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Cumbre borrascosa

La reunión de Monterrey dejó en claro que el continente americano está atravesado por dos concepciones diferentes de la política.

19 de enero de 2004

Mas que certidumbres, la Cumbre de las Américas que reunió a los presidentes la semana pasada en Monterrey reveló las tensiones existentes en las relaciones entre Estados Unidos y el resto del continente, y terminó con una vaga declaración que trata de aguar las diferencias y de ocultar los conflictos que afloraron. El Area de Libre Comercio de las Américas sigue siendo el primer tema de conflicto entre el norte y el sur. El documento final contiene solo una referencia a la fecha de entrada en vigor exigida por Estados Unidos, el primero de enero de 2005. Varios países, como Venezuela y Brasil, consideran la fecha poco realista, pero la administración norteamericana quería un firme compromiso al respecto. En plena campaña electoral, George W. Bush, rodeado por gobernantes para su gusto demasiado críticos, apenas logró tapar los conflictos políticos y sociales que sacuden al continente. Sus colegas le repitieron el fracaso del "consenso de Washington" y de las políticas liberales de la década pasada. Una semana antes, el asesor del secretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega, puso el dedo en la llaga al criticar el giro izquierdista de algunos gobiernos, refiriéndose no solo al venezolano Chávez y al brasileño Lula da Silva, sino al argentino Kirchner. Los abrazos en Monterrey parecieron disipar el enojo que causó en Washington la foto de la reunión sostenida por Néstor Kirchner y Hugo Chávez con Evo Morales, el dirigente boliviano, en noviembre en La Paz. Morales, líder de los campesinos cocaleros, se ha convertido en el nuevo demonio de la Casa Blanca. No sólo fue el principal artífice de la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Losada, sino que maneja los hilos de la protesta social y tiene en sus manos el futuro del actual presidente Carlos Mesa. Morales acaba de afirmar que "América Latina será el segundo Vietnam". Y Washington quiere saber si el acercamiento con Morales responde a una deliberada política argentina o si fue un gesto espontáneo de Kirchner. El país del altiplano concentra los conflictos suramericanos y amenaza con volverse la principal preocupación de seguridad estratégica. La política de erradicación de coca, practicada a rajatabla por la administración norteamericana, terminó agravando la crisis y convirtiendo a Evo Morales en un líder con posibilidades de acceder a la Presidencia, lo que sería inaceptable para Washington. "La mayor preocupación de Bush no es La Habana sino La Paz", dijo a SEMANA Horacio Verbitsky, director del Centro de Estudios Legales y Sociales, una de las principales organizaciones de derechos humanos en Argentina. "Morales es la más flamante criatura de la torpeza diplomática estadounidense. Bastó que el embajador Manuel Rocha lo atacara para que se duplicaran las adhesiones a su candidatura". No solo Morales inquieta a los norteamericanos. La insurrección que derribó a Sánchez de Losada, motorizada por la oposición a la exportación de gas a Estados Unidos a través de un puerto chileno, ha despertado un conflicto olvidado: la demanda boliviana de una salida al Pacífico, que perdió con Chile en el siglo XIX. El chileno Ricardo Lagos evitó que el tema se tocara, pero este conflicto -el más importante de Suramérica- amenaza con desestabilizar las relaciones entre Chile, Perú y Bolivia. Bush tendría que sacar conclusiones, pues si bien habla en español para ganar votantes latinos y asegurarse la reelección en noviembre de este año, sus políticas unilaterales le están reduciendo el apoyo al sur del río Grande.