Home

Mundo

Artículo

COMBATE ENTRE MASTODONTES

Reagan resistió la ofensiva de Mondale en el segundo debate en TV

26 de noviembre de 1984

Una sola pregunta dejó sin responder Ronald Reagan en su último debate televisivo: fue cuando le preguntaron si sabía o no sabía con anterioridad de la existencia del controvertido "manual" editado por la CIA para los "contras" en Nicaragua y si había dado o no su aprobación al mismo. "Bueno, tenemos un caballero bajo contrato allá, que elaboró ese manual", contestó Reagan, y derivó su exposición hacia el tema de los misiles: que si vuelven o no vuelven, una vez que se han lanzado. O sea que ignoró su incumbencia en el asunto. Pero el "manual" estaba allí, denunciado desde el propio Congreso de los Estados Unidos, y está aún, como una mancha de su paso por la historia y como un obstáculo en su campaña electoral, que hoy presenta inesperadas complicaciones.
Entre el "manual", que evidencia una conducta torpe e irresponsable en cargos muy altos, sus dubitaciones, que lo hacen aparecer como un dirigente senil y poco informado; y las relaciones con la Unión Soviética, que lo pintan como un individuo elemental y terco (fue el primer Presidente norteamericano que tardó cuatro años en reunirse con un dirigente soviético, desde la Segunda Guerra Mundial); son varios los aspectos que deslucen su condición de Presidente reelegible.
Pero, eso no permite anticipar su fracaso; por el contrario: permite sugerir el milagro de que sólo triunfe por escaso margen, ya que gran parte del electorado continúa aferrada a la imagen que lucía hasta un día antes de soltar sus balbuceos frente a las cámaras de televisión, cuando el votante anónimo tampoco sabía que su gobierno estaría dispuesto a contratar asesinos a sueldo y crear mártires en países donde objetivamente no tiene nada que hacer.
Mondale aprovechó esas fisuras, durante el debate: anunció que era posible otra conducta ante Nicaragua y ante los pueblos rezagados de América, bajo un signo político más afín; desdeñó la Rdad de su contrincante como un factor para esgrimir, pero hizo gala de conocimientos y buena memoria, en temas que para Reagan debían ser dejados "a los ingenieros".
Por último, cuestionó la hollywoodense "guerra de las galaxias" que el veterano lider lleva estampada en el celuloide de su imaginación. En comen-rios posteriores, ambos se adjudicaron una mutua ignorancia. Mondale pasó a ser, para Reagan, "un buen tipo que no sabe nada"; y Reagan para Mondale, "el más clasista, el más remoto, el más poco informado Presidente de la historia moderna". En otro orden de cosas, Reagan, para Mondale "está fuera de control" y Mondale, para Reagan "posee un récord de debilidad". La campaña, de este modo, se orienta mucho más hacia una competencia de pullas que a una previsible, o deseable, confrontación de ideas.
En el paso de las palabras a los hechos, se registró algo inédito--o tal vez algo olvidado--en la política interna de este país: la aparición de provocadores en los actos públicos.
Al alboroto intencional, ocurrido en varias asambleas demócratas, le siguió recientemente otro que afectó a los republicanos. El propio Reagan hablaba cuando varios "elementos incontrolados" comenzaron a llamarlo "mentiroso" y "belicista". La policía intervino, naturalmente; pero el componente de violencia ya se había desatado.
En el orden de las anécdotas, la mayor se refirió a una carta--oportunamente rescatada por los amigos de Mondale--en la que Ronald Reagan, hacia 1960, le escribía a Richard Nixon opinando sobre John Kennedy: "Bajo su corte de cabello juvenil laten las ideas del viejo Marx", decía Reagan y opinaba que en esa especie de "hermano grande", postulado como expresión del gobierno, había rémoras tanto de la "monarquía benevolente" ejercida por los autócratas en el siglo pasado, como del "socialismo de Estado" en que se inscribieron los delirios de Hitler. Cómo juntar tantas y tan disímiles referencias de un hombre que, elementalmente, no se relacionaba con ninguna, es asunto de él. Lo que es asunto de todos, ahora, es saber que Reagan tenía previsto dar un golpe de efecto en su campaña declarándose admirador del inmolado Presidente Kennedy.
Mientras tanto, la prensa opina: hay que pedir "pruebas regulares de senilidad en Reagan" (Wall Street Journal); ganará Reagan porque "el pueblo norteamericano tiene horror a la idea de que su viejo gran hombre sea de pronto un hombre marchito" y va a negarse a verlo como tal (The Boston Clobe), Mondale tuvo "la gran oportunidad Para acercarse al triunfo" en el último debate, pero no llegó a tanto (The Christian Science Monitor). Para James Johnsonn, director de la campaña demócrata Mondale salió victorioso del último encuentro "por las debilidades del Presidente Reagan y por su falta de conocimientos sobre el trabajo". Para David Chagall, director de la campaña republicana, Reagan no ha perdido un sólo voto y Mondale sólo se benefició "a lo sumo con los posibles votos de los nuevos y los indecisos".
Donald Ferree, ejecutivo de la importante agencia Roper (una de las tres mayores en encuestas de opinión) dijo su santa Palabra y retuvo las cosas en el punto en que los números se imponen: Reagan aún es el ganador potencial porque sus favoritos --en las pruebas de muestreo--se mantienen en orden del 56%.
No obstante, el "bip-bip-bip" de las computadoras hasta el momento sólo se ha escuchado en forma de melodías solitarias; apenas estamos en el comienzo de la etapa en que se convierte en monótona sinfonía: cuando suenan todas al mismo tiempo enloqueciendo con sus cambiantes datos a la masa electoral. -