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Marine Le Pen, Geert Wilders, Frauke Petry, Matteo Salvini. | Foto: Reuters y A.F.P.

EUROPA

Ultraderecha al acecho en Europa

El triunfo del ‘brexit’ tiene eufórica a la derecha nacionalista del Viejo Continente, que espera que el resultado del referendo marque el comienzo del fin de la Unión Europea.

2 de julio de 2016

Mientras que las bolsas se desploman, las monedas europeas se descuelgan y el mundo digiere las consecuencias del brexit, en el Viejo Continente políticos populistas quieren dejar claro que están encantados con el resultado del referendo. “El voto de los británicos es una señal de libertad enviada al mundo entero. Es el grito de amor de un pueblo por su país”, dijo el martes en el Parlamento Europeo la líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, quien aprovechó además para comparar la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) con la caída del Muro de Berlín.

El mismo día, ella publicó en The New York Times una columna para denunciar que la UE era “una prisión para los pueblos” y advertir que la salida del Reino Unido solo iba a reforzar su poder burocrático y a concentrar más el poder en Berlín. Y, sobre todo, reclamó una votación similar, a la que su sobrina Marion (la parlamentaria más joven de Francia) le puso en su cuenta de Twitter el nombre de frexit (del inglés, french exit).

Y no se trata de un simple saludo a la bandera. Por un lado, en las elecciones regionales de 2015 el FN se acercó a los 7 millones de votos. Por el otro, los sondeos dan por descontado que Marine pasará a la segunda ronda en las presidenciales de 2017. Además los franceses son de lejos los más euroescépticos del continente, como reveló una encuesta del Pew Research Center, según la cual el 61 por ciento de los galos tiene una opinión negativa de la UE.

Del otro lado del Rin, el partido ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD, por su sigla en alemán) responsabilizó a la canciller, Angela Merkel, del brexit por su política de puertas abiertas y varios de sus representantes invocaron por primera vez la posibilidad de cortar los lazos con Bruselas. En Holanda, donde el 46 por ciento rechaza a la UE, el líder de la derecha, Geert Wilders, saludó el resultado con un trino que apuntaba a la misma dirección: “Ahora nos toca a nosotros el referendo holandés”.

En Italia, el líder de la ultranacionalista y euroescéptica Lega Nord, Matteo Salvini, felicitó a los británicos por su “valor” y repitió las palabras de Wilders sobre la necesidad de consultar a la ciudadanía. Consecuentemente, en esos países se están popularizando las expresiones dexit, nexit e itexit (por Deutschland, Netherlands e italian exit), que se suman al grexit de Grecia, donde desde hace años la austeridad que Bruselas le impuso a la economía tienen a sus ciudadanos deseando abandonar la UE. Y eso sin olvidar que en Suecia y Dinamarca hay partidos euroescépticos en las actuales coaliciones de gobierno, y que desde 2010 y 2015 la derecha nacionalista lleva las riendas del poder en Hungría y en Polonia.

Para empeorar las cosas, el jueves la Corte Constitucional de Austria ordenó repetir las elecciones de mayo, por lo que Norbert Hofer podría convertirse en el primer presidente ultraderechista de un país europeo desde la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, el cuarto de hora de los partidos populistas no debe hacer perder de vista el contexto general. “El euroescepticismo siempre ha sido mayor en el Reino Unido que en los otros miembros de la UE, y hasta ahora en ninguno de ellos se ha planteado con seriedad la posibilidad de abandonar la Unión. Aunque sus líderes sean muy vehementes e invoquen la voluntad popular al criticar las instituciones comunitarias, no cabe duda de que no representan a la mayoría”, dijo en diálogo con esta revista Filipa Figueira, profesora de Ciencias Políticas y Economía de la UE de la University College London.

Y a eso hay que agregar que los 27 miembros mantienen lazos y expectativas que trascienden el ámbito económico. Como dijo a SEMANA Oliver Daddow, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Nottingham Trent, “por un lado, en Alemania, Francia y otros países existe un vínculo histórico y emocional hacia la integración europea del que carecen casi por completo el Reino Unido y recién llegados como Dinamarca. Por el otro, Polonia y otros países de Europa oriental consideran la UE como una defensa contra Rusia enseñando sus músculos en la región. La Unión no se va a rendir sin que la mayoría de sus naciones den la pelea”.

Trajo la paz luego de siglos de guerra

Durante 66 años, la Unión Europea ha sido un motor de desarrollo, paz y estabilidad para el Viejo Continente.

La Segunda Guerra Mundial dejó 70 millones de muertos, incontables vidas destrozadas y la certeza de que un conflicto de esas proporciones no debía repetirse. Por eso, una década después varias naciones europeas construyeron puentes comerciales y económicos para evitar las confrontaciones y garantizar la prosperidad.

Fue la semilla de la Unión Europea (UE) y el comienzo del mayor lapso de paz en la historia del continente. También, el punto de partida de una transformación social, cultural y económica que llevó a la expansión de las oportunidades económicas y a la caída de las barreras políticas, lo que a su vez propició la redefinición de las prioridades sociales y la apertura de las mentes. De hecho, el mayor logro de la UE ha sido que pueblos que se habían combatido durante siglos reconocieran y celebraran sus diferencias culturales.

A su vez, su influencia se ha sentido por fuera de sus fronteras, donde ha usado su soft power para apoyar procesos democráticos, fomentar la tolerancia y promover la innovación. Sin embargo, desde la crisis del euro de 2009, su imagen se ha desbarrancado y hoy dos de tres europeos tienen una imagen desfavorable de ella. En efecto, la crisis de los refugiados y las medidas de austeridad impuestas a sus habitantes la tienen ante su mayor crisis. De las decisiones que tomen sus líderes dependerá que la Unión siga siendo un motor de esperanza durante la próxima década.

La unión en seis fechas

9 de mayo de 1955. Por iniciativa del ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Robert Schuman, nace con seis países la Comunidad Europea del Carbón y del Acero con la idea de “cambiar el destino de las regiones que durante años se han consagrado a producir armamento para la guerra”.

1 de enero de 1973. El Reino Unido, Irlanda y Dinamarca acceden a la Comunidad Europea (CE). En dos ocasiones, Charles de Gaulle había vetado la entrada de los británicos debido a su mentalidad “insular y marítima”. En realidad, temía que sirvieran de caballo de Troya para Estados Unidos.

1 de noviembre de 1993. Entra en vigor el Tratado de Maastricht, mediante el cual la CE se convierte en la Unión Europea (UE). El texto fusiona los tratados existentes, fija las reglas de la política exterior y de seguridad común, y establece los términos de la cooperación policial y judicial.
26 de marzo de 1995. Entran en vigor los acuerdos de Schengen, mediante los cuales se eliminan las fronteras internas y se garantiza la libre circulación de mercancías y de personas. En la actualidad, 400 millones de europeos pueden circular por los cerca de 4 millones de kilómetros cuadrados de la UE.

1 de enero de 2002. El euro comienza a circular por 12 países de la UE. Por primera vez, los europeos pueden usar la misma moneda para realizar sus compras en Varsovia, Barcelona o Florencia. El Reino Unido se abstiene de participar.

10 de diciembre de 2012. La Unión Europea recibe el Premio Nobel de la Paz “por su contribución durante seis décadas al avance de la paz y la reconciliación, la democracia, y los derechos humanos en Europa”. En su discurso, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, expresa su deseo de que las generaciones futuras digan: “Estoy orgulloso de ser europeo”.