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COLLOR DE HORMIGA

Drásticas medidas para grave crisis.

9 de abril de 1990

Señalada en las agendas de los grandes empresarios brasileños como el día del encuentro con lo desconocido, el 15 de marzo, fecha en la que se posesionará el nuevo presidente Fernando Collor de Melo, reserva muchas sorpresas y desafíos. A las diez de la mañana, en la misma ceremonia de posesión, el flamante Collor explicará cada una de las medidas con las cuales pretende modificar sustancialmente la marcha de la economía brasileña.
Para resolver los grandes problemas planteados, el presidente escogió a Zelia Cardoso de Mello, una joven economista de 36 años que dirigirá el Ministerio de Economía, el cual abarcará dentro de la drástica disminución de la burocracia, a las antiguas carteras de Economia, Hacienda, Planeación e Industria y Comercio.
Se trata, según los entendidos, de un plan para producir un choque eléctrico en el que el ingrediente principal de un recorte en los gastos del gobierno tratará de alcanzar el objetivo nada despreciable de reducir a ceros el déficit público de US $ 32 mil millones en un solo año. Para ello el gobierno planea despedir por los menos a 50 mil empleados públicos, privatizar una empresa estatal por mes (vendiendo acciones a los propios empleados) y extinguir la increíble serie de privilegios y cargos acumulados en una sola persona. Otro problema es la renegociación de la deuda externa, de US $114 mil millones, cuyo pago de intereses, según Collor, deberá renegociarse "sin que las condiciones impuestas pongan en peligro el crecimiento económico del país".
El equipo de Collor, sin embargo, trabaja sobre todo en lo que la gente identifica como carestía. Para combatir la inflación, se planea una especie de pacto social con los sindicatos patronales y de trabajadores para fijar índices de reajuste de precios y salarios cada vez más bajos por mes, con la meta de disminuir la inflación al 5% mensual.
Para muchos, luego de la posesión de Collor, Brasil no será el mismo, e incluso un periódico de Sao Paulo, ha denominado lo que sigue como la "era Collor". Una encuesta afirma que el 68% de los brasileños cree en la eficacia de las medidas del joven presidente. Pero hay quienes recuerdan que Carlos Menem pasó en sólo ocho meses de ser el salvador de la república al personaje más odiado. También está difundida la creencia de que la Argentina de hoy podría ser el Brasil del mañana. Pero eso, por lo pronto, no parece quitarle el sueño al optimista Collor de Mello.