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Sarkozy se ganó el apodo de presidente ‘bling bling’ por su gusto por el lujo y el derroche. En 2007 celebró su presidencia con unas polémicas vacaciones en un yate, propiedad de uno de los empresarios más ricos de Francia.

FRANCIA

Contra las cuerdas

Rodeado por los escándalos, con fama de ostentoso y una economía deprimida, Nicolas Sarkozy al fin lanzó su campaña por un segundo mandato. Por ahora, parece misión imposible.

18 de febrero de 2012

Dicen que está nervioso, que se pasea silencioso por el Palacio del Elíseo cada vez que se publica una de las tantas encuestas que lo dan como perdedor en las presidenciales. "Si fracaso, me retiro de la política", habría confiado a sus colaboradores. Pero esta semana el presidente francés Nicolas Sarkozy mostró que quiere dar la batalla. "¿Se imaginan a un capitán cuyo barco está en plena tempestad decir 'estoy cansado, renuncio'?", dijo al declarar su candidatura a las elecciones de abril en una entrevista del canal TF1. ¿Esa determinación le alcanzará para que los franceses le perdonen cinco años de sinsabores?

Sarkozy no tiene razones para ser optimista. En las numerosas encuestas publicadas no logra despegar. El último sondeo publicado por el Instituto Francés de Opinión Pública (Ifop) da como ganador a François Hollande, candidato del Partido Socialista (PS), con 30 por ciento de intención de voto; Sarkozy aparece con 25 por ciento y lo sigue la ultraderechista Marine Le Pen con 17,5 por ciento. En la segunda vuelta Hollande lograría 57,5 por ciento de los votos contra el 42,5 de Sarkozy.

¿Qué le sucede al presidente-candidato de la Unión por un Movimiento Popular (UMP)? La pérdida del triple A y una tasa de desempleo de 9,8 por ciento sin duda han minado su imagen. Ni siquiera lo ha favorecido el hecho de aparecer al frente del cañón durante estos meses de crisis económica, al lado de la canciller alemana Angela Merkel. Además, en estos cinco años Sarkozy acumula escándalos inéditos en la historia de la república. Se le acusa de haberse beneficiado, de manera irregular, de fondos de la dueña de L'Oréal, Liliane Bettencourt, para financiar su campaña de 2007. También lo acusan de haber facilitado, como ministro de Presupuesto, la supuesta entrada de dineros ilegales a las arcas de Édouard Balladur para las presidenciales de 1995.

Pero eso no es nada al lado de la fama que tiene de ser un presidente 'bling bling' por sus gustos ostentosos, algo que no lo deja muy bien parado en tiempos de crisis. Hay quienes dicen que si François Mitterrand era el presidente de las letras y Jacques Chirac el de las artes, no cabe duda que Sarkozy es el mandatario de los Rolex. Desde el día de su triunfo, en mayo de 2007, se supo que su marca distintiva iba a ser el lujo. 'Sarko' decidió festejar su victoria con los hombres más ricos de Francia en el restaurante Fouquet's, uno de los más exclusivos de los Campos Elíseos.

Según el recién publicado libro El dinero del Estado, del diputado socialista René Dosière, el presidente tiene a su disposición 121 carros, mientras que su predecesor Jacques Chirac tenía 55, y vuela 24 por horas por semana, el doble de su antecesor. Asimismo, el Elíseo gasta 12.000 euros al día en comidas. Todo un insulto para los que ganan el salario mínimo francés, 10 veces menor. Como se sabe, Sarkozy invita frecuentemente a periodistas, intelectuales, actores, músicos y deportistas a compartir con él en el Elíseo. Los platos varían en cada ocasión, pero un menú corriente puede incluir carpaccio de langosta, mejilla de ternero con gnocchi y un vino rojo Crozes-Hermitage 2006.  

Para construir su resumen de las cuentas de la era Sarkozy, Dosière envió 425 preguntas al gobierno sobre sus gastos durante los últimos cinco años. Luego comparó las respuestas con las cifras públicas. Con esto logró conseguir detalles increíbles. El 14 de julio de 2009 Sarkozy ofreció la tradicional garden-party en el Elíseo para celebrar la toma de la Bastilla. El costo de la fiesta fue de 732.826 euros. Un año después, el mandatario decidió suprimir este evento que se llevaba a cabo desde 1978, supuestamente para reducir los gastos.

Esos arrebatos de austeridad no son muy frecuentes. Dosière recuerda que en 2009 el Elíseo decidió comprar un Airbus A330-200, apodado Air Sarko One, para hacer los desplazamientos del presidente más cómodos. El gobierno informó que la compra había costado solamente 176 millones de euros. Luego se supo que en este "símbolo del 'bling-bling' presidencial", como ironiza el periódico Le Monde, realmente se habían invertido 259 millones.

El último exceso por el que Sarkozy fue criticado fue la repatriación de su hijo mayor en un Falcon 50 oficial, lo que habría costado 39.200 euros. DJ Mosey, como se le conoce a Pierre Sarkozy en la escena musical, se encontraba en Ucrania a finales de enero para dar un concierto cuando sufrió una intoxicación por alimentos. Su padre firmó un cheque por 7.632 euros de su bolsillo para pagar el regreso a Francia. No es claro quién pagó el resto.

Sus amigos también saben cómo consentirlo. Esta semana se supo que Jacques J.P. Martin, miembro del UMP y alcalde de Nogent-sur-Marne, planea erigir una estatua de 82.000 euros en su municipio con el rostro de la primera dama Carla Bruni en honor a las trabajadoras italianas que trabajaban en esa ciudad. Nadie cree que la supermodelo sea la indicada para representar la clase obrera. Y mucho menos si es esposa de un presidente en campaña.

Ante este panorama a Sarkozy no le va a ser fácil permanecer cinco años más. "Su cóctel devastador es el estilo de rico, los escándalos y la economía. Hacerse reelegir sería una proeza política", dijo a Semana el analista político Olivier Duhamel, autor de El estado de la opinión - 2012.

Por ello, por ahora su estrategia se centra en reconquistar los votos que se dejaron seducir por la ultraderechista Marine Le Pen. En una entrevista a Le Figaro Magazine, Sarkozy esbozó algunos puntos de su programa que apuntan en ese sentido. Uno de los más polémicos es su propuesta de que la inmigración esté a cargo de los jueces administrativos para hacer más fáciles y efectivas las expulsiones de los ilegales. Ese afán de conseguir el voto lepenista explicaría por qué, durante los últimos meses, el gobierno no ha parado de estigmatizar a los extranjeros. Para la muestra, Claude Guéant, ministro del Interior, afirmó hace poco: "No todas las civilizaciones tienen el mismo valor".

El gran reto de Sarkozy ahora es convencer a los franceses de que, a pesar de un primer periodo lamentable, les puede ofrecer algo mejor de aquí a 2017. Por ahora, parece misión imposible. No por nada en Los Guiñoles, el famoso programa humorístico francés de marionetas, el títere de Jean-François Copé, secretario general del UMP, dijo: "Sarkozy tiene muchas cosas positivas. Tenemos dos meses para encontrarlas".