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¿Cobarde contra traidor?

Una verdadera batalla de imagen se libra entre Bush y Kerry por sus antecedentes militares.

22 de febrero de 2004

La guerra de Vietnam terminó hace casi 30 años, pero las heridas dejadas por esa derrota siguen abiertas. El tema estaría guardado en el cajón de los recuerdos desagradables si no fuera por la amenaza terrorista y la invasión a Irak. George W. Bush se ha declarado presidente de guerra, como lo fueron Lincoln y los Roosevelt. Una

cosa y otra ponen en primer plano las credenciales militares de quien aspire a regir el país en los próximos cuatro años.

La consecuencia ha sido una batalla de imagen entre Bush y su más probable contendor, el demócrata John F. Kerry. Los demócratas pintan a Bush como un cobarde y un ausentista que evitó ir a Vietnam. Y los republicanos contestan que Kerry es un traidor al dedicarse inoportunamente al pacifismo cuando regresó del conflicto.

Los problemas de Bush

George W. estaba a punto de graduarse en la exclusiva Universidad de Yale en 1968, cuando la guerra en el sureste asiático estaba candente. Como tantos de su generación buscó la forma de evitar convertirse en carne de cañón en una tierra lejana. Para ello había alternativas: dispararse un tiro cerca de un oído para alegar sordera, marcharse a vivir a Canadá o conseguirse un puesto en la Guardia Nacional, un cuerpo cívico-militar de medio tiempo destinado a proteger el territorio de las amenazas externas.

Bush hizo valer ser niño rico, hijo de congresista y nieto de petrolero para optar por la mejor opción, que era ser piloto de la Guardia Nacional Aérea de Texas. Las influencias de su padre consiguieron que, con el puntaje mínimo, se colara al frente de una lista de 1.500 aspirantes.

El Presidente ha admitido todo, palabras más, palabras menos, con la aclaración de que sí quería ir a Vietnam, pero como piloto. Incluso ha afirmado que intentó ser admitido, pero que se frustró porque no tenía suficientes horas de vuelo y por la inminente obsolescencia del único avión que sabía volar, el caza F-102.

Pero su inconsistencia se refiere a lo que pasó a partir de 1972. Entonces Bush llevaba cuatro de los seis años de su servicio en la Guardia cuando fue llamado a colaborar en la campaña de un amigo de la familia por una curul al Senado por Alabama. En mayo pidió su traslado a la Guardia Nacional Aérea de ese estado, y mientras esperaba la autorización faltó a la prueba física, según algunos por temor a que se descubriera su abuso de drogas. Finalmente, en septiembre le fue ordenado presentarse en Montgomery, Alabama, para incorporarse al Grupo Táctico Número 187, un contingente de segunda y sin aviones.

El problema es que Bush dice que obedeció, pero casi nadie recuerda haberlo visto jamás por allá. Sus superiores afirman que no estuvo, no hay documentación que demuestre su presencia y de los 700 hombres que debieron ser sus compañeros, solo uno sostiene, sin mayor credibilidad, haberlo visto en la base. Lo único que corrobora su historia es una hoja de examen dental, que fue lo único que la Casa Blanca pudo presentar a la prensa para demostrar que lo de su ausencia eran calumnias de la oposición.

Ese es el verdadero drama de Bush, la brecha entre lo que dice y lo que puede probar, lo mismo que con las armas de destrucción masiva con que justificó la invasión a Irak. De ahí que la esperanza de los demócratas no es demostrar que Bush es un desertor, ni que usó sus influencias para entrar a la Guardia Nacional, algo que cualquiera en su posición hubiera hecho, sino que vuelva a quedar como un mentiroso.

El caso de Kerry

En cuanto al precandidato demócrata, sus adversarios tienen una tarea más difícil para desprestigiarlo, al menos en el tema militar. Kerry, como Bush, es un miembro de la élite del país, pasó por la misma universidad, pero con un detalle clave: es dos años mayor.

Su historia comienza en 1966, en un momento en que la guerra de Vietnam era todavía vista entre los jóvenes norteamericanos como una empresa justa y necesaria para detener al comunismo. Kerry no tuvo que sufrir para decidir enlistarse, pues todos sus amigos lo habían hecho.

Gran admirador del presidente John F. Kennedy, Kerry quiso emularlo al convertirse en oficial naval a cargo, como su ídolo, de una lancha patrullera. Sus críticos dicen que servir en esa clase de labor prometía al comienzo un paso relativamente seguro por el servicio, pero todo cambió cuando se decidió sacar esas embarcaciones del patrullaje marino y enviarlas río arriba por el Mekong. Kerry combatió en zonas de 'fuego libre', lo que significaba que cualquiera que se cruzara era un enemigo al que había que disparar, incluidos mujeres, niños y ancianos.

Kerry conoció lo duro del conflicto, y fue herido en tres ocasiones. Su camaradería con su tripulación fue tan grande que hoy lo acompañan en la campaña varios de sus camaradas. Pero al regresar, Kerry estaba convencido de lo absurdo de esa guerra y, sobre todo, impresionado por la violencia desatada por sus soldados en esas zonas rojas.

Lo que le critican los republicanos es que Kerry se convirtió en activista antiguerra en un momento en que todavía había norteamericanos muriendo en Vietnam a una rata de 350 por día. Critican que Kerry haya llegado a denunciar los crímenes de guerra de sus compañeros, a quienes comparó con las hordas de Gengis Khan.

Y le han sacado a relucir fotografías en las que aparece con personajes de la izquierda, como el ex procurador general Ramsey Clark (hoy reconocido por haberse ofrecido de abogado de Saddam Hussein) y, sobre todo, con la actriz Jane Fonda. La artista estuvo de visita en la capital norcoreana en 1972 y desde entonces la derecha norteamericana, que no la ha perdonado, la considera el ejemplo de traición a la patria y la llama 'Hanoi Jane'. Los demócratas, como el congresista Charles Rangel, sostienen que Kerry casi no conoció a Fonda y que la foto en que aparece varias filas detrás de ella fue tomada en una manifestación de 1970, cuando ella no había ido a Vietnam. Pero el odio contra Kerry ha llegado hasta la aparición de una foto en la que estaría en un estrado hablando junto a Jane. Pero resultó ser un montaje (ver foto).

La pelea está como para alquilar balcón, pero los observadores serios sostienen que, en el fondo, va a pesar más que su pasado el presente de los contendores. Piensan que para Kerry es más grave su indefinición sobre si en lo internacional será un presidente decidido pero respetuoso de las instancias multilaterales, o un pacifista a ultranza como Jimmy Carter. Y que lo que lo podría tumbar a Bush no sería haber sido un cobarde, sino haber metido a Estados Unidos en una guerra de embustes como la invasión a Irak.