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China capitalista

La decisión de Beijing de garantizar la propiedad privada en las empresas es un paso más hacia la hegemonía económica del país más poblado del mundo. Pero hay dudas.

21 de marzo de 2004

A partir de este mes el término 'propiedad privada' ya no es en Beijing un cuento chino. La reunión de la décima Asamblea Nacional Popular de China, de casi 3.000 delegados, decidió cambiar una política de más de 50 años de vigencia y garantizar formalmente a las empresas la propiedad privada.

Hasta hace poco la sola idea era impensable para el Estado que Mao Tse Tung concibió bajo un modelo colectivista en 1949, en el que las tierras y las empresas debían estar en manos del Estado. Pero tras la muerte del líder, el dirigente Deng Xiao Ping inició el camino hacia una aplicación peculiar del capitalismo. Con el tiempo ello condujo en 2001 al ingreso del país asiático a la Organización Mundial del Comercio. En ese momento China adquirió compromisos que implicaban una serie de reformas estructurales, como la decidida esta semana en Beijing.

"Los chinos a finales de los años 70 hicieron una evaluación de las condiciones económicas y políticas y concluyeron que era necesario introducir reformas para darle cierto papel a la iniciativa privada", dijo a SEMANA el sinólogo Guillermo Puyana. El derecho a la propiedad privada era reconocido en algunas disposiciones de menor categoría, pero se necesitaba reformar la Constitución de 1982 para darles mayor seguridad a los inversionistas nacionales y extranjeros. Este paso era importante para una economía que crece a pasos agigantados gracias a la inversión privada que representa el 64 por ciento del crecimiento anual.

Pero la creciente participación de la iniciativa privada en la economía china tiene efectos colaterales preocupantes. Según observadores consultados por la BBC las desigualdades sociales han aumentado, y no se han cumplido las expectativas en el campo. El máximo dirigente Hu Jintao ha reconocido el hecho y ha prometido más inversión en el agro. Sin embargo el presupuesto aprobado para este año en el sector rural es del 20 por ciento, mientras que para las fuerzas militares fue del 11,6 por ciento.

Pero el modelo de desarrollo escogido por China tiene implícito un problema. La élite urbana emergente está jalonando el cambio, lo que implica la tendencia masiva a la migración del campo a las ciudades. La zona rural es vista como un peso muerto para la economía del país. "Los chinos tienen una subutilización de la mano de obra campesina muy seria. Tienen 150 millones de campesinos que no trabajan o trabajan muy poco", dijo el experto. Eso explica que la nueva norma no implique la privatización de la tierra en las zonas rurales, donde vive más del 70 por ciento de la población.

China se perfila como la próxima potencia mundial. El nuevo modelo definido como "socialismo de mercado" ha permitido un crecimiento económico rápido hasta tal punto que hoy después de Japón es el segundo país que posee la mayoría de bonos del Tesoro de Estados Unidos con 340.000 millones de dólares. El crecimiento de la economía para este año será del 7 por ciento. Nadie duda de que China será la mayor potencia económica del mundo en los próximos años.

Al mismo tiempo el crecimiento del consumismo en China no deja de preocupar a muchos observadores. No se trata sólo de las diferencias creadas entre la población más numerosa del mundo, sino de los efectos que tendría sobre los recursos naturales no renovables y sobre la economía mundial. Y como las reformas económicas no van de la mano de las políticas, muchos ven en el horizonte un conflicto inevitable.