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Charlie Hebdo | Foto: Archivo particular.

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Controversia mundial por caricaturas de ‘Charlie Hebdo’

Un número reciente de la revista satírica francesa incendió las redes sociales con unas caricaturas del niño sirio que alertó al mundo sobre la tragedia de los refugiados.

15 de septiembre de 2015


En enero de este año las pantallas y las plazas del mundo entero se encendieron al son de un lamento comunitario: ‘Yo soy Charlie Hebdo’, gritaban los perfiles de Facebook y quienes salieron a protestar en las calles por el asesinato de los periodistas del controvertido medio francés.

Ahora, ocho meses después, la revista vuelve a estar en medio de una polémica internacional.

El medio galo se ha caracterizado durante décadas por la acidez de su sátira, que para muchos va de la irreverencia al agravio.

La imagen que desencadenó el trágico asesinato fue una burla al profeta Mahoma que rápidamente le dio la vuelta al mundo. Pero en esta ocasión, la portada de Charlie Hebdo arremetió contra algo distinto al islam: la responsabilidad europea frente a la crisis de los refugiados.

La revista publicó unas caricaturas de la conmovedora imagen de Aylan Kurdi, el niño sirio que apareció ahogado en la costa, que en cuestión de horas se volvió el símbolo del drama de los refugiados.

Los dibujos que desataron de manera casi inmediata una fuerte polémica en las redes sociales son del actual director editorial interino de Charlie, Laurent ‘Riss’ Sourisseau, uno de los sobrevivientes del atentado que cobró la vida de doce personas.

La portada de la revista es un dibujo de Aylan, tendido boca abajo en la arena, bajo un gran titular que dice “¡Bienvenidos migrantes!”, seguido de “Tan cerca de su objetivo…”. Detrás, hay un aviso con la imagen de un payaso que bien podría ser el de McDonald’s y que reza así: “¡Promoción! Dos menús infantiles por el precio de uno”.

El segundo dibujo consiste en la imagen de alguien -que podría ser Jesús- de pie, caminando sobre el mar mientras los pies del niño ahogado sobresalen entre las olas. Se titula “La prueba de que Europa es cristiana” y dos flechas explican algo sobre cada uno de los personajes. Una flecha señala al hombre y dice “los cristianos caminan sobre el agua”, mientras que la otra señala los pies e indica: “los niños musulmanes se hunden”.

Si en enero fue la comunidad musulmana quien se sintió profundamente ofendida y se encontró en una encrucijada muy compleja, ahora son muchos los europeos que en su momento defendieron con fervor la libertad de expresión y que se sienten vulnerados por esta caricatura.

En un afán de corrección política las críticas se volcaron de manera feroz contra Charlie.

Las reacciones han sido masivas y si hasta ahora la controversia sólo está en las redes, las imágenes le dieron la vuelta al mundo y hasta los periódicos chinos se pronunciaron al respecto.

Sin embargo, llama la atención que en Francia, los medios, acostumbrados a la sátira de la revista, no le prestaron mayor atención a los dibujos.

El país tiene una larga tradición de protección de la libertad de prensa. Y en enero, la solidaridad hacia Charlie fue absoluta, pues los atentados se vivieron como un ataque al gremio periodístico en su conjunto.

A esto se suma que, como lo registró el diario estadounidense The New York Times,  las caricaturas fueron presa de la indignación mundial al ser sacadas de contexto.

El periodista galo Gilles Klein anotó cómo el sentido de las caricaturas se había perdido a causa de la mala traducción con tan sólo cruzar el canal de La Mancha.

Efectivamente, la tergiversación fue tal que del sentido original -un ataque mordaz a los gobiernos europeos- se pasó a ver en las caricaturas una cruel burla del pequeño sirio ahogado.
 
Sin embargo, el objeto de la sátira estaba establecido desde el principio pues su autor, ‘Riss’, precisó en el editorial que acompañaba ese número que se trataba de una crítica a la hipocresía de los líderes europeos y del público.

De cualquier manera, la revista puso una vez más el dedo en la llaga respecto a un asunto extremadamente sensible y la indignación internacional era de esperarse.