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El sismo de L'Aquila de 2009 causó 309 muertes.

ITALIA

Como en el medioevo

Siete científicos italianos pagarán seis años de cárcel por no predecir el sismo que destrozó a L'Aquila en 2009. El absurdo fallo ha escandalizado a la comunidad científica mundial.

27 de octubre de 2012

El palacio de Justicia de L'Aquila, en el centro de Italia, sigue destruido tres años después del terremoto que dejó 309 muertos y más de 1.500 heridos. Por eso, los hombres a quienes consideran culpables de no haber evitado la tragedia fueron juzgados en una pequeña sala improvisada, en la zona industrial de la ciudad. Los siete científicos fueron condenados a seis años de cárcel por homicidio culposo múltiple, por no haber podido predecir el sismo. La condena los sacudió hasta la médula, pues fue tan inesperada y devastadora como el terremoto de 2009.

"Estoy desesperado. Pensaba que sería absuelto. Todavía no entiendo de qué se me acusa", dijo a la prensa italiana Enzo Boschi, presidente del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología. El 31 de marzo de 2009 Boschi se reunió en L'Aquila con los miembros de la Comisión de Grandes Riesgos para evaluar el peligro de los leves pero continuos temblores que se venían registrando en la región. Tras 45 minutos de discusión, entre todos llegaron a la conclusión de que no había mayor riesgo. "Que la tierra se mueva es señal de que el terremoto está perdiendo energía", dijo a la prensa Bernardo de Bernardinis, entonces subdirector del sector técnico de Protección Civil.

Con esa frase dieron su mayor argumento a los fiscales que manejaron la acusación. Afirmaron que los habitantes de L'Aquila estaban acostumbrados a los temblores y cada vez que sentían uno salían corriendo de sus casas y pasaban la noche en una plaza. La explicación de los científicos los hizo quedarse, tranquilos, esperando que el sismo disminuyera. "¿Por qué nos quitaron el miedo?" se pregunta Vicenzo Vittorini, recordando la noche del 6 de abril, cuando su esposa y su hija murieron sepultadas por el techo de su edificio.

La comunidad científica internacional está horrorizada con la sentencia. Más de 5.000 expertos de todo el mundo enviaron una carta al presidente italiano, Giorgio Napolitano, para afirmar que "el gobierno y las autoridades locales deberían educar a la población con programas que preparan para las catástrofes, y mitigar los riesgos (con edificios resistentes), en lugar de perseguir a los científicos por no haber hecho algo que es imposible -prever un terremoto a corto plazo-".

En efecto, en Italia predomina la convicción de que la condena es absurda e injusta, pues pide a los miembros de la Comisión una predicción científicamente imposible. Además, utiliza a estos hombres como chivos expiatorios de edificios mal construidos y de políticos que no tomaron las decisiones que ellos no podían tomar, como evacuar la ciudad. "¿Qué debían hacer? ¿Desalojar Los Abruzzos enteros? ¿Y durante cuánto tiempo?", escribió en La Stampa el reconocido geólogo Mario Tozzi.

Lo mismo deben haberse preguntado las autoridades de L'Aquila cuando, días antes del terremoto, un hombre llamado Gioacchino Giuliani salió a las calles con altoparlantes a predecir una enorme tragedia. El alcalde local no solo ignoró su delirante advertencia sino que le prohibió seguir comunicándosela a la población. No deja de ser irónico que ahora se culpe a un grupo de científicos por no pedir la evacuación de la zona cuando, claramente y por razones obvias, las autoridades no estaban dispuestas a tomar una medida tan extrema. .

Las réplicas de este sismo judicial no solo afectarán a los acusados, sino que podrían hacer que la gente crea menos en la ciencia, en general, y en la Comisión de Grandes Riesgos en particular. "¿Quién va a confiar en los técnicos de la comisión? ¿quién les va a creer, a la hora de evaluar el riesgo de una erupción del Vesubio?", se pregunta Ferdinando Fontanella, del Gazzettino Vesuviano

Los críticos del caso han soltado fuertes comentarios plagados de ironía, como los de Tozzi: "Algunos fiscales nos inducen a pensar que los sismos se pueden prever (y que el problema no es, en cambio, prevenirlos construyendo bien las casas). Quizás, de la misma manera, deberíamos prever nuestra jornada con base en el horóscopo cotidiano, que millones de ciudadanos consideran ciencia pura".