción, se lo había agradecido y había dicho que “estaban muy inmaduros” cuando prefirieron las armas a la vía política.
 
Entre tanto, en las afueras del lugar, un teatro ubicado en pleno centro de Oslo, dos decenas de manifestantes se apostaron a pocos metros de la entrada para rechazar la presencia en el foro de Betancur y de Victoria Villarruel, una abogada argentina que defiende en su país la causa de las víctimas del terrorismo, en los años previos al ascenso de la dictadura militar en ese país,en 1976.
 
Los activistas portaban una pancarta en la que se leía, en la lengua local: “Estos invitados tienen las manos manchadas de sangre: Fox, Villarruel y Betancur”. Los manifestantes hacían referencia al expresidente mexicano Vicente Fox, quien finalmente no se hizo presente en la cita programada en esta ciudad de Escandinavia.
 
En su discurso, Betancur lamentó que Colombia pierda cada año 1.500 millones de dólares por cuenta de la violencia, lo que, dijo, ha sucedido sin interrupción durante las últimas tres décadas.
 
Minutos después, la abogada Villarruel también tomó la palabra para decir que hay más de 21.000 personas en su país que esperan que se haga justicia, por haber sufrido las consecuencias de la actividad de grupos alzados en armas en Argentina a comienzos de los años 70, los Montoneros y el ERP. Según ella, el actual gobierno de la presidenta Cristina Kichner se ha empeñado en favorecer a lo que Villarruel considera como solo una de las partes de la guerra sucia.
 
Para Uki Goñi, escritor e investigador argentino, también participante en el Oslo Freedom Forum, hay una evidente exageración en las cifras presentadas por Villarruel, aunque comparte con ella el hecho de que Montoneros y ERP cometieron crímenes, a los que, precisa, no se les puede catalogar, de acuerdo a la legislación internacional, en el mismo tipo de violación a los derechos humanos a aquellos de los que fue responsable la dictadura militar.
 
Antes de las intervenciones de Betancur y Villarruel, hubo una invitación a los manifestantes para que dialogaran con los panelistas cuestionados, pero los activistas se negaron a hacerlo, porque, dijeron, su único propósito era expresar el rechazo a su presencia por considerarlos “violadores de los derechos humanos”, dijo una de las voceras, Susana Norma, de origen noruego. Entre los manifestantes había al menos dos ciudadanos latinoamericanos.