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CUANDO EL RIO SUENA

Revuelo por detención de altos oficiales acusados de narcotráfico.

17 de julio de 1989

Que el largo brazo del narcotráfico no conocía fronteras era algo a lo que la opinión pública internacional se había acostumbrado. Pero que los teritaculos del flagelo fueran capaces de traspasar las barreras ideológicas y corromper las altas esferas del Estado cubano, no se había considerado posible. Las reiteradas denuncias de Estados Unidos sobre el tema se desechaban en Latinoamérica como parte de "la campaña imperialista para desprestigiar al régimen de Fidel Castro". Pero, en este caso, pareció volver a confirmarse aquello de que "cuando el río suena, piedras lleva".

Sólo que quien puso las piedras al descubierto fue el propio Estado cubano, a través de un extenso editorial del diario Granma, del viernes 16. En primera página, y con un inusitado despliegue, el diario oficial de la revolución puso al descubierto los antecedentes y el curso de una rigurosa investigación que se lleva a cabo en el interior de algunas dependencias del Estado, que ha dado lugar, hasta ahora, a varias detenciones. Los implicados principales son Diocles Torralbas, ex ministro de Transporte, y el general de división del Ejército, Arnaldo Ochoa.

En cuanto al primero, el diario afirma que su caso no está directamente relacionado con el del general, y que los hechos que se le imputan se relacionan, en lo esencial, con "una conducta personal inmoral, disipada y corrupta". Su detención, junto con la de Idalberto González Cruz, funcionario de una empresa de divulgación turística, sugiere la existencia de una red de tráfico de influencias y de utilización indebida de los recursos estatales.

Pero la gran bomba del editorial es la parte relacionada con el general Ochoa. "Su larga estancia en el exterior, su jerarquía militar, sus constantes movimientos y la confianza de que disfrutaba, permitieron a Ochoa e proceso de descomposición moral que poco a poco tuvo lugar en él y los hechos en que iba incurriendo". Más adelante afirma que Ochoa, cuando se encontraba al frente de la misión militar cubana en Angola, "manifestaba obsesiva preocupación por los aspectos económicos y no influía para nada en los acontecimientos militares". Pero al regresar a Cuba, mientras era objeto de la admiración popular, el general ya estaba en la mira de los organismos de seguridad del Estado.

Sin embargo, nada de lo que se afirma de Ochoa es tan contundente como lo que dice a continuación el editorial: "Ochoa y algunos funcionarios del Ministerio del Interior en conexión con él hicieron contactos con narcotraficantes internacionales de drogas, concertarón acuerdos, intentaron y es posible que hayan, incluso, cooperado con algunas operaciones de tráfico de drogas en las proximidades de nuestro territorio". Esos funcionarios a los que se alude son el general de brigada Patricio de la Guardia Font, el coronel Antonio de la Guardia Font, el teniente coronel Alexis Lago Arocha y el mayor Amado Padrón Trujillo, todos los cuales se encuentran bajo arresto.

Es en este punto en el que los observadores encuentran el verdadero meollo del editorial de Granma: "Sobre este aspecto, sumamente serio, que puede haber dado base a insidiosas campañas contra la revolución cubana, se centran ahora todas las invesgaciones. Todo lo que se compruebe será ampliamente informado a la opinión pública nacional e internacional".

Al cierre de esta edición aún no se conocían las reacciones internacionales ante las revelaciones de Granma, y en particular las del gobierno norteamericano, que sobre todo en épocas de Reagan había insistido en que Cuba se había convertido en cabeza de puente del tráfico de cocaína hacia Estados Unidos. Todo indica que la noticia de Granma confirma que algo había de cierto en esas acusaciones. Pero al lavar los trapos sucios en público, el gobierno cubano parece querer dejar en claro que, de existir alguna conexión cubana con el narcotráfico, no se trata, como llegó a afirmarse en Estados Unidos, "de maniobras para minar las bases de la sociedad norteamericana", sino de una pandilla como cualquiera otra, movida como en cualquier país capitalista, por el poderoso caballero, don dinero.--