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Ceder es la clave

Al aceptar las dos partes la resolución de la ONU, la guerra entre Iran e Irak parece entrar en su fase final.

12 de septiembre de 1988

La sonrisa de oreja a oreja en la cara del secretario general de las Naciones Unidas, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, lo dijo todo. En un corto comunicado leído en la sede de la ONU en Nueva York el lunes pasado, el diplomático anunció gozoso lo que ya se intuía: Irán e Irak habían aceptado por fin la orden de cese al fuego dada por el Consejo de Seguridad de la ONU hace 13 meses en su famosa resolución 598.
Al cabo de ocho años de guerra y cerca de un millón de muertos, todo está listo ahora sí para que el próxitno 20 de agosto se institucionalice la tregua, enfrente de las miradas de 350 observadores de la Organización. Tal como se ven las cosas, ambos ejércitos bajarán sus armas y comenzarán conversaciones de paz el 25 de este mes en Ginebra, para ver si pueden dirimir sus diferencias en la mesa de negociaciones.
Con esa noticia se dio fin, por lo menos temporalmente, a la guerra convencional más larga del planeta en la segunda mitad de este siglo. Ahora Bagdad y Teherán deberán probar la validez de ese primer gesto de buena voluntad. Si bien el primer gran paso hacia la paz ya es una cosa cierta, aun los más optimistas reconocen que habrán de pasar muchos meses antes de que en el golfo Pérsico se hayan limado todas las asperezas.
Ese hecho no impidió, sin embargo, que el anuncio de la tregua fuera recibido con satisfacción en ambos bandos. En Bagdad, la guardia presidencial disparó sus ametralladoras al aire durante casi una hora en la noche del lunes y se puso a bailar con la multitud que salió a celebrar "la victoria". Preso del mismo entusiasmo, el gobierno del presidente Saddam Hussein decretó un festivo de tres días.
A su vez en Teherán, los familiares de los combatientes se declararon contentos por la llegada del cese al fuego. Adicionalmente la prensa se encargó de calmar las emociones. "El enemigo es el enemigo", sentenció lacónicamente el diario Jomhuri Islami.
Al igual que al comienzo de la guerra, el asunto más complicado sigue siendo la soberanía sobre el Chatt-el-Arab, el trozo de río que nace de la unión del Tigris y el Eufrates el cual separa a ambos países y constituye la única salida iraquí al mar abierto. En la negociación pasada terminada en 1975, Irak tuvo que ceder ante la presión del Sha de Irán, quien en ese entonces comandaba el ejército más poderoso de la zona. No obstante, esa concesión se convirtió en una espina irritada y fue una de las causas de la invasión iraquí de septiembre de 1980, con la cual se iniciaron las hostilidades.
Ahora Irak insiste que el Chatt-el-Arab le corresponde, mientras Irán dice que hay que volver al tratado de 1975. Teniendo en cuenta la animosidad entre ambos países es difícil pensar que uno decida ceder en beneficio del otro.
Frente a esa situación lo máximo que se puede esperar es que el cese al fuego se mantenga. Para lograrlo, la ONU está decidida a hacer pesar la influencia de sus 350 observadores que responden al nombre clave de Gomnuii (Grupo de Observadores Militares de las Naciones Unidas para Irán e Irak). A un costo de 74 millones de dólares al año, los delegados de la Organización recorrerán las zonas fronterizas y se encargarán de certificar la desmovilización de los ejércitos y el intercambio de prisioneros. Por primera vez en la historia de la ONU, el contingente enviado deberá utilizar regularmente un navío para transitar el Chatt-el-Arab y cuidar que éste permanezca abierto a la navegación.
Entre tanto ya en ambos países se está comenzando a hablar de reconstrucción, tanto de edificios como de vínculos con el resto del mundo. Por primera vez en mucho tiempo, varios ministros europeos pasaron por Teherán la semana pasada, al tiempo que se confirmó el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y la Gran Bretaña. La necesidad de comenzar obras y de terminar con el racionamiento que se le ha impuesto a la población, puede ser un factor más que impida el rompimiento de la tregua.
Toda esa combinación de factores es la que ha llevado a las potencias occidentales a mostrarse moderadamente optimistas. Si bien se tiene la crcencia de que la paz está ganando la batalla, no se descarta del todo una continuación de las hostilidades. Esa impresión fue confirmada por el anuncio de que Estados Unidos no retiraría ninguna de las 27 embarcaciones de guerra que tiene navegando en el golfo Pérsico, por lo menos durante este año. El punto de vista norteamericano fue compartido por los aseguradores de los supertanqueros, quienes rebajaron sus primas para el petróleo transportado en la zona, pero las dejaron por encima del nivel que tenian cuando había paz. Por más declaración de cese al fuego, todo el mundo sabe que en esta zona del mundo la tregua es frágil y se encuentra sólo a un tiro de fusil de distancia.--