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¿Se cumple la profecía?

Isis está de fiesta. En vez de reforzar la seguridad, el decreto de Donald Trump que veta la entrada de inmigrantes y refugiados de siete países musulmanes a territorio estadounidense alimenta los extremismos en el mundo.

4 de febrero de 2017

Al estilo medieval, los dirigentes de Isis alegan que existe un “cruzado malvado” que pretende acabar con el islam y quienes lo profesan. Negándoles la entrada a los ciudadanos de seis países de mayoría musulmana a Estados Unidos, Donald Trump les concede un regalo a las fuerzas extremistas al asumir la figura de abanderado maligno que tanto vaticinaban. No obstante, si lo que busca con esta prohibición es combatir al terrorismo islámico, su primer error es haber escogido justo esos países. Mientras ningún ciudadano de las naciones incluidas ha cometido actos terroristas en Estados Unidos, los nacionales de Arabia Saudita, país acusado de financiar a Estado Islámico, están exentos de cualquier restricción de tránsito por el país norteamericano. En ese sentido, los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham calificaron la estrategia de Trump como una “herida autoinfligida en la lucha contra el terrorismo” que genera enemistades con países musulmanes aliados. Adicionalmente, señalaron que la redacción de la orden ejecutiva es tan defectuosa que veta a los pilotos iraquíes que venían a Estados Unidos para recibir entrenamiento en la lucha aérea contra Isis.

Más allá de su incoherencia, la torpeza de su estrategia ha convertido a Trump en el mejor publicista de Estado Islámico, que declaró en su revista Daqib que uno de sus objetivos es polarizar a la sociedad y generar odio hacia los musulmanes para que estos no vean otra alternativa que unirse a la lucha contra Occidente. En efecto, cuando las condiciones de los seguidores del islam en el mundo se deterioran, Isis tiene la oportunidad de presentarse como el salvador frente la persecución de los “infieles”. La lógica detrás de la insólita política de inmigración de Trump “encaja con la idea del choque de civilizaciones, que es algo que los yihadistas globales necesitan como combustible para poder decir que los estadounidenses están en su contra, que Occidente está en su contra”, le dijo Renad Mansour, experto en el Oriente Medio y el norte de África, al periódico The Independent.