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Grupos como Isis o Boko Haram han llevado el terrorismo a niveles inéditos de sevicia, al tiempo que cuidan su imagen con videos de gran calidad e impacto. | Foto: Foto: A.F.P.

VIOLENCIA

Crece el terrorismo global

Un estudio realizado por una ONG especializada demuestra que desde 2000 el terrorismo mundial ha crecido cinco veces.

22 de noviembre de 2014

El último video publicado por Isis en Siria muestra a 20 hombres jóvenes con igual número de rehenes arrodillados a sus pies. Los primeros visten uniforme camuflado, llevan la conocida barba con bigote corto de los yihadistas, y empuñan largos y afilados cuchillos. Todos tienen el rostro descubierto y miran desafiantes a la cámara, que muestra que pertenecen a diferentes etnias, incluso la europea. Las imágenes terminan con el degollamiento de los rehenes, a quienes sus verdugos presentan como soldados del régimen del dictador Bashar Al Asad.

La espeluznante ejecución en masa es altamente simbólica e ilustra algunos hallazgos del Índice Global de Terrorismo (IGT) de 2014, publicado el lunes por la ONG australiana Instituto para la Economía y la Paz, que desde 2012 mide el impacto de 125.000 atentados en 162 países. Dentro de sus conclusiones, el IGT destaca que “desde 2000, la religión como motor ideológico ha registrado un fuerte aumento” y advierte que el “terrorismo es tanto un fenómeno muy concentrado geográficamente y a la vez muy extendido globalmente”. Esa apreciación le va como anillo al dedo a Isis, una agrupación que tiene dentro de sus objetivos explícitos formar un califato que se extienda por decenas de países en tres continentes.

EL IGT señala a su vez que el año pasado murieron casi 18.000 personas debido a acciones terroristas, el peor registro de los últimos cinco lustros, lo que significa un aumento del 60 por ciento con respecto a 2012 y del 500 por ciento con respecto a 2000. Y aunque el IGT pone en evidencia mediante gráficos y mapas que los ataques de ese tipo afectan a decenas de países en los cinco continentes, señala con contundencia que “en 2013 más del 80 por ciento de las vidas perdidas por actos de terrorismo ocurrieron en solo cinco países: Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria”.

Si bien el IGT reconoce que en el resto del mundo las acciones terroristas siguen siendo obra de movimientos políticos o nacionalistas y separatistas, advierte que la tendencia al alza se debe a la acción de cuatro grupos que siguen ideologías islamistas que operan principalmente en Oriente Medio y África. Se trata de Al Qaeda, los talibanes, Boko Haram e Isis, a cuyos ataques se debe la muerte de dos tercios del total de las víctimas del terrorismo en 2013.

Aunque las causas del aumento son múltiples y complejas, el IGT pone de manifiesto que la inestabilidad política, la falta de cohesión entre las comunidades y la ausencia de legitimidad de los Estados son factores que acompañan su aparición e incremento. En Oriente Medio –y en particular en Irak y Siria, que suman más del 40 por ciento de las víctimas– existen en efecto dos hechos fundamentales que marcan la falta de legitimidad de sus Estados, e incluso la disolución de ambos países.

Por un lado, en 2003 se produjo la invasión estadounidense de Irak, que si bien acabó con la tiranía de Saddam Hussein, dejó de un día para otro en la calle a los 300.000 miembros del Ejército del dictador, los mismos que hoy conforman el grueso de las filas de Isis. Por el otro, en 2011 comenzó la guerra civil en Siria, que muy pronto degeneró en una guerra abierta, en la que la población civil se ha llevado la peor parte.

A esos dos hechos hay que agregar el fracaso de las intervenciones de Occidente no solo en Irak sino también en Pakistán y Afganistán, donde operan los talibanes y desde donde Al Qaeda organizó los ataques del 11 de septiembre de 2001. Esos dos países, que hoy concentran un tercio de las muertes registradas por el IGT, han sido a su vez el semillero de las versiones más radicales del islam, que justifican la violencia extrema contra civiles indefensos.

Como le dijo a SEMANA Jonathan Leader Maynard, profesor de la Universidad de Oxford y autor de varios artículos sobre ideología y violencia, “en la actualidad, en el mundo musulmán se cumplen tres condiciones que explican el fuerte aumento en el terrorismo que ha registrado el IGT: la amplia circulación de versiones extremistas de una ideología, un gran número de posibles simpatizantes y el hecho de que esos adeptos vivan en Estados frágiles, incapaces de mantener la estabilidad y la paz”. Confirman esa afirmación tanto el Índice de Estados Frágiles publicado por la revista Foreign Affairs como el Índice de Percepción de Corrupción de la ONG Transparencia Internacional.

Y a esa tormenta perfecta se agrega la gran cantidad de jóvenes que hay en esos países, un hecho demográfico que muchos especialistas han vinculado con incrementos históricos de la violencia, y la sumisión a la que está sometida la mujer en las sociedades islámicas. Como le dijo a esta revista Malcolm Potts, profesor de Salud Pública de la Universidad de California en Berkley y autor del libro Sex and War: How Biology Explains Warfare and Terrorism and Offers a Path to a Safer World, “los terroristas y los guerreros han sido principalmente hombres jóvenes. Las mujeres luchan valientemente para defenderse a ellas y a sus hijos, pero en toda la historia de la humanidad no hay un solo caso en el que ellas se hayan asociado para atacar a sus vecinos, como sí lo han hecho los hombres en innumerables ocasiones”.



En América

El IGT revela dos hechos relevantes sobre el continente americano. El primero es general y consiste en la baja incidencia del terrorismo de este lado del Atlántico, pues solo tres países se encuentran en la zona de mayor impacto del terrorismo, apenas siete están en la mitad superior de la tabla y ocho no registraron ningún acto terrorista en 2013. Ese dato alentador no se debe sin embargo confundir con la ausencia de violencia homicida, pues como lo señala el índice “aunque el terrorismo está aumentando y es una preocupación importante en comparación con otras formas de violencia, su número de víctimas es relativamente pequeño cuando se lo compara con las 437.000 personas muertas por homicidio en 2012”.

El segundo se refiere a Colombia y es relativamente positivo, pues registra una disminución del 48 por ciento de los actos terroristas con respecto a 2012 y resalta que las cifras de 2013 (55 muertos) “representan una mejoría sustancial con respecto al promedio de la última década, que era tres veces mayor, con unos 150 muertos al año”. A su vez, el IGT relaciona el aumento de la actividad comercial con la disminución de los actos de terrorismo, un cambio que a su vez favorece la inversión directa extranjera. Sin embargo, también pone en evidencia que el país puede sufrir un incremento en la actividad terrorista debido al conflicto actualmente en curso entre el gobierno y las Farc.

El país atraviesa por una disyuntiva en la que el proceso de paz ocupa un lugar central. Y si bien la firma de unos eventuales acuerdos permitiría albergar la esperanza de que el país se libere del flagelo del terrorismo, esa expectativa depende de que ese pacto refuerce las estructuras e instituciones que mantienen la paz. Como afirmó el profesor Leader con base en su conocimiento de los casos de Guatemala y El Salvador, “todo dependerá de si los acuerdos crean fragmentación y vacíos de poder (en ambos lados) o si permiten la creación de sólidas fuerzas antiviolencia (también en ambos lados)”.