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BOMBA VA, BOMBA VIENE

LA ESCALADA DE VIOLENCIA ENTRE ISRAEL Y LIBANO ES UNA NUEVA

13 de mayo de 1996

Nadie sabe con certeza quién tiró la primera piedra. El mundo se enteró del problema el martes, cuando la guerrilla fundamentalista Hizbulah, que opera desde el sur del Líbano, lanzó una andanada de cohetes katyusha sobre Kiryat Shmona, en el norte de Israel, ataque que dejó 36 heridos y 200 casas destruidas. Para los israelíes eso era mucho más que lo que podían soportar, y el jueves el primer ministro Shimon Peres envió un amplio ataque de artillería y misiles contra el grupo guerrillero, incluso mediante la aviación, que atacó los suburbios del sur de Beirut, habitados mayoritariamente por chiítas afines a Hizbulah. El viernes los irregulares libaneses contraatacaron lanzando de nuevo otra tanda de sus cohetes, que produjeron otros cuatro heridos israelíes. Lo cual motivó a Peres a ordenar nuevos ataques aéreos, a tiempo que amenazaba con más. "Quiero dejar en claro que si ellos creen que Kiryat Shmona es una debilidad abierta, nosotros podemos convertir también a Beirut en una debilidad abierta", dijo Peres mientras justificaba los derechos de su país para atacar en territorio libanés a la guerrilla proiraní. Como era de esperarse, los guerrilleros tampoco aceptaron la responsabilidad por lo sucedido. De hecho, sus voceros culparon a algún comando israelí por la explosión de una bomba junto a un camino, en la aldea de Braachit, al oeste de Tiro, que el lunes mató a un adolescente e hirió a otros tres. "Lo único que nosotros estamos haciendo es vengar a nuestros muertos", puntualizó uno de ellos.Lo cierto es que la 'zona de seguridad', ocupada por Israel en 1985, cuando se retiró luego de la invasión a Líbano dos años atrás, ha sido el escenario de una guerra de baja intensidad en la cual los israelíes y sus aliados, el mercenario Ejército del Sur del Líbano, se enfrentan contra el Hizbolah y la pequeña milicia libanesa Amal. Lo poco usual de la situación iniciada la semana pasada es que el conflicto ha atravesado la frontera, en violación de un acuerdo poco preciso que desde 1993 restringió las acciones precisamente a esa zona. La explicación para ello, y para una cierta tendencia al aumento de las acciones de Hizbolah en los últimos meses, radica en dos razones. La primera, el fracaso de las conversaciones de paz entre Israel y Siria, un país que tiene 35.000 soldados en Líbano y ejerce importante influencia sobre el movimiento guerrillero. Para un funcionario de la ONU conocedor del tema, "desde marzo el grupo se siente con libertad para hacer lo que le da la gana". La segunda explicación podría estar en la proximidad de las elecciones generales en Israel, en las cuales el laborista Peres se enfrenta a Benjamin Netanyahu, un político carismático del derechista Likud, que ha prometido devolver a Israel una palabra mágica: seguridad. De ahí que la atmósfera se haya caldeado hasta el punto de hacer recordar la invasión israelí de 1984, cuando los exasperados judíos atacaron para erradicar a los guerrilleros de la Organización para la Liberación de Palestina _OLP_, que debió trasladarse, humillada, a Túnez. Hoy la OLP es aliada por la paz de Israel, y ambos han andado un buen trecho por el camino hacia lograrla. De ahí que la esperanza generalizada es que las escaramuzas de la semana pasada queden sólo en eso, escaramuzas