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George W. Bush dijo no entender la oposición del Congreso hacia la concesión y amenazó con vetar cualquier iniciativa en su contra

Estados Unidos

Choque de poderes

La multimillonaria concesión de puertos estadounidenses a empresarios árabes puso de pelea a George W. Bush con el Congreso de su país.

26 de febrero de 2006

Bajo otras circunstancias, un negocio de 6.800 millones de dólares habría sido motivo de celebraciones. Pero que la concesión de seis de los puertos más importantes de la costa este de Estados Unidos haya pasado a manos de una firma de Emiratos Árabes Unidos puso de malas pulgas a más de uno. Sobre todo cuando el encargado de estampar la firma fue el propio Presidente.

En el centro de las preocupaciones de los parlamentarios está la seguridad nacional. Muchos argumentaron el riesgo de posibles incursiones terroristas e incluso trajeron a colación que dos de los suicidas que participaron en los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran ciudadanos de ese país. Fue tanto el alboroto por el tema, que en la noche del jueves la propia empresa, Dubai Ports World, una de las principales operarias portuarias del mundo, decidió postergar su inicio de operaciones en los puertos de Nueva York, Baltimore, Nueva Jersey, Miami, Filadelfia y Nueva Orleans, para permitir que se solucionaran los problemas entre el gobierno y los congresistas.

El hecho que alborotó el avispero fue la compra de P&O, compañía británica que manejaba estos puertos, por parte de la estatal árabe. Tras ese movimiento, las críticas empezaron a llover. Y como viene ocurriendo de tiempo atrás con otros temas, no fueron exclusividad de la oposición demócrata. Bill Frist, jefe de la mayoría republicana en el Senado, dijo que "si la administración no puede retrasar el proceso, tengo la intención de presentar un proyecto para que el acuerdo sea suspendido". Los demócratas, con Hillary Clinton a la cabeza, fueron más lejos y amenazaron con prohibir que compañías portuarias pertenecientes a gobiernos extranjeros puedan operar en Estados Unidos.

Más allá de la preocupación por la seguridad interna o la introducción de armas masivas por vía marítima, el tema cobró relevancia por las motivaciones políticas que se tejen detrás, de cara a las próximas elecciones parlamentarias del 7 de noviembre. "Los republicanos están preocupados por perder sus curules y necesitan distanciarse de Bush en algunos asuntos. Los demócratas, quienes han fallado en responsabilizar a Bush por unas elecciones turbias, guerras ilegales, tortura y espionaje ilegal, ahora piensan que pueden hacer algo", le dijo a SEMANA Sam Husseni, director de comunicaciones del Institute for Public Accuracy.

El presidente Bush se mantuvo inamovible en su posición de mantener el acuerdo, al punto de que su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, de gira por Oriente Medio, aprovechó la ocasión para tranquilizar a los alarmados empresarios. Pero la cosa no paró con palmaditas en las espaldas de los jeques. En su propio patio, Bush no dudó en amenazar con vetar cualquier propuesta parlamentaria que se hiciera para dar marcha atrás al negocio. Además, recordó que EAU es uno de los principales aliados en Oriente Medio de su guerra contra el terrorismo.

Para el mandatario sería "terrible" la señal que se le daría al mundo árabe con la disolución de un contrato por cuestiones de nacionalidad. Y es que varios puertos de su país son manejados por concesiones extranjeras, sin que hasta el momento se opusiera ninguna resistencia. "Realmente no comprendo por qué está bien que una empresa británica opere nuestros puertos, pero no así una compañía del Oriente Medio", dijo. Lo que se preguntan muchos es por qué cuando la contratista era una firma británica nadie tuvo reparo, por eso, la palabra 'racismo' revolotea en el ambiente.

Sin embargo, hay quienes opinan que la verdadera motivación de Bush para darse semejante 'pela' con el Congreso, dista de ser una posición antirracista. "Para Bush, esto es acerca de dinero y la construcción de su imperio. Bush, quien entre otras cosas tiene detenidos a cientos de árabes y musulmanes sin cargos judiciales en Guantánamo, no puede ser de repente el portavoz en contra del racismo antiárabe", dijo Husseni.

Mientras los políticos aprovechan para atacarse, la inversión en seguridad en los puertos marítimos es insuficiente y resulta irrisoria en comparación con los miles de millones que se invierten en los aeropuertos. Por eso, muchos han llamado a que se refuercen las medidas en ese sentido, en lugar de convertir el problema en otro caballito de batalla para uno y otro bando.