Home

Mundo

Artículo

A cara y sello

29 de mayo de 2000

Al fin y al cabo la vida no vale más que un ‘carisellazo’. Esa debió ser la consideración que se hicieron los miembros del gran jurado reunido para decidir la suerte de Phillip Givens, acusado en Louisville, Kentucky, de haber dado muerte a su novia el año pasado. La discusión judicial ya había determinado la responsabilidad de Givens y el jurado tenía entonces en sus manos la decisión de si se había tratado de un homicidio culposo, en cuyo caso la condena era de unos cuantos años, o de un asesinato premeditado, que podría conducir a una sentencia de cadena perpetua. Al no poder ponerse de acuerdo los jurados hicieron algo que no habla bien de su institución: lo decidieron a cara y sello. Afortunadamente el juez se enteró y anuló el juicio.