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Wellington Menezes de Oliveira tenía 23 años de edad.

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Atacante de Brasil era "callado" y "adicto a internet"

Wellington Menezes de Oliveira, que mató a tiros el jueves a 12 alumnos en una escuela, era tranquilo y callado, aunque también recuerdan que era acosado por sus compañeros.

Alianza BBC
8 de abril de 2011

Wellington Menezes de Oliveira, de 23 años, parecía tranquilo y callado y no tenía antecedentes policiales, pero provocó un baño de sangre sin precedentes en la historia educativa de Brasil.
 
El joven irrumpió el jueves en una escuela de Río de Janeiro con dos revólveres calibre 38 y municiones escondidas en su mochila.
 
A las 8:15 de la mañana, entró a su ex colegio diciendo que iba a dar una charla y acto seguido comenzó a disparar a quemarropa. Luego, según la policía, se disparó en la cabeza y se mató antes de recibir una ráfaga de disparos policiales. El resultado: 12 niños con edad promedio de doce años muertos.
 
La policía dijo que creía que era mentalmente inestable, con base en el contenido de una nota suicida que llevaba en su bolsillo.
 
En la nota, escrita en computadora y firmada de puño y letra, pedía que su cuerpo "no sea tocado por impuros sin usar guantes, sólo por castos que no se involucraron en adulterio" y que lo sepultaran al lado de su madre.
 
En la carta el joven asesino dijo ser "fiel seguidor de Dios" y pidió que su casa sea donada a una sociedad protectora de animales.
 
Como sucede en este tipo de tragedias, la prensa local no tardó en investigar el entorno del joven asesino y de entrevistar a sus ex compañeros y vecinos en busca de pistas para explicar su comportamiento.

Acosado
 
Según las autoridades educativas, Menezes era buen alumno y nunca repitió de año. Tampoco hay registros de mal comportamiento en clase.
 
Aparentemente Wellington no tenía amigos y era adicto a internet, según le explicaron sus vecinos a la prensa local. "Vivía en su mundo", le dijo un vecino al diario O Globo.
 
Como recapitula el periódico brasileño, el joven estaba desempleado. En 2008 había trabajado en una fábrica de embutidos pero fue despedido por "baja productividad". Era hijo adoptivo de una familia de cinco hermanos y sus padres adoptivos habían muerto recientemente.
 
La policía señaló que antes de salir de casa, el joven rompió todos los aparatos y le prendió fuego a la computadora.
 
"El chico era tranquilo, casi invisible. En el patio de la escuela, se sentaba solo, en medio del estruendo", dijo otro estudiante.
 
Sin embargo, ex compañeros de la escuela del joven le dijeron a O Globo que el estudiante era víctima de "bullying" o acoso por parte de algunos compañeros, que lo atacaban constantemente y se burlaban de su cojera.
 
"Wellington estaba completamente loco. Era notable en el salón de clases que tenía algún tipode perturbación", dijo Bruno Linhares, de 23 años y ex compañero de Menezes.
 
"Conmoción"
 
Según le explicó a la BBC la científica social Silvia Ramos, investigadora del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía de la Universidad Cándido Mendes, lo que buscaba el joven asesino era generar " cobertura de los medios de comunicación" y "conmoción".
 
Para Ramos, el episodio tuvo una "reproducción de los medios de comunicación, de alguien que planeó una muerte espectacular, con amplia cobertura mediática".
 
De acuerdo con Silvia Ramos, el incidente en Río de Janeiro es una "imitación muy clara" de los episodios ocurridos en Estados Unidos.
 
"Varios ingredientes fueron copiados casi a la perfección, como elegir una escuela, disparar al azar en un salón de clases, dejar una nota de suicidio", dijo.
 
Estos ingredientes remiten directamente a hechos similares que han tenido gran repercusión en Estados Unidos, como los asesinatos de 12 estudiantes y un profesor en la escuela secundaria Columbine en Colorado, cometido por dos estudiantes de la institución en 1999.
 
Según la socióloga, el hecho de que Menezes haya realizado el crimen en una escuela donde los niños indefensos simbolizan la "total inocencia" aumenta el impacto en la población. También el hecho de que las niñas hayan sido un objetivo prioritario: 20 de los 24 alumnos baleados eran niñas.
 
Para la científica social, la perplejidad es más fuerte porque Brasil no tiene antecedentes de este tipo de episodios. "La forma es muy sorprendente, no forma parte de nuestra cultura", explica.
 
Si bien Brasil tiene la sexta tasa de homicidios más alta en el mundo, los crímenes suelen estar asociados a problemas entre dos personas o a la delincuencia organizada.
 
"Brasil se ha detenido. Mañana todos los padres que tienen hijos en las escuelas estarán aterrorizados ", le dijo Ramos a la BBC el jueves.