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Con los pantalones abajo

El ultraconservador director del diario 'El Mundo' es el protagonista de uno de los escándalos sexuales más comentados en los últimos tiempos en Europa .

13 de junio de 2004

En España ya nadie habla de la boda del príncipe Felipe con Letizia Ortiz. La atención de la gente y los medios está dirigida, desde hace un par de semanas, hacia una historia bastante menos rosa. Los españoles sólo hablan de una cosa: del nuevo escándalo que protagoniza Pedro Jota Ramírez, el polémico director del diario El Mundo.

Todo comenzó hace siete años cuando España fue sorprendida con la circulación de un video en el que Ramírez aparecía teniendo relaciones sexuales con una mujer llamada Exuperancia Rapú Muebake, de raza negra y originaria de Guinea. El video, de 10 minutos de duración, mostraba comprometedoras escenas en las que se veía al periodista de espaldas, vestido con un tutú rosa, amarrado a la cama y realizando todo tipo de malabarismos sexuales. La grabación era de mala calidad pero se alcanzaba a ver a Ramírez de espaldas y a la mujer manipulando con indiscutible destreza un vibrador con el que lo sodomizaba. El video comenzó a circular en las salas de redacción de todos los medios de comunicación españoles y muy pronto salió a la calle. De inmediato Ramírez dijo que se trataba de un montaje de sus enemigos políticos, pero ante la contundencia de las imágenes no tuvo más remedio que aceptar la veracidad del video. Ramírez acusó a Rapú de tratar de colocar 28 copias de videos en una oficina de correos de Madrid. La mujer fue encontrada culpable y pasó cuatro meses en la cárcel.

Ramírez, además de ser un periodista bastante respetado, tenía reputación de ser un hombre ultraconservador, xenófobo y racista. Varias veces había hecho comentarios racistas en público y no ocultaba su cercanía con el Opus Dei. Pero lo más sorprendente del caso fue que publicó artículos en los que acusaba a un grupo paramilitar, llamado GAL, de haberle tendido una trampa. Ante semejante afirmación los demás medios, entre ellos el diario El País, lo acusaron de manipular la información y de desviar la atención del público. Gracias a su gran amistad con el entonces candidato a la presidencia José María Aznar, Ramírez logró que la historia pasara a segundo plano.

Pues bien, el escándalo acaba de revivir. Ramírez publicó este mes un libro llamado El desquite, en el que recoge su visión de la vida política española entre 1996 y 2000. Pero gran parte del libro está dedicado a dar su visión sobre el escándalo del video. Lo primero que sostiene es que se trató de una cortina de humo creada por sus enemigos para desvirtuar unas denuncias gravísimas que él había hecho contra la izquierda. Además dice que nunca conoció realmente a la mujer con la que aparece. Es más, afirma que no conocía su nombre. Su explicación es que Rapú lo persiguió por varios meses hasta que lo convenció de ir a su apartamento una noche en la que él se había pasado de tragos. Ramírez afirma, increíblemente, que fue hasta su casa creyendo que ella le iba a mostrar documentos "relacionados con la oposición guineana". Cuando ella le abrió la puerta vestida con ropa interior de cuero negro, él entró, probablemente pensando que la charla sobre la situación política de Guinea sería más interesante de lo que pensaba. Y en efecto así fue: "Entre sus insinuaciones, sonrisas y balbuceos fui dándome cuenta de que lo que me proponía era un juego de disfraces (...) Siempre he tenido una actitud liberal hacia las relaciones y las variaciones sexuales. Si hubiera sabido lo que iba a proponerme, probablemente no hubiera accedido, pero una vez que estaba allí... Bien, ¿por qué no?", dice. Desde luego la versión que da Ramírez ha generado muchas sospechas, ya que parece diseñada sólo para quedar bien ante el público.

Pero la situación se complicó aún más hace unos días, cuando el diario virtual Periodista digital publicó una nueva versión de los hechos. La publicación, dirigida por David Rojo -enemigo acérrimo de Ramírez- encontró a Exuperancia Rapú y le pidió que escribiera su testimonio. Desde la semana pasada el diario ha publicado por capítulos la versión de la mujer, que difiere bastante de la del director de El Mundo. Según ella, Ramírez la conoció en la redacción del diario y le pidió su número telefónico. Durante las semanas siguientes la llamó varias veces. Cada vez era más insistente y explicito: quería tener sexo con ella. Finalmente ella aceptó las propuestas e iniciaron una relación bastante larga. Por casi tres años se reunieron en moteles, que además siempre pagaba ella. Rapú asegura que si bien al principio Ramírez se comportaba como un amante normal, con el tiempo fue revelando sus peculiares gustos sexuales: contrataba prostitutas para hacer tríos, le gustaba disfrazarse de mujer y, sobre todo, le gustaba que ella lo sodomizara con vibradores.

Obviamente la publicación tiene enfurecido a Ramírez. La semana pasada el periodista envió una carta a Rojo en la que amenazaba con demandarlo si continuaba publicando los textos de Rapú. En su carta Ramírez decía que la publicación de estos era una clara violación a su intimidad. La repuesta de Rojo fue que se trataba de una publicación legítima y que la intimidad de Ramírez ya había sido violada hacía varios años en la habitación de Exuperancia Rapú.