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El fallecido escritor mexicano Carlos Fuentes. | Foto: AP

Luto en la Literatura

Carlos Fuentes, un intelectual transparente

Murió, a los 83 años, Carlos Fuentes: el escritor más importante de México durante las últimas décadas y uno de los intelectuales más importantes de Latinoamérica del siglo XX.

Felipe Restrepo, editor de Cultura de SEMANA
15 de mayo de 2012

Lo más sorprendente de la muerte de Carlos Fuentes es que el escritor mexicano se encontraba en un momento muy activo de su vida. Se levantaba todos los días a las ocho de la mañana a escribir, acababa de terminar un nuevo libro -sobre Nietzche- y ya estaba trabajando en una nueva idea. Tenía una vida social agitada, asistía a ruedas de prensa, recibía premios y todo tipo de homenajes y daba largas charlas públicas en la que sorprendía por su lucidez y vitalidad.
 
A los 83 años, Fuentes viajaba sin parar por todo el planeta. Se veía más joven que muchos de sus contemporáneos y así se sentía: “El hecho es que cuando se llega a cierta edad, o se es joven o se lo lleva a uno la chingada”, le dijo, durante la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, al diario El País.

Nació en Panamá en 1928 y desde niño recorrió el mundo: su padre era diplomático y antes de los 13 años vivió en Montevideo, Río de Janeiro, Washington, Santiago de Chile, Quito y Buenos Aires. De esa experiencia, Fuentes conservó dos costumbres: él mismo fue diplomático -Embajador de México en Francia en 1975- y fue un gran viajero.
 
Tuvo una trayectoria académica brillante: estudió derecho en la UNAM, economía en el Instituto Altos Estudios Internacionales de Ginebra y, en 1972, fue elegido miembro de El Colegio Nacional de México.

Fuentes inició su carrera como periodista: un oficio en el que trabajó hasta la semana pasada. En 1958 saltó a la fama con la publicación de una obra que se convirtió, desde su publicación, en un referente de la literatura mexicana: La región más transparente. Desde entonces, Fuentes fue considerado como una voz novedosa en el panorama literario mexicano. Con La muerte de Artemio Cruz (1962), Aura (1962) y Gringo Viejo (1985) se consolidó como uno de los escritores hispanos más importantes del siglo XX.

Al lado de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa fue un miembro distinguido del llamado Boom: la generación que propulsó la novela latinoamericana hacia la modernidad literaria. No es exagerado decir también que, gracias a su literatura, Fuentes y sus compañeros de generación pusieron a Latinoamérica en el mapa mundial. Durante toda su vida Fuentes mantuvo una estrecha relación con sus compañeros del Boom y fue un vehículo de comunicación entre ellos.

Así mismo, el mexicano tuvo una estrecha relación con el poder. Su opinión política fue fundamental en México durante varias décadas y le hablaba al oído a todos los presidentes de su país. También era recibido con honores de Jefe de Estado a donde llegara en el mundo. Carlos Fuentes fue amigo personal de muchos presidentes, entre ellos de Juan Manuel Santos, a quien conoció en la Universidad de Havard y adoptó como su discípulo. Pero, su apretada agenda pública no impidió que siguiera escribiendo con rigor.
 
Cristóbal Nonato (1987), La Campaña (1990), Los años con Laura Díaz (1999), Instinto de Inez (2001), La Silla del Águila (2003), Todas las familias felices (2006) y La voluntad y la fortuna (2008) fueron algunas de sus obras más comentadas de los últimos años, pero su producción fue profusa: Fuentes escribió crónicas, ensayos, cuentos, columnas y óperas. Por su trabajo recibió los premios Rómulo Gallegos (1977), Internacional Alfonso Reyes (1979), Nacional de Literatura de México (1984) y Premio Cervantes (1987),entre muchos otros.

Fuentes no tuvo una vida personal fácil, pues tuvo que soportar las muertes trágicas de sus dos hijos Carlos y Natasha. Pero nunca abandonó su serenidad ni su compromiso político o literario. Fue, sin duda, un hombre universal.