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"CHILE VIVE SUMIDO EN EL CAOS"

Rodolfo Seguel, líder de los trabajadores del cobre, habla con SEMANA y cuenta qué va a hacer ahora que es libre

5 de septiembre de 1983

Hace nueve meses pocas personas en Chile y en el mundo conocían el nombre de Rodolfo Seguel. El movimiento sindical chileno estaba en la última etapa de su sueño aletargado, sumido en un silencio de casi diez años, observando cómo el gobierno del general Pinochet había ido destruyendo, a través de un plan laboral, confeccionado de acuerdo a las exigencias del modelo de Chicago, las conquistas sociales alcanzadas en el curso de medio siglo.
Pero ese sueño obligado tenía que terminar. Un 35% de desempleo y el grueso del sector industrial desmantelado, fueron mucho más fuertes que el temor. Y la fuerza laboral chilena despertó a la voz de un hombre joven, 29 años, que a partir del 22 de febrero pasado, ocupa el cargo de Presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), una de las organizaciones más importantes del país, que agrupa a 23.500 trabajadores.
Seguel se atrevió a hacer lo que nadie había osado en los últimos años: llamar al país a protestar. Y el país hizo lo que nadie había imaginado: protestó, ante la mirada atónita de soldados con casco y metralletas. La reacción del gobierno no se hizo esperar.
Seguel, junto a varios otros dirigentes sindicales, fue a parar a la cárcel, donde estuvo 34 días.
Hasta su celda --cuenta-- llegaron pobladores, religiosos, estudiantes, trabajadores, dirigentes sindicales, agregados laborales, saludos de trabajadores, ministros y presidentes extranjeros. "No podía sentirme solo".
Hoy se encuentra de nuevo en libertad, a la cabeza de la CTC, pero sin trabajo, porque fue despedido por "atentar contra la seguridad nacional" y dispuesto a seguir luchando.
Pocos días después de ser liberado, un enviado especial de SEMANA lo abordó en Santiago:
SEMANA.: Durante estos diez años el movimiento sindical chileno ha permanecido en silencio. ¿Qué lo hizo despertar ahora?
RODOLFO SEGUEL.: La dictadura.
S.: Pero la dictadura comenzó en 1973...
R.S.: De acuerdo, y los trabajadores siempre estuvimos conscientes de cuál era la realidad del país, pero faltaba firmeza para enfrentarla porque el temor era cosa viva, el temor a la represión. Fue muy duro, muy difícil, unir a una parte de las organizaciones sindicales, sin embargo, pienso que no fui sólo yo, ni los otros dirigentes quienes hemos contribuido a esta unión. Ha sido la propia dictadura, su maldito plan laboral y su gestión encaminada a desunir para gobernar, la que nos hizo tomar conciencia acerca de lo urgente que era juntarnos.
S.: ¿Qué es lo que piden los trabajadores chilenos al gobierno del general Pinochet?
R.S.: La vuelta a la democracia Eso.
S.: ¿Qué lo hace pensar que este gobierno va a dar curso a esa petición ?
R.S.: No se trata de una petición de un grupo aislado de personas sino de la petición de todo el pueblo chileno. El país vive sumido en el caos, cunde la desesperación. La falta de trabajo se ha convertido en un drama. Hoy los índices de cesantía llegan a un 35%. El ambiente está tenso. Uno lo ve y lo palpa. Es todo ello lo que va a impulsar el cambio. No es Rodolfo Seguel. Será el pueblo chileno quien lo haga.
Ahora, si el gobierno no escucha la voz del país, si reacciona endurecienda la mano, puedo asegurarle que el país se hundirá, de tal manera que a la corta será un boomerang para el propio gobierno militar. Eso sería lo peor que podrían hacer, endurecerse.
S.: Y si lo hacen, qué va a pasar con el movimiento sindical que usted lidera?
R.S.: Estamos conscientes de que las persecuciones, los mecanismos desarticuladores que funcionan hoy, pueden acentuarse mañana. Saberlo es precisamente lo que nos fortalece. Si llegara a darse una reacción en ese sentido y si ello nos obliga a actuar en la clandestinidad para seguir adelante con este movimiento, lo haremos.
S.: ¿Cuál ha sido la reacción del gobierno de Pinochet frente al despertar del sindicalismo chileno?
R.S.: Ha tenido dos reacciones claras. La primera fue tratar de desconocerlo, descalificarlo y aplastarlo con represión, encarcelamiento, etc. La segunda, que se produjo cuando el gobierno tomó conciencia de la magnitud de las protestas, se tradujo en el regreso de algunos exiliados, el levantamiento de la censura que afectaba a los libros y un "diálogo", con algunas organizaciones sindicales; conversaciones que no han dado ni un solo fruto. Si usted me pregunta si el gobierno ha hecho eco a lo que piden los trabajadores, yo tengo que decirle que no.
S.: ¿Es factible que pueda convivir aquí, un gobierno con las características de éste y un sindicalismo libre como el que ustedes andan buscando?
R.S.: Es difícil que una dictadura tan fuerte como es esta pueda caminar de la mano con el sindicalismo. Sin embargo, nosotros no queremos enfrentamientos. Queremos justamente lo contrario: sacar al país del hoyo en que ha caído gracias al gobierno militar. Estamos dispuestos a hacer todo cuanto esté en nuestras manos para que volvamos a la democracia y para que se respeten en Chile los derechos humanos. Si nosotros le abrimos los ojos a un pueblo, no podemos ahora taparnos la vista; tenemos que luchar para que la voz de ese pueblo sea escuchada. Y con la misma valentía que asumimos la responsabilidad de las primeras protestas tenemos que asumir ahora lo que el pueblo está pidiendo. Y ya le dije qué es lo que Chile pide: Democracia.
S.: ¿Cómo va a terminar el proceso que se inició el 11 de mayo?
R.S.: El camino será seguir protestando pacíficamente porque jamás caeremos en llamados a la violencia. No llamaremos a la gente para que salga a la calle ni para que se derrame sangre.
S.: De hecho, eso ya sucedió. Las protestas arrojaron un saldo de cinco muertos, decenas de heridos. ¿Cómo pueden impedir el desborde?
R.S.: Esa pregunta no puede hacermela a mí. Debe hacérsela a los gobernantes. Ellos son quienes tienen el poder y la fuerza. Y ellos son quienes han hecho la represión. Voy a ilustrarlo con un ejemplo. Es de conocimiento público, y la comunidad extranjera también lo sabe, que a raíz de la protesta nacional realizaron allanamientos en dos poblaciones de Santiago. Sacaron a la gente desnuda, en plena noche, a la calle y los dejaron quince horas de pie en un estadio. Hombres y mujeres. ¿Qué impresión cree usted que puede quedar en esos niños que vieron la forma en que eran vejados sus padres y sus madres? ¿Quienes son los responsables de haber sembrado en esos niños la semilla del odio y la violencia?
S.: ¿Cuál ha sido la reacción del sindicalismo internacional?
R.S.: Fabulosa. Muchos países del mundo, a nivel de organizaciones sindicales, se han pronunciado apoyando planamente a nuestro movimiento. La CIOSL ha estado recientemente con nosotros y hemos sostenido excelentes conversaciones.
S.: ¿Creé usted que el general Pinochet se mantendrá a la cabeza del gobierno hasta 1989, como está estipulado en la Constitución? R.S.: Nosotros estamos pidiendo la vuelta a la democracia y vamos a continuar pidiéndola.
S.: ¿Y si les diven que deben esperar hasta 1989, estarían dispuestos a aceptarlo?
R.S.: ¡Yo no! Lo que a mí me habría gustado es que la democracia hubiese llegado mucho antes de que sucediera todo esto.
S.: A usted le dicen "el Walesa chileno" ¿Se siente identifcado con el líder polaco?
R.S.: No, no, por ningún motivo. A él tampoco le gustaría que le dijeran el Seguel Polaco. Yo soy Rodolfo Seguel, un dirigente del cobre que coopera con un granito de arena para recuperar su país.--