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'¡CHERCHEZ LA FEMME!'

La esposa del presidente serbio Slobodan Milosevic es la figura a analizar detras de la política de Belgrado.

10 de julio de 1995

MIRJANA MARKOVIC NO es feminista porque crea que las mujeres no son iguales a los hombres, sino muy superiores. Eso no resultaría tan excepcional si no fuera porque la señora Markovic es la esposa de Slobodan Milosevic, el presidente de la actual Yugoslavia, un país formado por Serbia, Montenegro y Kosovo, esto es, por lo que quedó de la patria de Tito luego de la separación traumática de varias de sus provincias más importantes.
El presidente Milosevic es ampliamente considerado como uno de los responsables de la guerra civil en Bosnia. Su postura inicial, ultranacionalista y recalcitrante, envalentonó al dirigente de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic, para rebelarse contra el establecimiento de una república pluralista con mayoría musulmana. Eso lo convirtió en una especie de conde Drácula ante la opinión internacional, porque los serbio-bosnios conquistaron el 70 por ciento de Bosnia debido al apoyo de armamento pesado brindado por el ejército de Belgrado.
Pero lo que pocos han dicho a nivel internacional es que la señora Markovic -quien insiste en usar su apellido de soltera a pesar de ser una primera dama- es quien verdaderamente lleva los pantalones en el palacio presidencial de Belgrado, y que si hoy por hoy su marido tiende a distanciarse de sus paisanos de Bosnia, es por su influencia. Porque para la señora Markovic los nuevos nacionalismos -piedra de toque de los conflictos de hoy en día- son una aberración histórica y por lo tanto, la guerra en Bosnia es una tragedia sin sentido. En su columna semanal en la popular revista Duga, la señora escribió recientemente que "Durante los últimos tres años nuestros periódicos han convertido en héroes a mercaderes de la guerra, asesinos movidos por odios religiosos que convierten a sus atrocidades enfermas en actos de valentía".
Sin embargo, hay un de talle fundamental que hace que los líderes occidentales no sientan ninguna simpatía por esa singular primera dama: lo que la motiva a criticar la situación no es la búsqueda de la paz, sino el regreso al comunismo.
De hecho, esa contradicción es un motivo más para ahondar en el misterio existente alrededor del presidente Milosevic, quien convirtió a su partido comunista yugoslavo en un socialismo democrático y lo puso al servicio del nacionalismo. Porque lo cierto es que el presidente no se atreve a contradecir a su mujer en público, y tanto los diplomáticos destacados en Belgrado como los propios ciudadanos leen con lupa lo que dice en su columna semanal, para tratar de determinar cuál será el próximo movimiento del dirigente.
La señora Markovic tiene, por lo demás, buenos motivos para ser una comunista recalcitrante. Su padre y su tío, Moma y Draza Markovic, fueron altos dirigentes y héroes nacionales. Su madre fue ejecutada en 1943, luego de confesar bajo tortura sus vínculos con la resistencia comunista antinazi. Una tía suya, Davorjanka Paunovic, fue secretaria -y algunos dicen amante- del mariscal Tito.
La señora Markovic dirige la Alianza Comunista por Yugoslavia, y dice que defiende la ideología del futuro. "El comunismo, la única idea nueva del siglo XX aún no ha existido -dice-. "Pero el siglo XXI verá emerger una nueva izquierda que cambiará la faz de Occidente".
Por eso, muchos se preguntan si la posición ultranacionalista del presidente Milosevic es auténtica, o si más bien se trata de una estrategia para navegar en la cresta de la ola, en espera del momento de restaurar el orden comunista. En todo caso, no se trataría del único fenómeno de intento de regreso del marxismo en los países que quedaban detrás de la cortina de hierro.