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Las manifestaciones han sido escasas. Cristina ha hecho su campaña sobre todo en el exterior

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Cambio extremo

Las elecciones del domingo harán historia: Cristina Kirchner, la esposa del Presidente en ejercicio, pasará directamente de Primera Dama a Presidenta.

20 de octubre de 2007

El final parece cantado. Si todo se mantiene igual, en las elecciones presidenciales del próximo domingo, habrá una clara ganadora, la Primera Dama y senadora Cristina Fernández de Kirchner, quien, si las encuestas no se equivocan, se impondría en la primera vuelta. De esa manera, se convertiría en la única primera dama de la historia que sucede a su marido en el gobierno de un país.

Lo extraño es que, faltando una semana, de no ser por la gran maquinaria de las empresas que pegan un afiche sobre otro en cuestión de horas, no se sabría que hay elecciones. No hay actos masivos ni cierres ruidosos en el centro de Buenos Aires. Tampoco hubo debates ni polémicas. Cristina no dio conferencias de prensa, ni entrevistas. Se limitó a participar en actos rigurosamente preparados, casi siempre acompañada del presidente Néstor Kirchner, detrás de los atriles.

Cristina ha preferido hacer campaña en el exterior, lejos de estas molestias domésticas: se la vio en Madrid con los reyes de España prometiendo aumentos en las tarifas de servicios públicos; en Berlín, en Wall Street, en México, en Sao Paulo, tentando a los empresarios para que inviertan en Argentina, alejada de las preguntas incómodas.

Según las últimas mediciones, Cristina obtendría el 40 por ciento o más de los votos, en tanto que los candidatos opositores con más posibilidades, la ex diputada Elisa Carrió y el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, compiten por el segundo lugar, pero bastante alejados: las encuestas otorgan 15 por ciento a Carrió y 10 por ciento a Lavagna. De acuerdo con el sistema electoral argentino, si el primer candidato llega al 40 por ciento de los votos y tiene una diferencia de 10 puntos con el segundo, gana en la primera vuelta.

Y es que las condiciones están dadas. El analista Rosendo Fraga dijo a SEMANA que "20 de 24 gobernadores llevan la boleta presidencial de Cristina Kirchner; también lo hacen cuatro de cada cinco intendentes de todo el país y la totalidad en el Gran Buenos Aires. Con este apoyo político y la economía y el consumo creciendo, más un aumento del gasto público con fines electorales del 50 por ciento año contra año, es difícil que la esposa del presidente Kirchner no llegue al 40 por ciento de los votos en el promedio nacional".

Y, como explica Raúl Kollmann, analista político de Página 12, la ventaja de Cristina en el conurbano bonaerense resulta decisiva: "Es casi imposible ganar una elección sin lograr un alto 'performance' en el Gran Buenos Aires. Y, lo que tal vez sea más importante, allí está la proporción más alta de sectores de bajos recursos. La oposición necesita poner un pie allí y hasta el momento ni Carrió ni Lavagna lo logran".

Sin embargo, persiste todavía una incógnita, pues las encuestas, que en general son contratadas por los distintos candidatos, se han equivocado mucho en los pronósticos de las elecciones provinciales realizadas a lo largo de este año, razón por la cual han perdido buena parte de su credibilidad, algo parecido a lo que ocurrió con el índice de precios que mide la inflación, después de la intervención del gobierno en el instituto de estadísticas (Indec).

Termina la campaña más aburrida de la historia argentina. El analista Ricardo Rouvier comentó a SEMANA que hay dos factores para explicar esto: "Uno estructural y otro coyuntural. El estructural tiene que ver con la evolución de la democracia en Occidente, en que se observa, como decía  Norberto Bobbio, que 'la democracia no ha cumplido sus promesas'. Para Rouvier, la política profesional y la sociedad civil están alejadas", a lo que se agrega "una cuestión coyuntural y es que hay poca competencia, se da por sentado el triunfo del oficialismo, y el oficialismo no brinda posibilidad de debate". 

El 17 de octubre, aniversario del día histórico de 1945 en que una multitud obrera ocupó la Plaza de Mayo para defender y consagrar a Juan Domingo Perón, Cristina participó de un acto organizado por los dirigentes sindicales, y se produjo un milagro: no habló de Perón ni de Evita.

En estas elecciones habrá otro hecho increíble: por primera vez en más de 60 años, ninguna boleta tendrá el sello del partido de Perón, aunque tres candidatos presidenciales y multitudes de listas reclamen pertenecer al PJ. Cristina, candidata del Frente para la Victoria, habla de concertación, y su candidato a vicepresidente es el radical Julio Cobos.

Otro tanto sucede con la Unión Cívica Radical, el segundo partido tradicional, que en las últimas elecciones presidenciales no llegó al 3 por ciento de los votos y ha perdido el control sobre cuatro quintas partes de sus gobernadores e intendentes.

La crisis de 2001, cuando el famoso 'voto bronca' batió el récord de sufragios negativos, y del 'que se vayan todos' de 2002, cuando el presidente Fernando de la Rúa terminó su mandato subido en un helicóptero, se refleja en este vaciamiento de los partidos tradicionales y en la falta de entusiasmo de esta campaña.

Los últimos meses han sido complicados para el gobierno: a los escándalos de corrupción y las derrotas políticas del oficialismo en las elecciones provinciales, se suma el aumento de la inflación. Kirchner insiste tozudamente en que el índice oficial de 5,8 por ciento en lo que va del año, es "perfecto", pero los economistas creen que la inflación superará el 20 por ciento. La misma sensación tiene la gente al cobrar su sueldo y dirigirse al supermercado. Por eso, la inflación se ha convertido en el opositor más eficaz.

Las protestas sociales van en aumento, acicateadas por el precio del tomate, en particular en la Patagonia, de tradición indómita, y en Santa Cruz, la provincia de los Kirchner, al punto que la pareja presidencial ha preferido no volver a su casa en la ciudad de Río Gallegos, algo que ni a Carlos Menem le sucedió en su Rioja natal. De esta manera, aunque Cristina triunfe, el gobierno ya ha tenido un desgaste inimaginable en marzo de este año, al perder entre 10 y 15 puntos de intención de voto.

Cristina será una continuidad de la política de su marido, aunque habrá cambios en algunos aspectos, el principal de ellos, la política exterior. "Ella implica un drástico cambio de estilo diplomático, pues aceptará las reglas que su marido ha rechazado", según Fraga. En materia económica, la bonanza de los últimos años se irá achicando. El economista Miguel Broda cree que "los márgenes de maniobra se han ido acortando, y que llegó la hora de elegir y afinar el pincel".

Para Rouvier, el problema más importante que deberá afrontar la nueva Presidenta, "es la administración del gobierno, el sentarse con los actores económicos y sociales y negociar. Ella es una legisladora nata, no tiene experiencia ejecutiva. Creo que el actual Presidente estará cerca de Cristina Fernández, y tendrá un rol no muy visible, pero muy activo. Además, hay otros problemas que se heredan; uno el de la inflación que va a continuar, otro es restaurar el superávit fiscal, y conducir desde la política la puja distributiva. La candidata prometió llamar al pacto social entre precios e ingresos, esa va a ser una prueba fundamental por ver si logra disciplinar a los sectores del capital y del trabajo".