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Bajo el peso de la historia

Los huevos que cayeron sobre Helmut Kohl en Berlín recuerdan el período de Weimar, antesala de Hitler.

14 de diciembre de 1992

FUE EN BERLIN, EN LA PLAza Lustgarten, frente al edificio vacío de lo que fue el parlamento de la República Democrática Alemana. Allí se reunieron unas 350.000 personas contra la violencia racista, pero el mensaje que prevaleció no fue el de la tolerancia sino el de la lluvia de huevos que recibió el canciller Helmut Kohl. Lanzados no por neonazis sino por ultraizquierdistas. Ese detalle añadió mayor veracidad a una comparación según la cual lo que se está viendo en Alemania es parecido a lo ocurrido a partir de 1918, cuando se fundó en Weimar la república que hoy se conoce con ese nombre.
Alemania acababa de salir de una guerra en Europa, cuyas consecuencias la condujeron a una grave crisis económica. Los nazis fueron ganando adeptos, a pesar de los esfuerzos del presidente Paul von Hindenburg por contrarrestar las posiciones nacionalistas y antisemitas de Adolfo Hitler. Pero el gobierno resultó debil para controlar los enfrentamientos entre izquierdistas y fascistas y Hitler, tras ser elegido canciller en 1933, declaró un regimen unipartidista e inició su camino hacia la tragedia.
Guardando las proporciones históricas, la situacion de hoy es semejante. Alemania acaba de superar una división que mantuvo al país en estado de ocupación durante 45 años. El país se embarcó en la empresa de reunificarse, con unos costos que nadie fue capaz de prever y con el ingrediente de tener que reconciliar el capitalismo y el comunismo. La carga de la reunificación trajo consigo la crisis económica y un desempleo creciente. Una y otra cosa unidas al desconcierto de generaciones que de un momento a otro se encontraron sin identidad nacional, han hecho renacer el fantasma del racismo -esta vez no sólo antisemita sino contra los refugiados- así como los neofascistas que se enfrentaron -en más de 150 ocasiones en este año- con grupos de ultraizquierdistas.
La diferencia, segun Hans-Jochen Vogel, dirigente del partido Socialdemócrata, es que hoy manifiestan 350.000 personas contra el racismo. Pero también la diferencia es que en 1992 se esperan 500.000 refugiados provenientes de Europa Oriental y del Tercer Mundo. El gobierno parece irresoluto para enfrentar la situación y tiene su mira puesta en la medida de restringir la entrada de extranjeros mediante una aplicación más estricta del artículo 16 de la Constitución, que garantiza el asilo a todos los perseguilos políticos que lo soliciten.
Pero reducir el problema de Alemania al de los refugiados es buscar chivos expiatorios, porque si se trata de eso, un país tan pobre como Bangladesh recibió 250.000 de Birmania en el mismo año sin que nadie levantara un dedo. El problema de Alemania es en realidad un síntoma más del desequilibrio del "Nuevo Orden Mundial", dividido entre países ricos que quieren seguir siéndolo y pobres cuyos habitantes desean participar de la buena vida. Los grandes responsables tienen nombre: deuda externa de los países pobres y proteccionismo comercial de los países ricos.