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"Daños colaterales"

Tras el peor ataque en Irak, se evidencia la política del Pentágono de censurar selectivamente la información de los muertos de la guerra.

2 de mayo de 2004

El peor escenario para el proyecto político norteamericano en Irak se presentó en Fallujah, una ciudad de 500.000 habitantes localizada a 50 kilómetros de Bagdad. Han pasado 14 meses desde que el presidente George W. Bush declaró oficialmente terminada la guerra. Pero en la noche del 27 de abril y la mañana del 28 helicópteros artillados y aviones C-130 Gunship norteamericanos dispararon misiles y bombas sobre la ciudad para destruir tres posiciones estratégicas de los iraquíes sunitas del ejército del Mehdi. La batalla de Fallujah desembocó en un acuerdo tentativo para que la ciudad quedara en manos de unas fuerzas del gobierno provisional iraquí especialmente organizadas al efecto. Pero el cese del fuego momentáneo sólo se produjo luego de que la ONU y varios organismos denunciaron la muerte de 600 civiles. La crisis de Fallujah comenzó el 5 de abril, cuando cuatro mercenarios de la empresa Blackwater fueron horriblemente asesinados. George W. Bush insistió en que, a menos de que los responsables se entregaran, los marines no abandonarían sus posiciones. El general Marck Kimmit aseguró además que dejar la ciudad equivaldría a permitir que los rebeldes secuestraran a la población. Pero el ataque contra la ciudad tuvo todos los visos de una retaliación masiva. Tanto que hasta los miembros proestadounidenses del gobierno provisional iraquí contradijeron por primera vez al Pentágono y pidieron que frenaran los bombardeos. Según explicó a SEMANA el coronel retirado Dan Smith, veterano de la primera guerra del Golfo, la muerte de más de 600 iraquíes en la ofensiva en Fallujah se debió a ese tipo de ataque aéreo de poca precisión. Un oficial de las tropas británicas en Irak había revelado al diario The Guardian que las tropas británicas también cuestionaban las tácticas brutales de los soldados estadounidenses y en especial los bombardeos sobre ciudades. En efecto, según un corresponsal de CNN no todos los misiles del martes y miércoles caían en el blanco. Al cierre de esta edición no se sabía el número de bajas militares en Fallujah, y mucho menos, cuántas víctimas civiles había ocasionado la operación. Porque el Pentágono no cuenta los "daños colaterales", ni deja que los electores tengan a mano la foto de los ataúdes cubiertos por la bandera a la hora de decidir su voto para las elecciones de noviembre. El Pentágono no los cuenta ¿Cuantos iraquíes cayeron en este bombardeo? Es difícil saberlo. Al cierre de esta edición el comando central manifestó que conocían el número de bajas militares y ya en varias oportunidades el administrador estadounidense de Irak, Paul Bremer, contestó a preguntas por "víctimas colaterales": "Nuestro trabajo no es contar cuerpos". La actitud de negación de los responsables del Pentágono se refiere a todos los muertos, iraquíes o norteamericanos, sean combatientes o no. De hecho, desde hace varias semanas el comando central dejó de emitir partes de bajas detallados diariamente y hay otros indicios de que existe una política de no mostrarle a la opinión pública los muertos. Hace dos semanas estalló un escándalo cuando Tami Silicio y su esposo David Landry, contratistas de seguridad, fueron despedidos porque dejaron que el diario The Seattle Times publicara unas fotografías tomadas por ellos de ataúdes hacia Estados Unidos en cifras récord. Al mismo tiempo, el sitio de Internet 'The memory hole' logró obtener por medio de la aplicación de la Ley de Libertad de Información 360 fotografías de ataúdes de soldados estadounidenses. La publicación hizo que se cuestionara al Pentágono y a los medios estadounidenses sobre este tipo de censura. Washington alegó argumentos de seguridad. Ya en el pasado los funcionarios estadounidenses han acusado a cadenas árabes como Al Yazira y Al Arabiya de complicidad con los terroristas por mostrar las imágenes más horribles de la guerra. Imágenes que la mayoría de medios occidentales no muestran porque según sus directivos pueden herir sensibilidades o generarles sufrimiento a las familias de las víctimas. No publican fotografías de muertos reconocibles o con mutilaciones a no ser que el valor periodístico como documento lo amerite, por ejemplo todos publicaron la foto de los cadáveres de hijos de Hussein, pues era la única prueba de su caída. El Pentágono ha usado este mismo tipo de justificación ética para no mostrar fotos de los centenares de ataúdes de soldados estadounidenses. En el caso de los féretros es claro que la verdadera razón para la censura es que estas imágenes pueden perjudicar la figura del presidente George W. Bush y generar un rechazo popular a la guerra, como ya le sucedió al ex presidente Lyndon B. Johnson con la llegada de los ataúdes de soldados muertos en Vietnam. Este cálculo político también explicaría la desinformación que prevalece en cuanto a las víctimas civiles en enfrentamientos como el de Fallujah, sobre el cual el comando central no da cifras oficiales. Antes de los últimos bombardeos, cuando se decretó el cese del fuego en tal fecha, los militares seguían insistiendo en que la mayoría de los más de 600 muertos que los hospitales y agencias humanitarias contaban eran jóvenes varones en edad militar. "Si son 600 es porque nuestras tropas son muy buenas en lo que hacen", llegó a decir uno de los oficiales que dirigieron el sitio a Fallujah. Más tarde los directores de hospitales confirmaron que en realidad la mayoría de víctimas mortales eran mujeres y niños. La tendencia del Pentágono a esconder los muertos civiles es tan evidente que un grupo opositor de la reelección de Bush creó www.iraqbodycount.net, una página de Internet donde se recopilan los datos de muertes de civiles que aparecen en los principales diarios y agencias de noticias del mundo, y que establece cifras mínimas y máximas cuando encuentra diferencias entre estas fuentes. El resultado es un contador con una cifra mínima y una máxima. Al cierre de esta edición reportaba entre 8.958 y 10.810 civiles muertos en Irak durante la intervención militar.