Home

Mundo

Artículo

"AVANZAR CON NUEVA AUDACIA"

Contrastando con la gélida mañana, Reagan hace cálido discurso en su segunda toma de posesión

25 de febrero de 1985

"Del frío no se abusa", pudo ser la sentencia que llevó a la cancelación de la toma de posesión al aire libre del Presidente Ronald Reagan el martes de la semana pasada. Los acuciosoS funcionarios de la Casa Blanca, que habían invertido cientos de horas de trabajo y miles de dólares de los contribuyentes en la organización de la segunda instalación (con desfile incluido por la Avenida Pennsylvania) del Presidente número 40 de los Estados Unidos, ceremonia que iba a ser en el jardin occidental del Congreso y ante 140 mil asistentes--cifra récord en la historia del país--tuvieron que rendirse ante los 25 y 36 grados bajo cero que implacablemente se abatían sobre la ciudad. Además, incidentes por el clima habían sucedido antes en eventos similares. En 1841, un mes después de pronunciar un discurso de instalación de 90 minutos bajo gélidos vientos, William Henry Harrison murió de pulmonia. En 1873, cientos de canarios que habían sido colocados para que cantaran durante la instalación del Presidente Ulysses Grant, terminaron congelados. La cosa, pues, no era para tomarla a la ligera y por ello, la ceremonia se realizó finalmente en la rotonda del Congreso, ante varios centenares de invitados. Y los que habían pagado butacos desde 12,50 a 100 dólares para ver el desfile de la Pennsylvania, tuvieron que contentarse con el reembolso y mirar al Presidente por televisión. Frustrados quedaron también los 10.578 inscritos para la marcha, entre quienes había soldados, estudiantes, bailarines, jinetes, cantantes y policías, pues el desfile fue trasladado a un coliseo cubierto ubicado a 24 kilómetros de allí.
"Estamos creando unos Estados Unidos nuevos, una nación que surge otra vez vibrante, robusta y llena de vida", dijo el Presidente en un momento de su discurso, pieza oratoria ésta con cierto trasfondo histórico (referencias a "nuestros padres fundadores" Adams, Jefferson, a los "hombres del Alamo", etc.) aunque con un cariz dominante muy del talante de los conservadores del mundo: que el gobierno, y no la libre empresa, es el enemigo de la libertad del progreso; que no es la solución los problemas sino que es el problema y que por ende su tamaño y poder deben ser reducidos. "Debemos entrar en acción ahora para proteger a las futuras generaciones del deseo del gobierno de gastar el dinero de sus ciudadanos y de empujar a la servidumbre a los ciudadanos con sus impuestos", dijo. Considerada por los observadores como un tanto mesiánica y muy preocupada por las cuestiones domésticas, la oración de Reagan sólo dedicó cinco párrafos, de 51, a las próximas negociaciones de desarme con la URSS, lo cual no le impidió al Presidente ratificar allí mismo su decision de avanzar en sus planes de "guerra de las galaxias". Para él, un escudo cósmico antimisiles "no mataría personas sino destruiría armas, no militarizaría el espacio, sino que ayudaría a desmilitarizar los arsenales de la Tierra"
Otra directriz que allí fue anunciada, aunque en sólo una frase, fue la de renovar los esfuerzos para ilegalizar el aborto. Después de la ceremonia, durante el almuerzo, a Reagan le hicieron un regalo especial. Robert Michel, un líder republicano, le entregó copia de una llave del Capitolio, de esas cerraduras centenarias que ya no se usan. Incrustada en una placa de madera, la llave corresponde a una de las enormes puertas de bronce del edificio: las "puertas de Colón", que tienen grabadas imágenes que evocan el desembarco del navegante italiano en el Nuevo Mundo. -