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CUMBRE EN EL HIELO

Sorpresa por anuncio de encuentro Reagan-Gorbachev en la fría Islandia

3 de noviembre de 1986

Hasta el 29 de septiembre, quien se hubiera atrevido a mencionar siquiera la remota posibilidad de un encuentro entre Reagan y Gorbachev en el término de una semana, hubiera sido tomado seguramente por loco. Hasta entonces, ni los expertos en política internacional, ni los medios de comunicación, ni los miembros mismos de la administración Reagan, preveían una solución cercana al llamado "affaire Daniloff", responsable directo de la que para muchos constituía una de las peores crisis en las relaciones Este-Oeste desde los tiempos de la guerra fría.
En cuestión de horas, sin embargo, los tropiezos que durante más de un mes habían tenido en vilo al mundo entero, parecieron desaparecer como por arte de magia. No habían pasado 21 horas tras la salida de Nicholas Daniloff de Moscú, cuando en Nueva York se dio a conocer la liberación de Gennadi Zajarov, de quien Reagan había dicho hacía apenas una semana en la ONU que "es un espía acusado que debe presentarse a juicio". Simultáneamente, los gobiernos de las dos potencias anunciaban la realización en la nórdica isla de Islandia, la próxima semana, de una cumbre entre Reagan y Gorbachev, preparatoria para la visita del líder soviético a los Estados Unidos en noviembre.

SORPRESA EN LA ADMINISTRACION
Si bien los detalles de las negociaciones que condujeron al sorpresivo cambio en las relaciones entre las dos potencias probablemente se mantengan en secreto por mucho tiempo, la reacción no se ha hecho esperar. Particularmente la de la propia administración Reagan, que ha sido sin duda alguna la más sorprendida. Aun sin acabar de asimilar las nuevas propuestas sobre control de armamento planteadas por el propio Reagan en las Naciones Unidas y ateniéndose a la al parecer inflexible posición del Presidente en lo concerniente a no someterse a una negociación de igual a igual en el caso Daniloff, los miembros del gobierno, sin agenda preparada y sin posiciones claramente definidas, se han visto de la noche a la mañana envueltos en una situación para la cual no se encontraban aún listos.
El sentimiento generalizado parece ser, según fuentes allegadas al propio gobierno, que el presidente Reagan en su afán por ganar puntos frente a la opinión pública antes de las próximas elecciones congresionales de noviembre, podría haberse colocado en una difícil situación de la cual sin duda alguna los más beneficiados serían los mismos soviéticos.
A pesar de haberse pretendido mostrar como positivo el trato que condujo a la liberación de Daniloff, no sólo por las razones humanitarias inherentes a él, sino también por haberse logrado que el disidente soviético Yuri Orlov, preso durante más de siete años en Siberia, hubiera sido puesto en libertad, las bondades del arreglo resultan aún bastante inciertas. Vastos sectores de la oposición lo han visto como una clara muestra del abandono del principio de la administración Reagan de no negociar espías por rehenes inocentes. Otros, como un antecedente peligroso que podría llevar en el futuro a que los gobiernos de Occidente se vieran prácticamente maniatados ante los actos de espionaje de la Unión Soviética. Pero lo que resulta más preocupante para todos es indudablemente el que lo sucedido puede implicar un signo de debilidad de los Estados Unidos frente a su máximo contendor.
Desde la cumbre de Ginebra el año anterior, los norteamericanos se habían esforzado particularmente en aparecer ante los ojos del mundo como los defensores indiscutibles de la posición ofensiva en el interminable tire y afloje entre las dos potencias. La insistencia de la URSS en la moratoria nuclear ante la persistente indiferencia de los EE.UU., la decisión de la administración Reagan de abandonar los tratados sobre limitación de armas estratégicas, el ataque a Libia, y, finalmente, la orden de reducir la misión diplomática de Moscú ante las Naciones Unidas, así se habían encargado de demostrarlo. La actitud asumida ahora parecería haber colocado a los soviéticos en la posición de privilegio.

EL RETO GORBACHEV
El ganador en últimas de la contienda, no se puede determinar aún.
Si bien el primer punto parece habérselo llevado Gorbachev, el que lo conserve dependerá en gran medida de los resultados de la reunión de Reikiavik. Presionado por el Kremlin, que desea ansiosamente de finiciones en la limitación de armas, Gorbachev sabe que no puede volver con las manos vacías. La URSS necesita con premura saber que puede respirar tranquila por un tiempo y dedicar gran parte de su presupuesto al programa de modernización de su economía.
Para Reagan, por su parte, el reto tampoco es sencillo. No sólo tiene que demostrar que el precio que pago por la liberación de Daniloff no fue demasiado alto, sino además logra en la reunión preparatoria con Gorbachev, resultados que permitan mantener sobre el tapete la negociación en control de armamento sin comprometerse realmente a un acuerdo, sometido adicionalmente a la escrutadora vigilancia de la opinión pública norteamericana que será en las elecciones de noviembre el mejor termómetro para sopesar en última quién obtuvo en este round, el derecho a dar la última palabra.

CRONOLOGIA DE UN CASO CUMBRE
Agosto 23: Gennadi Zajarov, físico soviético de 39 años, es arrestado por el FBI en Nueva York, acusado de espionaje.

Agosto 30: Nicholas Daniloff, corresponsal en Moscú de la revista U.S. News and World Report, es detenido en la capital soviética por el KGB acusado de poseer mapas con información secreta. La administración Reagan protesta y acusa a los soviéticos de tenderle una trampa al periodista.

Septiembre 2: los soviéticos niegan que la detención de Daniloff esté conectada a la de Zajarov.

Septiembre 3: los Estados Unidos proponen la liberación de Daniloff y que Zajarov regrese a la URSS a ser juzgado por espionaje.

Septiembre 5: el secretario de Estado George Shultz inicia negociaciones con los soviéticos.

Septiembre 7: Daniloff es acusado de espionaje formalmente, lo cual en la URSS implica la pena de muerte.

Septiembre 9: Zajarov es acusado de espionaje por un gran jurado federal. Oficiales norteamericanos insisten en que no será canjeado por Daniloff.

Septiembre 12: los soviéticos liberan a Daniloff bajo custodia de su Embajada en Moscú. En Nueva York, Zajarov es liberado también bajo custodia de la misión soviética.

Septiembre 16: el canciller soviético Edward Shevardnadze llega a Nueva York para la asamblea de la ONU y afirma que sólo de Reagan depende el dirimir las diferencias para la realización de la cumbre.

Septiembre 17: la administración Reagan ordena la expulsión de 25 diplomáticos soviéticos en las Naciones Unidas, pero afirma que la acción no está relacionada con el caso Daniloff.

Septiembre 22: en su discurso ante la ONU, Reagan reafirma que Gennadi Zajarov es un espía que debe ser sometido a juicio y Daniloff un rehén de los soviéticos.

Septiembre 23: Shultz y Shevardnadze se reúnen en Nueva York para discutir sobre el caso Daniloff.

Septiembre 28: Shultz y Shevardnadze se reúnen inesperadamente de nuevo en las Naciones Unidas.

Septiembre 29: Daniloff es liberado. Reagan asegura que no se trata de un canje .

Septiembre 30: Zajarov es liberado. Los Estados Unidos y la Unión Soviética anuncian la realización de un encuentro Reagan-Gorbachev en Reikiavik (Islandia) el 11 y 12 de octubre.