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Con el gobierno de Collor de Mello pendiente de un hilo, Brasil se debate entre la realidad y la fantasía.

28 de septiembre de 1992

CORRUPCION PASIVA Y omisión fueron las palabras claves que los comentaristas usaron contra el presidente brasileño Fernando Collor de Mello, tras conocerse el informe de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI). Aprobado el miercoles 26 de agosto por 16 votos a favor contra cinco en contra, el historico informe pareció demostrar que el presidente si estaba enterado de las irregularidades cometidas por su tesorero de campaña, el empresario Paulo Cesar ("Pece") Farías, y que se había lucrado con ellas. Pero "el presidente aún guarda muchas cartas bajo la manga", dijo el líder de la bancada gobiernista en la Cámara Baja, Humberto Souto.
Esas palabras podrían ser la confirmación de lo que muchos temen en Brasilia: que Collor esta completamente desconectado de la realidad y a pesar de la presión de los políticos opositores y de las manifestaciones callejeras, está dispuesto a luchar hasta el último cartucho por mantenerse en el poder. Según los expertos, el proceso de Impeachment parlamentario podría prolongarla agonía por unos 200 días más, con consecuencias imprevisibles para la estabilidad política y económica del país.Pero aunque el drama presidencial podría terminar en algún tipo de tragedia, muchos brasileños dispuestos a no aburrirse lo ven como una comedia televisiva, en medio de chistes que mezclan verguenza e incertidumbre. Uno de ellos se refería al mes de agosto, trágico en la historia política del Brasil. El 24 de agosto de 1954 se suicido el presidente Getulio Vargas, mientras atravesaba una crisis institucional. El 25 de agosto de 1961 renunció el mandatario izquierdista Janio Quadros, en una situación que dio origen a años de gobierno militar "El 26 de agosto está disponible", decía la semana pasada un periodista de "Jornal de Brasil", sugiriendo que el presidente continuara esa cábala.
El color negro, símbolo del rechazo a Collor, aparece en todas partes. Una enorme estatua de Curitiba está vestido de pies a cabeza de negro, y en un reciente almuerzo para empresarios, los asistentes fueron sorprendidos con servilletas y manteles negros. Los chistes callejeros recomiendan a los atletas brasileños ganadores de medallas de oro en Barcelona "cuidarlas si van a visitar al presidente", y sostienen que la conferencia mundial de junio en Rio " discutió el medio ambiente, porque el otro medio se lo robaron Collor y pecé". Los graffiti le recomiendan a Collor, parodiando sus palabras, "ir hasta el fin, como Vargas".
Lo más curioso sin embargo ha sido el papel de la televisión en todo el proceso. No se trata solamente de la participación de la cadena O Globo, que fue particularmente responsable de que un político de provincias carente de un partido político serio " tomara por asalto de buena fe y la presidencia de los brasileños".Collor es comparado con frecuencia con los personajes
de las telenovelas que apasionan al Brasil, y en especial con una titulada "Obemamado" (El bien amado), pero con el título "El mal amado".
También la explosión de entusiasmo estudiantil, que no se veía en década, tuvo un importante acicate por cuenta de la miniseria " Años Rebeldes", cuyos 20 capítulos concluyeron el 15 de agosto. Allí se recreó la historia de los jóvenes que en los años 60 y 70 salieron a las calles y tomaron las armas para oponerse a la dictadura militar. Lo paradójico es que la serie fue producida por la propia cadena O Globo.
En medio de ese ambiente limítrofe con lo irreal, un dato irónico fue puesto por los propios defensores del presidente. Uno de los pocos gremios que aún respaldan a Collor es la Asociación Brasileña de Productos para la Limpieza.